Coronavirus: los países se lanzan a una “guerra” (sucia) por los barbijos

Diplomacia, empresas y hasta servicios secretos. Decenas de países del mundo intentan hacerse con millones de barbijos lo más rápido posible en un mercado dominado por China, donde

los precios suben como la espuma y donde no se respeta la mínima cortesía diplomática.

El gobierno regional de Madrid espera todavía dos aviones cargados de material sanitario que tenían que haber despegado desde China la semana pasada y por los que pagó 23 millones de euros. Los de Lombardía y Cataluña denunciaron intentos de estafa similares aunque consiguieron parar la operación antes de pagar por los materiales.

Estados Unidosestá pasando por encima de sus tradicionales aliados en una carrera desesperada. El gobierno alemán denunció este viernes que agentes estadounidenses habían pagado en cash en un aeropuerto de Tailandia para que un cargamento de 400.000 barbijos que debían volar a Berlínlo hicieran a Estados Unidos.

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Francia denunció el miércoles una situación similar cuando agentes estadounidenses habrían recomprado un cargamento de material sanitario chino que estaba ya cargado en un avión con destino a París.

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En una entrevista a la agencia AFP, el presidente de la región francesa de Grant Este, Jean Rottner, explicaba que los agentes enviados por Washington llegan directamente a las pistas de los aeropuertos, “sacan dinero en efectivo y pagan tres o cuatro veces por los pedidos que hemos hecho, por lo que realmente tenemos que luchar”.

No importa que Estados Unidos sea aliado de Francia y Alemania en la OTAN, en esta carrera por los barbijos no hay aliados.

Nadie parece poder controlar un mercado parecido al Salvaje Oeste. La Comisión Europea anunció hace dos semanas que había hecho un pedido masivo de barbijos y otros materiales sanitarios. La compra la hace en nombre de los 27 Estados miembros de la UE. A principios de la próxima semana todo el material debería distribuirse por las capitales del viejo continente, pero este viernes en Bruselas había más dudas que certezas sobre cuándo estaría disponible el material.

La bronca es incluso entre países europeos. Francia, según el semanario ‘L’Express’, confiscó en Lyon cuatro millones de barbijos que España e Italia habían comprado en China y distribuía una empresa sueca. La diplomacia española tuvo que exigir durante dos semanas que fuera liberado el cargamento.

Suecia elevó una protesta diplomática y París cedió, pero se quedó con la mitad de la carga. Italia se llevó un millón, España otro millón y Francia se quedó con dos millones. La empresa sueca, Mölnlycke, anunció que no volverá a hacer escala en aeropuertos franceses. Sus aviones usan ahora aeródromos belgas.

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Ni potencias como Francia se libran de la incertidumbre. El ministro de Sanidad, Olivier Véran, aseguraba la semana pasada que las compras en el extranjero eran cada vez más complicadas: “No estoy seguro de que lo que importamos haya llegado efectivamente hasta el mismo momento en que el avión aterriza en un aeropuerto francés”.

La desesperación de los gobiernos es tal que abundan las ventas de materiales defectuosos o directamente fraudulentos y sin homologar. En Europa, al menos Ucrania, la República Checa, Holanda, Bélgica y España han comprado tests para análisis de coronavirus que resultaron inútiles. El 80% del material que Rusia donó a Italia y que el Kremlin publicitó a bombo y platillo también ha resultado ser inútil, según el gobierno italiano.

Guerra de espías

Un cartel recomienda el uso de barbijos en Vietnam. / Reuters

Los servicios secretos participan en esta “guerra”. Según el diario The Times of Israel, el jefe del Departamento de Tecnología del Mossad cuenta que hay “una feroz batalla encubierta para hacerse a toda costa con el limitado número de respiradores en el mercado”.

El Mossad se ha visto burlado en varias ocasiones. Ese alto cargo contó una operación fallida: “Teníamos cerrado un cargamento en un país europeo. Llegamos con los camiones a la puerta de la usina pero otro país europeo había llegado antes que nosotros y se los llevó” (los respiradores). Ese agente explicó que el precio medio de los respiradores se ha multiplicado por cinco (de 10.000 a 50.000 dólares) y que en el mercado hay muchos proveedores falsos intentando estafar.

Fábrica de mascarillas en Alemania. / Reuters

La alternativa de muchos gobiernos, incluso usando las leyes para forzarlas, ha sido cambiar las cadenas de producción de grandes empresas, principalmente de automotrices, para que se pongan a construir a toda velocidad respiradores y otro material médico. Ya lo hacen así varias fábricas de Europa, como la planta de SEAT en Martorell (cerca de Barcelona), plantas de Volkswagen en Alemania, de Nissan en Francia, de Ferrari en ltalia o las de Ford en Estados Unidos.

Bruselas, especial

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