“Cuarentena para rato”, qué pasa con nuestra salud mental

Por Guillermina Rizzo (*)

¡Recetas!

Lavarse las manos, toser y estornudar en un papel o en el pliegue del codo, limpiar las superficies, mantener una distancia de casi 2 metros, son

las medidas que proliferan y se reiteran una y otra vez para evitar el contagio del Coronavirus.

¿Y para nuestra salud mental?

La salud mental no se preserva con alcohol en gel, lavandina o jabón y lamentablemente esta pandemia tomó a muchos desprevenidos, razón por la cual un mínimo porcentaje pudo pensar en el «binomio aislamiento y salud mental».

Si bien ahora surgen “grupos para contener” este desastre, la urgencia no dio tiempo a organizar ni pensamientos ni muchas estrategias para “abordar” lo que pasa por nuestra cabeza, y como varios aseguran: “cuarentena para rato”.

Los patrones de conducta, “amalgamados” con mecanismos de defensa que se reiteran en esta situación que pareciera copiada de una película de “ciencia ficción” son variados, aunque los más frecuentes son: miedo, ansiedad y pánico.

Párrafo especial merece la imprudencia o “pelotud*z”, característica de aquellos que homologan este tiempo con vacaciones y esparcimiento. Centrados en sus propios deseos, no se preservan y nos arrojan a todos una situación de riesgo, a tal punto de tener que destinar recursos humanos y financieros en el control del cumplimiento de normas excepcionales; conductas habituales en aquellos que enarbolan con orgullo la bandera de la “viveza criolla” y la trasgresión.

Casi “la totalidad del planeta ha estornudado” y sentimos miedo, miedo porque este virus es “algo nuevo”, desconocido, y a simple vista pareciera que es incontrolable. Tenemos emociones propias de situaciones de incertidumbre y entramos en un túnel, sin salida, buscando datos e información que nos brinden alguna certeza.

Las noticias multiplicadas en diarios, tv, radios, redes sociales y cuanto soporte lo permite, parecen interminables, aumentando a veces los estados de ansiedad. Los pensamientos catastróficos se suceden y de la ansiedad al pánico el camino es muy corto; con lo cual el impacto en la mente es inevitable: coronados por el virus y coronados por el miedo, la ansiedad, el pánico.

Permanecer en el miedo nos conduce a tener cambios de humor, irritabilidad, angustia, entre otros estados. Permanecer en el lugar de la ansiedad nos lleva a pensar excesivamente en el futuro, por eso “salimos corriendo” a comprar medicamentos, comida y todavía me pregunto por la obsesión con el papel higiénico. A su vez, entramos en un estado de agitación y falta de aire que se puede confundir con enfermedad.

¡Recetas!

La receta sea tal vez dirigirnos a un lugar de aprendizaje, en el que regulemos la cantidad de noticias que consumimos, en el que evitar el contacto con el otro no implique “defecarse” en el otro, reconociendo que cada uno, con “esta corona a cuestas” está dando lo mejor de sí.

La situación es arbitraria, compleja, incierta; esta pandemia está dejando y dejará una huella indeleble en cada uno de nosotros, intuyo que lo más adecuado es tomarlo como un tiempo de crecimiento, porque sin dudas habrá “cuarentena para rato”.

(*)Dra. en Psicología. Columnista en medios de comunicación. Twitter /@guillerizzo

Exit mobile version