Coronavirus en la Argentina: María Sol Alfano, la agente del cuerpo de tránsito que controla uno de los accesos a la Ciudad

María Sol (35) es agente del cuerpo de tránsito porteño y trabaja en una de las “puertas” de acceso a la Ciudad, en Avenida del Libertador y General Paz. Desde el

momento en que se decretó el “aislamiento social preventivo y obligatorio” por la pandemia de coronavirus​ cumple funciones en este puesto de control, ahora ubicado del lado de provincia.

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Si bien las autoridades estiman que el movimiento de autos bajó casi un 80%, María Sol y sus compañeras y compañeros creen que aún siguen circulando más vehículos de los que deberían. “Nos encontramos con situaciones que te descolocan. Gente yendo al supermercado con los chicos como si fuera un paseo, algunos que te preguntan por qué Libertador está cerrada, padres trasladando hijos sin cinturón de seguridad ‘porque no hay nadie en la calle’, y personas que no pueden justificar de ninguna manera el hecho de estar transitando”, se lamenta.

María Sol tiene tres hijos, Franco (12 años), Ignacio (10) y Martina (3). Los chicos le preguntan por qué sale a trabajar si la mayoría de las personas no lo hace. “Me gusta mi tarea, siento que de alguna forma hacemos un aporte en un momento muy complicado. Como estamos en contacto con la gente, pidiendo documentos y papeles, presto mucha atención a los cuidados. El uso del barbijo, los guantes, la higiene. No tengo miedo, pero si presto la atención necesaria y me tomo en serio todo lo que esta pasando”, cuenta a Clarín.

María Sol Alfano, la agente tránsito que controla la entrada a la ciudad por el Norte. Foto: Fer de la Orden.

Trabaja en el cuerpo de agentes desde hace 3 años y es vecina del barrio de Palermo. Además es repostera y su pareja distribuye insumos para heladerías; él esta trabajando un día a la semana, así es que tomó la posta de actividades matutinas con los chicos en casa.

Una cosa que le está dejando la pandemia, es la sorpresa de ver cómo los vecinos del puesto de control se solidarizan con ellos y con el trabajo que están llevando a cabo. “Nos preguntan si necesitamos algo, nos invitan un café. Es un momento para ver al otro”, piensa. Y cree que después de todo, cuando la pandemia sea un recuerdo, quizá hayan quedado algunas cosas que puedan ser rescatadas.

GS

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