La empatía a punta de pistola

videíto, Ginóbili nos habla de ”empatía”. Un músico alienado de responsabilidad nos habla de “empatizar” quedándonos adentro.

¿Qué es la empatía? Es la simpatía disuelta por la distancia reglamentaria de los días que corren. Es la telesolidaridad compartida a lo lejos.

Ser empáticos consiste en ponerse en el lugar del otro. Hay estudios de la Universidad de Harvard al respecto. Hasta existen “empatías cognitivas”.

El Estado nos pide empatía a punta de pistola. Una mujer policía se acerca –empáticamente- para preguntar dónde vamos. Claro, nos ve muy sueltos de cuerpo en plena cuarenta, saliendo a media tarde sin bolsita de súper ni perro. Entre paréntesis, buen momento para el “Angueto, quédate quieto”, de Carlitos Balá.

Buenas tardes, nos dice. “¿Dónde va?”, quiere saber con la empatía dibujada en el rostro. Le respondemos malhumorados: “Donde usted prefiera: al chino, al cajero, a comprar tutucas a la dietética, a un masaje descontracturante recetado por el kinesiólogo, a procurar una oferta de calzoncillos sanos…” Pide datos: documento, nombre, dirección. No mira el DNI. No sabe si es cierto que nos llamamos Ernesto. Sonríe cuando escucha el ejemplo de los calzoncillos, y lo hace con más empatía que antes. O sea, más de cerca. Alcanzamos a saber que la mujer policía tiene ojos verdes y la imaginamos rercontra empática los días de franco. Nos deja ir despidiéndose con un monumento a la empatía cotidiana: “Confío en usted”.