El confinamiento por causa del coronavirus ha obligado a las universidades gallegas a reinventar la docencia. El curso continúa, pero esta semana la Consellería de Educación y los tres rectores acordaban que
la docencia ya no volverá a ser presencial. Los campus se han sumado a las clases online para que el aprendizaje no se detenga. «Los jóvenes están siendo responsables, no pueden venir a clase, pero se conectan y participan, tal vez sea porque nosotros también mostramos interés para que las clases continúen su curso como podemos», analiza José Ignacio Armesto, profesor de la Escola de Enxeñería Industrial, en la UVigo. Se puede decir que la viguesa es, precisamente, la que más ahínco le ha puesto para que sus alumnos pierdan el menor número de horas lectivas y, por ende, de contenidos dados. «Habilitamos todas las salas del campus en nuestra secretaría online. Desde allí, los alumnos pueden acceder a sus sesiones, donde el profesor les estará esperando para impartir los contenidos oportunos», explica José Luis Míguez, vicerrector de Planificación de la UVigo. «Al principio, tuvimos varios problemas con la estabilidad del sistema», admite en conversación con ABC. Sin embargo, «habilitamos una mayor capacidad» para que más alumnos pudiesen conectarse a los servidores online, reitera. «El curso online está funcionando bien», apunta Julio Abalde, rector de la Universidad de La Coruña. «De hecho, los alumnos se quejan de una mayor actividad, así que creo que está yendo mejor que bien en el aspecto técnico», añade sarcástico. El rector, por su parte, asegura que se realizan un total de 1.200 videoconferencias diarias, «por lo que las sesiones se están llevando con la mayor tranquilidad posible, aunque sea virtualmente», retrata Abalde. «Curiosamente los alumnos que asisten a las videoconferencias son más que los que antes acudían a las sesiones presenciales», resalta. «Estamos muy contentos tanto con la actuación de los alumnos como de los profesores», apunta. Una opinión que, por otro lado, también comparte Carmen Fernández, decana de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Santiago de Compostela. «Ahora hay más alumnos conectados, algo que me parece que es positivo», apostilla. Esta facultad es una de las más activas de toda la USC. La primera semana se acusó, no obstante, la falta de capacidad, igual que ocurría en Vigo. Las plataformas no estaban dimensionadas para tanta actividad ni para tantos alumnos conectados de manera concurrente. Pero el sistema se ha adaptado y se está utilizando con normalidad», insiste Fernández. También en esta facultad se crearon varias aulas habilitadas para realizar conferencias cuando fuese necesario. No obstante, es cierto que no todo el mundo tiene la misma destreza o capacidad para relacionarse con los medios online. «Hay profesores que no tienen esa destreza y los alumnos están demandando, tal vez, algo más de «feedback» por parte de los docentes, para no perder clases», explica. Además, también hay universitarios que no tienen tanta capacidad de conexión a internet como otros, y, para ellos, han explicado todos los profesionales de las universidades gallegas con las que se ha contactado, están intentando tomar las medidas de ayuda oportunas. Los universitarios continúan comprometidos con las clases. Carmen Grandío, alumna del doble grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual de la USC, explica su método de trabajo: «Podemos participar en las clases, incluso con la cámara y el micrófono. A veces es un poco incómodo, por lo que utilizamos un chat para hacer las preguntas o las intervenciones», añade. Aún así, Roi Gómez, estudiante de Matemáticas explica a este diario que sus profesores «suben los contenidos al aula virtual, pero quieren que continuemos con los plazos anteriores». «Evidentemente, me lleva mucho más tiempo entender los contenidos por mí mismo, y no todos utilizan el «Teams» — la plataforma utilizada para dar clase online — para explicarnos los temas», sentencia.
FUENTE DIARIO ABC: