Landelino Lavilla, esencialmente un jurista

Landelino Lavilla fue un jurista metido a político en un momento en el que muchas de las mentes más preclaras de la época entraron en política para conseguir llevar a buen fin

el proceso de transición a la democracia. Fue como revivir a Cincinato colectivamente. Lo hicieron con un propósito de dedicación puramente temporal a la actividad pública. Este sentimiento de interinidad les liberó del lastre más pesado que generalmente arrastran hoy los políticos: la vocación de eternidad en el oficio. Desde sus tiempos de estudiante en el CEU Landelino estuvo vinculado a la Asociación Católica de Propagandistas del Cardenal Herrera. Ganó prestigio de profesional inteligente y valioso y fue designado presidente del Consejo de Administración de la Editorial Católica. Era por entonces el primer grupo editorial de España. En el Consejo de Administración de EDICA comencé a tenerle como maestro. Coincidimos en «Tácito». Desde 1973 el grupo publicaba un artículo colectivo semanal en el «Ya» sentando muchas de las bases de la transición. Dirigía con meticulosidad la mesa de redacción. Hubiese sido un redactor jefe muy difícil. Lo cierto es que, apoyadas en un razonamiento pausado y contundente, sus tesis siempre prevalecían. Su elocuencia hubiese triunfado en la mejor época del Senado romano. Suarez le llamó en 1976 para formar parte de su gobierno como ministro de Justicia. Unos días antes los miembros de «Tácito» en pleno habían prestado declaración ante el Tribunal de Orden Público. Le seguí como jefe de gabinete al ministerio. El gobierno tenía la tarea primordial de redactar la Ley de Reforma Política y convocar unas elecciones libres para seguidamente redactar la Constitución. El principio –de la Ley a la Ley– fue la idea de Torcuato Fernández Miranda. Su ejecución requirió de cuatro actores principales sin los que no hubiese pasado de una formulación doctrinal: El Rey como último punto de referencia del cambio; Suarez al timón del Gobierno con Fernando Abril negociador incansable, y Lavilla como constructor del complejo entramado jurídico del proceso. Lo anunció con precisión en el discurso de apertura de los tribunales de ese mismo año. Le volví a seguir al Congreso de los Diputados, que presidió con maestría. Fue una legislatura áspera que marcó el fin del centro democrático. El 23-F fue el preludio del final de UCD, que se escindió y se condenó a desaparecer inexorablemente. En un gesto que le honrará, aceptó liderar el partido en unas elecciones de antemano perdidas. Después se retiró silenciosamente a su casa de siempre, el Consejo de Estado. Allí siguió sirviendo a España desde su visión del Derecho como la principal herramienta de una convivencia civilizada.

FUENTE DIARIO ABC:

https://www.abc.es/espana/abci-daniel-garcia-pita-peman-landelino-lavilla-esencialmente-jurista-202004132107_noticia.html

Exit mobile version