Si Pedro Sánchez se resiste a contar con la oposición a la hora de tomar medidas en plena crisis del coronavirus, mucho menos parece estar en su agenda la posibilidad de hablar
con sus antecesores en La Moncloa en estos momentos especialmente difíciles para España. La gestión de Sánchez ha conseguido unir a dos de expresidentes en teoría irreconciliables y antagónicos, José María Aznar y Felipe González, que en los últimos días han vuelto a la escena para criticar la actuación del Gobierno de coalición y subrayar que su actuación no es la mejor para combatir esta crisis. Aznar, a través de una nota editorial de la Fundación que preside, FAES, cargó ayer contra el Gobierno «fallido» presidido por Sánchez, del que subraya que ya antes de la crisis del coronavirus no tenía ninguna credibilidad. «La izquierda que insulta desde el columnismo obsceno o desde la tribuna del Congreso a través de personajes de probada inanidad intelectual y logorrea demagógica pide ahora desescalar la tensión política», advierte la fundación del expresidente del Gobierno. «Y todo eso, además, con la exigencia de no poner en duda la buena fe negociadora y la palabra de un presidente cuya credibilidad, ya antes del coronavirus, tendía vertiginosamente a cero», remata. Aznar señala que una izquierda «dogmática y sectaria» en un gobierno fallido son interlocutores «muy poco prometedores». Sin embargo, afirma que si el presidente del Gobierno convoca, «hay que acudir y muy singularmente quien lidera la oposición». Un consejo dirigido a Pablo Casado, quien ha expresado su total escepticismo a los «pactos» que Sánchez ha bautizado de forma grandilocuente como acuerdos «de la Moncloa». Aznar defiende que hay que acudir a esas reuniones porque el PP representa a millones de españoles y ha asumido la responsabilidad de gobernar después de que la izquierda «dejara un país con los peores indicadores económicos y sociales». Acudir a la reunión, sí. Pero debe estar clara la agenda, según FAES. A su juicio, es necesario un acuerdo para la estabilidad y la continuidad básica de las políticas económica, fiscal y laboral en los próximos años, y para ofrecer certidumbre, confianza y credibilidad dentro y fuera de España». En su opinión, si Sánchez plantea los pactos como una forma de apuntalar su fórmula de gobierno con Podemos, «simplemente fracasará». «Los enemigos del pacto son las agendas ocultas, el adanismo y los que creen que ha llegado la hora de hacer la revolución desde un ministerio», concluye. El principal problema que vez Felipe González es la «inexperiencia» del Gobierno de Sánchez e Iglesias. Contrastó su gestión con la del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, al que elogió. Destacó de él su humildad y su capacidad para estar el pie del cañón, pero también que se haya apoyado en sus predecesores en el cargo. González es partidario de «dialogar al máximo» para combatir la «inexperiencia y la crisis política» que España atraviesa «desde hace cinco años». Zapatero, aliado Entre los expresidentes, a Sánchez le queda un aliado, José Luis Rodríguez Zapatero, quien ha seguido sus tesis al pie de la letra y se ha dirigido a Casado para que «arrime el hombro» y facilite el pacto que busca ahora con tanto anhelo el jefe del Gobierno: «Espero que se imponga el afán patriótico». Mientras, Mariano Rajoy ha querido quedar al margen de la pelea política. Pero ayer no pudo evitar aparecer en algún titular, al publicarse que rompía el confinamiento para salir a la calle y hacer ejercicio, según informa Europa Press.
FUENTE DIARIO ABC: