Caddies, olvidados y a la intemperie

La figura del caddy es de lo más singular. Tanto, que en los pasados Juegos Olímpicos existían ciertas dudas a la hora de ubicarlos. No estaba claro si debían ser considerados deportistas,

entrenadores o ayudantes, pues tienen una implicación muy directa en el juego, tanta como un copiloto en un rally o un timonel en una regata. Al final, hacían vida por la Villa Olímpica como unos protagonistas más. Sin embargo, lejos de su valía para los jugadores, su situación laboral no termina de estar regulada. Por un lado, no se exige una titulación determinada para ejercer; por otro, en los circuitos del máximo nivel conviven asistentes profesionales (por lo general exjugadores) con otros aficionados (familiares o amigos). Y claro, como esta relación no está estipulada, los organizadores no quieren saber nada; es más, evitan cualquier responsabilidad que pudiera derivarse de un percance al alegar que son los jugadores los que deben responder por sus empleados. En circunstancias normales (hasta que la pandemia acabó con la rutina conocida), el oficio de caddy profesional era de los más deseados. La posibilidad de ver mundo, disfrutar de un deporte apasionante y hacerse con unos magros ingresos en una buena semana han permitido a los mejores disfrutar de una vida desahogada. Aunque cada caso es un mundo, las cifras habituales que se manejan son de unos 1.200 euros semanales (de donde tienen que pagar los gastos de viajes, alojamiento y manutención en los países a los que acuden) más un porcentaje de las ganancias de su jefe (un 10 % por la victoria; un 7 % por un top-10 y un 5 % por pasar el corte). Una baja sin paro El problema llega cuando se produce una situación como la actual, en la que los ingresos quedan anulados y los escuderos deben tirar de sus ahorros para el día a día. Y es entonces cuando pueden surgir las complicaciones. «Yo de momento estoy tranquilo en casa -comenta Raúl Quirós-, pues aunque llevar la bolsa de Pablo Larrazábal es mi única fuente de ingresos, por ahora puedo mantenerme. El problema es para otros compañeros que no tengan un jugador tan importante». Tanto es así, que ya están surgiendo inciativas para recaudar fondos para los más necesitados, como la de Ian Finnis (Tommy Fleetwood), que decidió sacar a subasta objetos personales de grandes eventos y recaudó 12.000 euros en solo siete horas. «Hay gente que lo está pasando mal y esas acciones son muy importantes -apunta Diego Suazo, eterno compañero de Nacho Elvira- pero son a título individual, no del Circuito». Aunque los caddies son parte fundamental del espectáculo ya ha quedado dicho que legalmente son ajenos al Tour, por lo que no hay ninguna norma que les ampare en esta situación de desempleo forzoso. «Sé que la Asociación de Caddies europea lleva unos años haciendo una buena labor y que está tocando este asunto y de momento no hay nada concreto -prosigue el madrileño-, aunque me consta que están buscando apoyo en el European Tour». Una de las figuras entre los porteadores es, sin duda, Colin Byrne. El actual ayudante de Rafa Cabrera es uno de los veteranos a ambos lados del Atlántico (ganó un Open USA con Retief Goosen) y muy activo en cuanto a reivindicar los derechos de sus compañeros. De hecho, él fue el impulsor de que pudieran vestir pantalones cortos o de que les abrieran las puertas de los comedores de los clubes. «Es evidente que hemos ido mejorando en los últimas tres décadas, pero aún queda margen de mejora», indica un tanto descorazonado por la situación. Mirarse en el PGA El irlandés es tajante. «No espero nada por parte del Circuito Europeo, que quizá debería fijarse un poco más en el Americano; aunque allí tampoco haya medidas para favorecer a los caddies, al menos están receptivos». Por ejmplo, al abonar a los jugadores el torneo de The Players (aunque fue suspendido) y de esa manera los caddies tuvieron su porcentaje; mas, lo principal, es que han abierto una línea de crédito con los actores (golfistas y asistentes) por la que pueden recibir ingresos a cuenta de sus futuras ganancias. Tanto Quirós como Suazo están pasando este confinamiento en sus domicilios, disfrutando de unas jornadas que no esperaban con sus familias después de varias temporadas en la elite continental. Algo que también puede decir Jesús Legarrea, el último en llegar al grupo, que en solo 6 torneos con Jorge Campillo ya ha conseguido hacer un poco de caja. «Tuve suerte de que ganamos en Qatar, justo la última semana antes de que lo cancelaran todo. Si no, tendría que haber vuelto a dar clases en mi academia», reconoce. Ahora bien, como se alarge mucho este parón, la crisis va a afectar también a los jugadores más modestos en una maldita serpiente que se morderá la cola. «Los que lleven más de dos años en el Tour supongo que podrán aguantar bien, pero los que acabamos de llegar lo tendremos complicado», señala Sebastián García, que en esta campaña de debut ya ha afrontado dos viajes a Australia y uno a Sudáfrica, Mauricio, Arabia, Omán y Qatar. Apenas ha recaudado 16.000 euros, de los que tiene que descontar sus gastos más el sueldo de su caddy.

Fuente La Razon:

https://www.abc.es/deportes/abci-golf-caddies-olvidados-y-intemperie-202004150142_noticia.html

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