Rosa Peral, la «femme fatale» de la Guardia Urbana

Su abogada, Olga Ardediu, trató de convencer al tribunal del jurado de que la agente de la Guardia Urbana Rosa Peral tal vez no era «una santa» pero tampoco era una «asesina»

ni una «viuda negra», como apuntaban las acusaciones. Sugirió la letrada que en el proceso, en el que finalmente ha sido condenada a 25 años por planear y ejecutar, junto a su amante, la muerte de su pareja, lo que se pretendía juzgar en realidad no era el delito cometido por Rosa sino «el pecado». Un proceso judicial en el que se había dedicado el tiempo «a ver si Rosa había solapado relaciones sentimentales». Sugería la abogada que en esta «sociedad machista» se percibía una saña con Rosa que no existía en el caso de Albert, pese a estar acusados por el mismo delito. Su amante fue condenado a 20 años de cárcel, también por asesinato con alevosía. En su caso, la pena es ligeramente inferior porque a Rosa se le tuvo en cuenta el agravante de parentesco. Sin embargo, independientemente del adjetivo a usar para definir la conducta de Rosa Peral, tanto el veredicto del jurado como la posterior sentencia sobre el asesinato que acabó con el cadáver del guardia urbano Pedro Rodríguez calcinado en el maletero de su principio coche dejan claras varias conclusiones. El móvil del crimen sí está íntimamente ligado a la personalidad de Rosa Peral. La agente quería seguir conservando un triángulo amoroso que a ella ya le iba bien. Intentaba mantener con Pedro, su pareja, y con quien vivía en el chalé de Cubelles (Barcelona), una relación estable y familiar. Pero sin renunciar a sus infidelidades. En la casa que aquel 2 de mayo de 2017 se acabaría convirtiendo el escenario del crimen vivían también las dos hijas pequeñas de Rosa. Aquello era imprescindible para Rosa, pero insuficiente. Necesitaba vías de escape para abstraerse de la rutina familiar, y en este contexto había retomado una apasionada relación sentimental del Albert López, también guardia urbano, y con quien durante años había patrullado las calles de la capital catalana. Era un equilibrio deseado entre lo familiar y lo pasional, pero no era nuevo. Cuando Rosa empezó su relación con Pedro hacía muy poco que se había separado de Rubén, su exmarido, también policía y padre de sus hijas. Las últimas navidades había sido paradigmáticas de la personalidad de Rosa. En Nochebuena la relación de Rosa con Rubén estaba en sus estertores, pese a lo que este se sentó en la mesa con toda la familia. Sin embargo, en la cena de fin de año, el que ocupó su sitio fue Pedro. Solo una semana después, en las reuniones familiares, el nuevo novio ya se sentaba en la silla que durante años había sido de Rubén. Como si cambiara un cromo por otro, Rosa intentó mantener con Pedro el mismo equilibrio que con Rubén. Una vida familiar estable y escarceos amorosos como válvula de escape. Incluso llegó a llevar al mismo tiempo los anillos de compromiso de los dos hombres. Pero tuvo la mala suerte de que Pedro no resultó ser tan comprensivo con sus amoríos como lo había sido Rubén. Pedro, un obstáculo No se sabe exactamente lo que desencadenó los desencuentros, pero el juicio dejó entrever que Pedro podría haberse enterado de las infidelidades de Rosa con Albert, agriándose le relación entre ellos. Según la sentencia, en un momento dado, Rosa y Albert consideraron que Pedro era un obstáculo para la relación que habían retomado y por eso decidieron acabar con su vida. Cuando mataron a Pedro, intentaron incriminar a Rubén acercando el teléfono móvil de la víctima a la casa de su exmarido. El plan era hacer creer a los Mossos d’Esquadra que la relación entre su exmarido y su actual pareja era mala, y que en un momento dado Pedro había ido a casa de Rubén a ajustar cuentas, pero este último lo habría matado. Por suerte para Rubén, aquella tarde-noche estaba en el gimnasio, con lo que pocas explicaciones necesitó dar a los Mossos para convencerles que nada tenía que ver con aquello. Un torbellino en prisión Que Rosa Peral era una mujer problemática antes del crimen quedó claro en el largo juicio que acogió la Audiencia de Barcelona. Es una joven atractiva que causaba sensación en un cuerpo policial en el que, como es habitual, predominan los hombres. Muchos tuvieron relaciones sexuales con ella, pero otros muchos evitaban coincidir con ella en los patrullajes sabiendo que es una persona complicada y fuente de conflictos. Ya en la cárcel, Rosa Peral siguió causando problemas. Tras ser detenida, llegó como un torbellino a la cárcel barcelonesa de Wad-Ras. Con su capacidad de seducción y manipulación destrozó los vínculos que muchas internas tenían entre ellas. Generó una gran tensión, según relató la directora del centro penitenciario en una declaración ante los Mossos. Acabó siendo traslada a la prisión de Brians. En la cárcel confesó a una presa haber envenenado a Pedro antes de cometerse el asesinato, según relató la propia interna en el juicio. En la cárcel, según la versión de una presa, Rosa aseguró también que quería matar a su exmarido.

FUENTE DIARIO ABC:

https://www.abc.es/espana/catalunya/abci-rosa-peral-femme-fatale-guardia-urbana-202004161510_noticia.html

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