Ciudades burbuja para el deporte americano

El confinamiento hace perder el sentido del tiempo -¿hoy era domingo o lunes?-, pero muchos fanáticos del baloncesto no habrán olvidado que este fin de semana era una fecha señalada: el comienzo

de los playoffs de la NBA. Como buena parte del mundo que conocíamos hasta principios de marzo, el coronavirus se lo ha llevado por delante, igual que el resto de ligas estadounidenses. Parece que fue hace años cuando se supo que Rudy Gobert, el pivot francés de los Utah Jazz, dio positivo en la enfermedad y la NBA echó el telón. A día de hoy es imposible saber cuándo volverá a abrir. Lo mismo ocurre con la MLB, la liga de béisbol; el hockey sobre hielo y el resto de deportes. El apagón deportivo es una tragedia en un país donde mucha gente no entra en un bar a tomarse una cerveza si no hay pantallas escupiendo el parqué desigual del Boston Garden o que no son capaces de cenar sin el murmullo monótono del narrador de béisbol. Lo sabe bien Donald Trump, que toca como nadie la fibra sensible del estadounidense medio. «Quiero que los seguidores estén en los estadios lo antes posible», dijo con optimismo desmedido a comienzos de este mes. «Quieren ver baloncesto, béisbol, fútbol americano y hockey. Quieren ver sus deportes». Esta semana dijo que «estaba cansado de ver partidos de hace catorce años». Muchos estadounidenses suspirarían al unísono con su presidente. La esperanza para los fanáticos del deporte es la idea de la «bubble city»: meter las ligas en una «ciudad burbuja». Es decir, reunir a todos los equipos en un lugar concreto, aislarlos en un hotel y disputar los partidos que quedan de temporada. Y rezar que nadie dé positivo por coronavirus. Como destinos se han planteado las Bahamas, alguna de las grandes universidades del Medio Oeste -Michigan, Kansas, Ohio- y, sobre todo, Las Vegas. La ciudad del juego tiene mucha capacidad hotelera y está acostumbrada a un evento similar, la liga de verano de la NBA, en la que los equipos prueban a sus novatos. Lo siguiente sería saber cuándo sería el pitido inicial. El escenario más optimista marca que no se permita que los equipos se reúnan hasta junio. Ponerse a jugar de inmediato es imposible, y se calcula con una minipretemporada de tres o cuatro semanas. Si eso se cumple, los primeros partidos podrían ser en julio. Todavía habría que decidir qué fórmula se utilizaría para completar la temporada (acortar lo que queda de liga regular, limitar las series de playoffs a cinco partidos, en lugar de siete) y cuándo se acabaría. Si ese escenario funciona, habría un campeón en septiembre. El comisionado de la NBA, Adam Silver, ya ha advertido de que no se tomará ninguna decisión sobre estas especulaciones al menos hasta el 1 de mayo. Que no haya campeón es una posibilidad real: este viernes, los jugadores y la liga acordaron una reducción salarial del 25% para el caso de que la temporada se acabe sin disputar más partidos. Una situación similar vive el deporte estadounidense por antonomasia, el béisbol, al que la epidemia le sorprendió sin que ni siquiera pudiera jugarse un partido. El inicio estaba previsto para finales de marzo y tuvo que suspenderse. La idea es crear otra burbuja donde se concentren los partidos. El destino favorito es Arizona, donde muchos equipos realizan su pretemporada, o Florida, a donde también migran las franquicias a comienzo de año para preparar el torneo. O, incluso, dividir la liga entre los dos estados. No arrancaría hasta mayo, en el mejor de los casos. 1.000 millones de pérdidas En ninguno de estos planes está la posibilidad de que haya público en los estadios, pero, al menos, mantendría el seguimiento en televisión, donde los canales con derechos podrían perder hasta 1.000 millones de dólares por la suspensión de las ligas. Y, por mucho que se cierren las «burbujas», el riesgo de que aparezcan casos de coronavirus es enorme: hay un ejército de entrenadores, asistentes, médicos, fisioterapeutas, utilleros, cocineros… Y el «show de Truman» en el que se se convertirían las ligas tendría un problema adicional: requeriría de test de diagnóstico constantes. La NBA ya se metió en un problema de imagen cuando sus jugadores accedieron a test cuando la mayoría de estadounidenses no podían, y es posible que haya problemas de acceso todavía para personal sanitario o enfermos mientras los disfrutan los privilegiados del deporte. El deporte más popular del país, el fútbol americano, acabó su temporada a comienzos de febrero. Lo que está por ver es cómo empezará la nueva, que arranca en septiembre. Hay especulaciones de que podría ser una liga más corta, sin público y con partidos que se jueguen fuera de puntos calientes de la epidemia, en función de cuál sea su evolución en otoño. Esta semana se han conocido los primeros positivos. El futuro de otros grandes eventos deportivos está todavía en el aire: los playoffs de la NHL de hockey podrían celebrarse en agosto -también en una burbuja-; el Masters de Augusta de golf se ha trasladado a noviembre; y la celebración del US Open de tenis en Nueva York, donde Rafael Nadal buscará revalidar su título, se decidirá en junio. Mientras tanto, el gran acontecimiento en EE.UU. estos días es una serie documental: hoy se estrena «The Last Dance», un viaje a la última temporada de Michael Jordan en los Bulls de Chicago.

Fuente La Razon:

https://www.abc.es/deportes/abci-ciudades-burbuja-para-deporte-americano-202004190129_noticia.html

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