El golf quiere ser un sector estratégico

La ilusión con la que el mundo del golf afrontó el año 2020 se quedó en agua de borrajas en cuanto el coronavirus entró en escena. Las previsiones más optimistas se fueron

desinflando hasta llegar al punto actual, donde la confusión y la preocupación son máximas. Por la propia idiosincrasia de este juego, se desmigaron todas las piezas que lo amalgaman y que lo convierten, indudablemente, en una actividad única que es difícil de clasificar. «Aunque parezca una frase hecha, no me cabe duda de que el golf es mucho más que un deporte –señala Gonzaga Escauriaza, presidente de la Federación Española–. Por un lado está la parte competitiva, tanto profesional como recreacional, pero por otro hay toda una industria relacionada que aporta 2.000 millones de euros a la sociedad española y somos un atractivo fundamental en el sector turístico. Un millón de extranjeros nos visita cada año solo para jugar aquí y hacer gasto en sus vacaciones». Además de las propias cifras, el mandatario apunta a otros intangibles que no convienen obviar. «Los estudios afirman que el golf es un deporte saludable, especialmente para las personas mayores, y estamos contribuyendo a que una enorme cantidad de jubilados salgan de sus casas para sentirse activos. Esto repercute en una mejora evidente de dolencias cardiacas, vasculares y psicológicas que ahorra mucho dinero a la Seguridad Social», señala Escauriaza. Además, en una época donde la mujer protagoniza el deporte profesional, es el segundo más practicado por las aficionadas españolas, después del baloncesto. Toda una industria detrás Pero al margen de sus bondades para los practicantes, también hay toda una industria que vive de él: los campos, los proveedores de material, los medios informativos que lo cubren, los profesores que lo enseñan o las empresas que venden paquetes de juego, entre otros. Todos ellos se encuentran ahora con las instalaciones cerradas y con muchas dudas a la hora de otear su futuro, dada la enorme diversidad de sus intereses. «Todo este periodo está siendo un calvario –comenta Claudia Hernández, presidenta de la Asociación de Campos– ya que somos empresas con trabajadores de muchas áreas (jardinería, restauración, ventas, deportes) y aunque se cierren las instalaciones al público, no podemos dejar de cuidar el campo, que es un ser vivo». Las labores de poda, siega o abono se encontraron un obstáculo más cuando llegó el segundo confinamiento. «La noche anterior conseguimos que se nos reconociera como actividad esencial y así pudimos seguir con el mantenimiento», prosigue Hernández. En ese punto entraron también en consideración otros aspectos fundamentales como el laboral y el turístico, a los que junto al ocio y la salud se quieren aferrar desde su posición de miembros de la CEOE. «Nosotros somos una industria más y abogamos para que se tengan en consideración todas nuestras particularidades a la hora de un regreso paulatino a las actividades y la concesión de ayudas extraordinarias», concluye la dirigente. Un futuro muy negro El momento del retorno será duro y, posiblemente, distinto para los diferentes tipos de club. A diferencia de otras ofertas para ejercitarse, como puedan ser los gimnasios o las piscinas, en este caso hay instalaciones con cuotas de socios y otras que viven de lo que facturan de los visitantes. «Los clubes tradicionales tienen una masa social que, aunque se reduzca un poco, les permitirá sobrevivir, pero los comerciales van a tener que cambiar mucho sus modelos de negocio para hacerlo», señala Daniel Asís, consultor con tres décadas de experiencia. Más que nada porque, en el caso ideal de que los campos se abrieran de un día para otro, unos contarían con jugadores deseosos de disfrutar de su afición mientras que los otros tendrían que empezar de cero. Sobre todo los costeros. «Ahora mismo todas las reservas están canceladas (unas 30.000 en los campos que gestionamos) y nuestras previsiones son papel mojado, porque no tenemos datos de cuándo volveremos a a la actividad ni, lo que es peor, si podrán regresar los extranjeros», sostiene Alfredo Caparrós, director comercial externo de una quincena de hoteles con golf en Alicante, Murcia, Málaga, Cádiz y Huelva. Al ser el golf un deporte que se puede realizar en solitario, lo lógico sería que se pudiera retomar cuanto antes, «como correr o salir en bicicleta y con todas las medidas de seguridad», apunta Hernández. No obstante, el futuro será muy distinto al conocido hasta ahora. «Las partidas serán de una o dos personas, sin compartir buggy y los torneos, sin salidas al tiro ni entregas de premios», sospecha Caparrós. El peligro puede llegar más allá, pues «el miedo y la psicosis que se están provocando en la gente pueden hacer que cambie la forma de disfrutar del ocio de ahora en adelante», según Asís.

Fuente La Razon:

https://www.abc.es/deportes/abci-golf-quiere-sector-estrategico-202004200109_noticia.html

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