La profe que soñó con un gimnasio propio y ahora lo tiene lleno de alumnos en la web

Ya casi es la hora. Corre los sillones, la mesa y se hace lugar en el living de su casa, en San Isidro. Frente a su computadora, una colchoneta y dos

mancuernas esperan el comienzo de la clase. Faltan unos minutos, pero poco a poco su gimnasio virtual se llena de gente. La cámara se enciende y Alejandra Moreno empieza la rutina de ejercicios en plena cuarentena.

El encierro no la detiene, todos los días a las 19 se calza las zapatillas y transmite su entrenamiento vía Zoom. A pesar de la distancia, corrige a cada uno de sus alumnos como si estuviera en su lugar de trabajo. La música, a todo volumen, marca el ritmo de la práctica, la cual hace sin ningún beneficio a cambio.

“Tenemos un grupo de chat con mis alumnos, ellos me decían que diera gimnasia o que grabara algún video y lo subiera a las redes para que lo hicieran en sus casas. Empecé a averiguar cómo hacer una clase en vivo y di con este programa. Les mande el mensaje con el link y se re engancharon. También empezamos a invitar a gente de afuera, se sumó muchísima. Es una manera de hacer actividad y hacerlo desde el hogar, para no perder el ritmo de vida de uno”, explica la vecina de Boulogne.

A pesar de la distancia, corrige a cada uno de sus alumnos como si estuviera en su lugar de trabajo.

Su energía traspasa la pantalla. Cada día la rutina es diferente, desde planes aeróbicos a otros más localizados y con circuitos. Su objetivo es que todos sus alumnos puedan trabajar cada parte del cuerpo, desde aquellas que tienen 16 años hasta la más adulta de 80. “Trato de cuidar a ambas, por el peso y la movilidad”, detalla la profesora de 44 años.

El aislamiento obligatorio fue un antes y un después para Moreno. Ella, al igual que muchos profesores, atraviesan una difícil situación económica: “El gimnasio no me paga, ya que si no trabajo no cobro. No se genera plata y encima el lugar tiene que seguir pagando su alquiler. En casa tratamos de ajustarnos. El gimnasio no me paga por las clases online, lo hago por mis alumnos y porque me gusta, ellos me lo agradecen”.   

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Desde hace dos años que ella dedica sus días a dar clases en un gimnasio en Olivos. Al comienzo sólo daba dos veces por semana, pero poco a poco encontró su lugar. Si bien hace cinco años comenzó a ejercer, hace tiempo que Moreno buscaba esta profesión. Comenzó a estudiar a los 19 años, pero cuando le faltaba un año para recibirse una lesión en la rodilla la alejó del deporte. Con los años retomó su deseo y volvió a capacitarse para dar clases.

Más allá del confinamiento, ella no pierde el tiempo y aprovecha para compartir el ejercicio con su hija. El deporte la ayuda a abstraerse de la situación y brindarle un sostén anímico a sus alumnos. Así, encontró su manera de descargarse y desprenderse de las tensiones y ansiedades de la cuarentena. 

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