Es uno de esos seleccionadores españoles codiciados por medio mundo. Roberto García Parrondo vive su confinamiento en Egipto, donde dirige al combinado nacional de balonmano. También tiene parte de la culpa del
poderío que ejerce el Vardar macedonio en Europa. Ahora, encerrado como está y viendo las preocupantes noticias de España, dedica su tiempo a revisitar partidos de balonmano de otras épocas y repensar lo que está por venir para su equipo. Tenía Egipto una gran oportunidad este verano de crecer en una competición internacional como eran los Juegos Olímpicos. Remarca García Parrondo, en una charla con diferentes medios de España y Argentina promovida por la Federación de Balonmano, que a su equipo le falta esa experiencia internacional de la que no han podido disfrutar sus pupilos porque la media de edad no llega a los 25 años. De ahí que lamente que el coronavirus haya eliminado una buena opción de codearse con los mejores del mundo en Tokio 2020 para ganar experiencia. «Sobre todo porque nos habría llevado a ganar en competitividad para afrontar el Mundial que se celebra en Egipto al año que viene», admite el exjugador madrileño. Está muy satisfecho con su trabajo estas tres temporadas que lleva en el banquillo. E intenta, aunque reconoce que no lo sabe con certeza, dar con la clave de por qué los entrenadores españoles siguen siendo los más prestigiosos. «Una de las cualidades es el trabajo. No hay que buscar más allá. La mayoría de entrenadores españoles que conozco no tienen ningún problema en echar horas y horas y horas, aunque cada uno tenga su personalidad. Si hay que trabajar 24 horas se trabaja». El coronavirus ha trastocado todos los planes, pero le da reparo lamentarse sobre lo que puede suponer al balonmano cuando la crisis es para todos. «La situación está mal para muchísima gente. Me da rabia quejarnos del balonmano, del deporte. Porque hay mucha gente que lo está pasando mal en sus casas. Pero es cierto que el balonmano sufrió un grave golpe en la última crisis, y ahora que se llegaba a un nivel más o menos estable, aunque no todavía recuperados sus mejores momentos, sí estaba remontando. Esta crisis va a ser otro duro golpe. Igual que lo va a ser para muchísimos otros sectores, el balonmano también sufrirá, pero tenemos que ponernos todos en el mismo rumbo y lo antes posible». Por el momento, se siente a gusto en Egipto, haciendo crecer a un equipo joven y con mucha proyección. «Me contrataron para un proyecto de dos años que incluía el Campeonato Africano, los Juegos y el Mundial en apenas 20 meses. Objetivos muy interesantes. Después me tocará buscar otro, que puede ser aquí o en otra selección o en otro club. Sí he recibido llamadas de la Asobal, pero ninguna se ha concretado. Así que, por el momento, no hay perspectivas de regresar a casa».
Fuente La Razon: