La única argentina varada en Botswana: “Vivo con el miedo de enfermar y estar lejos de mi familia”

La mendocina Gloria Fontán (69) es analista de sistemas jubilada y ha dedicado buena parte de su carrera a formar mujeres para que logren independencia económica y salgan de la

miseria. Desde hace un año, emprendió un viaje a Londres y luego recaló en el sur de África para colaborar con una ONG humanitaria. Tenía un pasaje de vuelta a la Argentina para el 24 de marzo y fue cancelado por la pandemia del Covid-19​. Aunque hay alrededor de 80 argentinos varados en África, es la única en Botswana: “Le pedimos al presidente Alberto Fernández que nos tengan en cuenta”, ruega. Con angustia desde su confinamiento en un país sin sistema médico confiable, dice: “Tengo miedo de enfermarme y estar lejos de mis hijos”.

Argentina en África. Gloria Fontán pide al presidente Fernández que “no los abandone”.

Una de las alternativas que evalúan con otros argentinos varados en África es que haya algún acuerdo con otros gobiernos de Latinoamérica, como Perú, ara realizar un vuelo conjunto. A Gloria la esperan sus cinco hijos y nueve nietos. Es hipertensa y está dentro de los grupos de riesgo de contraer coronavirus​ : “El Presidente dijo que los mayores tendríamos prioridad, pero la Cancillería ni si quiera nos atiende”.

Son cerca de 80 los argentinos varados en diferentes países de África, como Sudáfrica, Namibia, Botswana Zambia y Zimbawe. “He escrito a los mails de Cancillería a los twitters del ministro Felipe Sola y el presidente Fernández, pero nadie ha respondido”, dice Gloria. Y aclara que, en cambio, ha recibido muy buena atención de la Embajada de Argentina​ en Sudáfrica. “El cónsul Pablo Graziano me llama seguido y se preocupa por mi salud”, dice.

Recién separada, Gloria se mudó desde San Martín a la ciudad de Mendoza con sus cinco hijos. Estudió en la Universidad Tecnológica Nacional y comenzó a trabajar como asesora de empresas. Luego emigró a Barcelona con su segundo marido, con quien instaló un hospedaje. Retornó a la Argentina y ejerció sus últimos años como profesional de la informática. “Cuando me jubilé me fui de mochilera por el mundo. A pesar de haber tenido una vida dura, soy muy agradecida. Por eso, buscaba algo más que pudiera darle una solución a la gente”, comenta.

Argentina en África. Gloria Fontán en Botswana.

Por una amiga española se enteró que había posibilidades de un voluntariado en India y África. Postuló y fue becada para trabajar en distintos pueblos de Inglaterra. Instalaba contenedores en espacios públicos para que los ciudadanos pudieran donar ropa y destinarlo a sector vulnerables. “Fue sorprendente ver que muchos ingleses compraban demás, recibíamos ropa nueva, aún con sus etiquetas”, recuerda.

Gloria estuvo trabajando en Inglaterra desde marzo a diciembre de 2019. El 22 de enero de este año viajaron a Zambia con otras cinco voluntarias. El 9 de marzo se trasladó a Botswana para continuar con el programa de voluntariado como instructora de desarrollo para mujeres. Apenas llegó, se declaró la pandemia y no alcanzó a realizar su trabajo. A partir de este momento, la ONG comenzó a gestionar los vuelos para que cada voluntario pudiese regresar a su país. Gloria tenía vuelo el 24 de marzo por Latam desde Johannesburgo hacia Santiago de Chile y, luego, a Mendoza. El día antes de viajar le cancelaron el vuelo.

Desde entonces reside en la casa que tiene la ONG en las afueras de Gaorone, en Botswana, a unos 26 kilómetros de la frontera con Sudáfrica. Son cuatro personas: dos botswaneses, la cocinera de Zimbawe, la jefa de misión y ella. “Tenemos alojamiento pero no tenemos dinero para comprar comida. Lo que más nos preocupa es la cobertura médica. No creo que haya un solo respirador en todo Botswana, estamos muy vulnerables”, sostiene.

Gloria le dice a Clarín​ que vive “con el miedo en el cuerpo”. Hay pocos casos confirmados de Covid-19 en la provincia donde reside y muchas personas no toman conciencia del riesgo del contagio.

Los días son largos para esta argentina: “Estoy encerrada en mi habitación todo el tiempo. Canto y bailo, escribo y le hablo a una gata con la que comparto este encierro”. El mate ha sido su compañía entrañable: “Solo me queda un poco de yerba. Espero que me repatríen antes de que se acabe”, comenta.

Más allá de la incertidumbre, Gloria no se arrepiente de su viaje y quiere seguir ayudando. “Creo que la economía del bien común es la solución para el mundo que vendrá después del coronavirus”. Apuesta por “más mujeres empoderadas” para sacar al mundo de este individualismo y salir de esta crisis mundial.

Argentina en África. Gloria Fontán en un campo de refugiados en Palestina, en la preparación de su voluntariado.

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