El mundo del fútbol mira con una mezcla de envidia y escepticismo a Alemania, pionera a la hora de levantar la mano en lo que respecta al balón, bajo llave desde que
el pasado mes de marzo el coronavirus arrasará con cuanto encontró a su paso. Salvo excepciones como la liga de Bielorrusia, el reducto con el cual el futbolero patológico pudo aliviar los rugidos de sus tripas durante estas últimas semanas, no ha habido más partidos que llevarse a la boca que los históricos que han copado la parrilla televisiva. Por eso, tener a escasas horas un Eintracht de Frankfurt-Borussia Mönchengladbach es un acontecimiento. Allí, en el Eintracht-Stadion, estará Lucas Torró, uno de los españoles que vivirá desde dentro el regreso del fútbol. El canterano del Real Madrid, miembro de la plantilla del club de la capital financiera desde que en 2018 llegó del conjunto blanco, lleva en un hotel junto a sus compañeros desde el pasado domingo, extremando las medidas del plan de prevención orquestado por la Bundesliga. En conversación con ABC, dice que llevan «muy bien» la situación. «Estuvimos dos semanas parados por unos positivos, pero fue ya hace casi dos meses, cuando todo empezó. Después ya no hemos vuelto a parar», cuenta el centrocampista, uno de los futbolistas que vieron cómo la pandemia comprometía también su forma física, pues en marzo se encontraba en la recta final de la recuperación de una lesión de rodilla que lo había tenido dos meses quieto. «Tuve que frenar otra vez y eso me dejó sin ritmo. Ahora, con tantos partidos seguidos y la situación en la que estoy, falto de competición… A ver si puedo ir entrando en la dinámica, soy un jugador que necesita acumular minutos», explica. El plan por el que se regirá el regreso del fútbol alemán servirá como probeta de la que extraer conclusiones para el resto de las grandes ligas, con la española y la Premier pendientes de cerrar flecos antes de volver, si todo va bien, el fin de semana del 12 de junio. Además de los test de rigor, el listado de normas incluye dejar asientos de separación en autobuses y banquillos, uso de mascarillas y guantes, cancelación de saludos iniciales, choques de manos al final y abrazos en las celebraciones de goles e incluso la prohibición de que se dé una imagen tan escatológica como asentada, la del escupitajo. «Lo que más nos están haciendo son test de serotonina (el que mide los anticuerpos). También han empezado a hacer muchos PCR, los del palito, para ver si hay algún positivo. Cada pocos días nos hacen. También hay un protocolo diario antes de cada entrenamiento, nos toman la temperatura siempre, y si alguien tiene el más mínimo síntoma lo aíslan», asegura Torró. Motivación a puerta cerrada El domingo le tocará ver su estadio vacío, desprovisto del folclore habitual en cada jornada de liga, una nueva situación que tardará en verse como normal. «A nadie le gusta jugar a puerta cerrada, pero nos toca, hay que aceptarlo y no queda otra. Encima aquí en Alemania, con el ambiente que hay alrededor del fútbol, el comportamiento de la gente en los estadios es algo espectacular y cambia mucho el partido. Hay que adaptarse. De momento ya hemos hecho un par de partidos entre nosotros para coger esas sensaciones extrañas», apunta el de Cocentaina, a quien la estampa le recuerda «a un entrenamiento, pero con la peculiaridad de que te estás jugando muchas cosas». «Hay que aprender a estar motivado», repite como un mantra. A Torró este periodo de reclusión se le ha hecho relativamente llevadero, pues en Alemania siempre estuvieron permitidos los paseos y el deporte. También porque la situación, comenta, siempre estuvo más controlada que en España. Dice que no tiene «nada de miedo», que solo piensa en que vuelvan «el fútbol y la rutina de antes». Entretanto, y como a la de ahora aún le queda lo suyo, le toca ser el centro de atención en el planeta fútbol.
Fuente La Razon: