Historias de espías, jueces y políticos

Hay algo que no encaja o que encaja del todo. Depende del lugar desde el que se lo mire. El presidente Alberto Fernández anunció una reforma “para que

nunca más haya una justicia contaminada por los servicios de inteligencia” y tres días después el Gobierno archivó una denuncia y frenó otracontra dos jueces acusados de vinculaciones con los servicios de inteligencia.

Cerró la investigación sobre Luis Rodríguez, un ex juez de instrucción que pasó a integrar el elenco de Comodoro Py impulsado por el auditor Javier Fernández. Fernández fue operador judicial clave del kirchnerismo y colaborador del jefe de los espías Jaime Stiuso.

Esta última historia puede resumirse así: la viuda del ex secretario privado de Néstor Kirchner, Daniel Muñoz​, dijo que su marido le dijo que había pagado 10 millones de dólares “para arreglar” al juez Rodríguez, que lo investigaba por lavado de dinero.

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Muñoz fue durante muchísimos años la sombra de Kirchner. Había comenzado en Santa Cruz como el che pibe del estudio de los Kirchner y mantuvo esa función con el matrimonio hasta 2009. Declaró un Volkswagen Gol usado cuando Kirchner llegó a la Rosada y al morir en 2016 tenía sólo en propiedades en Miami y en Nueva York unos 70 millones de dólares. Muñoz fue testaferro de Kirchner y a la vez custodio de plata de Kirchner que al morir Kirchner se la mejicaneó.

La ex secretaria y amante de Kirchner, Miryam Quiroga, le contó a Rodríguez que Muñoz le robaba bolsos con plata a Kirchner. El juez se hizo el distraído. Años más tarde el nombre de Muñoz volvió en los Panamá Papers. Rodríguez se negó a congelar los bienes de Muñoz descubiertos en el exterior. Tiempo para que la viuda pudiera mover el dinero y evitara la confiscación.

Esta historia explica por qué al defender a Rodríguez el cristinismo se defiende a sí mismo. El otro juez es Rodolfo Canicoba Corral y también lo defiende el cristinismo. Está menos claro por qué. Hay una relación desde que Julián Alvarez era secretario de Justicia de Cristina y nexo entre La Cámpora y los jueces. Puesto por Menem, Canicoba lleva 27 años en Comodoro Py y expresa mejor que ningún otro juez la relación con la política. Les ha hecho favores a todos y todos le deben algo. Y como todos le deben algo, logró zafar siempre.

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Uno de los que le debe es Daniel Angelici: le pidió por Gustavo Arribas, el jefe de los espías en tiempos de Macri denunciado por dinero que le giró un cambista brasileño que trabajaba para Odebrecht. Canicoba cerró el caso. Devolución de favores: el consejero radical de la Magistratura Mas Velez, aliado de Angelici pero más cercano al histórico Coti Nosiglia, hizo un dictamen a favor de Canicoba. Fue hace meses. Al final lo retiró pero el dictamen fue usado por el ahora cristinista Diego Molea, rector de la Universidad de Lomas, para salvar a Canicoba.

Si es por volteretas, nadie iguala a Molea: apoyó al macrismo hasta que el macrismo perdió las PASO. Viendo el cuadro completo, cuesta creer que Fernández vino a romper la conexión de la política con la Justicia. Sobre todo porque llegó de la mano de Cristina.

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