Que si sirven o no sirven. Que si barbijos quirúrgicos o máscaras sofisticadas con válvula. Los tapa bocas siempre estuvieron en la primera fila de temas a discutir en la pandemia de
coronavirus. Más allá del debate son varios los países que obligan a usarlo. Desde este jueves, España es uno, al alto costo de 600 euros para quien incumpla la orden.
Si bien la orden no establece las sanciones específicas para aquellos que infrinjan la norma, desde Sanidad señalan que habrá multas para aquellos que incumplan la Ley de Seguridad Ciudadana: los que se resistan a los requerimientos de la policía y los reincidentes. Según informa este jueves el diario La Vanguardia, las faltas leves, las que más se han denunciado hasta ahora por saltarse el confinamiento, se sancionan con multas de los cien a los 600 euros. Las faltas graves ascienden hasta los 30.000 euros y las muy graves a los 600.000.
Un hombre por la calle protegido con barbijo en Madrid. / Europa Press
Las máscaras ya eran un ‘atrezzo’ habitual en España, pero ahora son obligatorias en espacios abiertos y cerrados. Una orden que la población entiende, porque sin ella “es como tirarse a la piscina sin saber nadar”, dice Cristina Quevedo, profesora de primaria.
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Este jueves, la casi totalidad de los transeúntes y pasajeros en el centro de Madrid iban con su mascara, cumpliendo con la orden del gobierno de llevarla siempre que no se puedan respetar los dos metros de distancia interpersonal de seguridad.
La medida es obligatoria a partir de los 6 años de edad.
“Entiendo que es incómodo, hace calor, pero hoy por hoy creo que es una medida sensata, porque estamos muchos en la calle, y a lo mejor hay gente que lo tiene (el virus) y no lo sabe”, dice Marta Ranz, madre de tres hijos, que ha salido con ellos a pasear en bici y patines
Todos con barbijo en una calle de Madrid./ AFP
“Es muy caluroso y molesto, y agobia mucho, porque cuando corres te tragas tu aire, y es muy, muy molesto”, dice su hija Marcela, de 8 años, que empezó a usar máscara a fines de abril, cuando se autorizó la salida de los chicos una hora al día.
Pese a lo incómodo, Marcela entiende la medida, ya que si no se toman precauciones, “el virus nunca se va a ir”.
“Los niños entienden las cosas mucho mejor que los adultos”, asegura su mamá.
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María Herrero, jefa de estudios de un centro educativo, pasea en carrito a su beba de año y medio. Le parece bien que la obligatoriedad sea de seis años en adelante, “porque incluso a esa edad me parece complicado que los niños vayan a llevar mascara”.
“Después de un rato hasta puede ser perjudicial para su manera de respirar y moverse, sobre todo cuando van a estar por la calle, que lo que quieres es que sientan un poco de libertad”, argumenta.
Repartidores también con barbijo. / AFP
“Cuantas más herramientas utilicemos, mejor”, abunda Miguel Domingo, un arquitecto de 49 años que aprovechó un momento de la mañana para pasear a sus dos perros por el madrileño barrio de Chueca.
“No es una cuestión de obedecer, es una cuestión de responsabilidad de cada uno. Si todo el mundo tuviera la responsabilidad de tener un poco de sentido común, esto no se hubiera ido de madre en toda Europa“, incide.
Esperando para comprar café recién molido en una céntrica avenida de Madrid, José de Casso, 60 años, dice por su lado que empezó a llevar mascara antes del 14 de marzo, cuando el gobierno español dictó el confinamiento, que desde inicios de mayo ha ido suavizando progresivamente.
“Tengo una hija adoptiva que vive en Japón, nos escribimos por Whatsapp todos los días, y me comentó el problema que había” con el coronavirus, dice con el barbijo puesto.
El calor complica las cosas. Pero todos deben llevar barbijo, en Madrid. / AFP
Madrid ha sido una de las zonas de Europa más castigadas por la pandemia, con más de 8.900 muertos, un tercio del total español, según el ministerio de Sanidad.
En las últimas semanas el gobierno organizó varios repartos masivos de máscaras en los principales nodos de transporte del país, y hace un mes fijó el precio máximo de venta al público de barbijos quirúrgicos, a 96 centavos de euro.
Tanto en la vía pública como en los supermercados, las farmacias y los comercios que tímidamente han ido abriendo estos días la gran mayoría de la gente los llevaba.
Y en el transporte el gobierno ya había impuesto previamente la obligación de llevarlos, so pena de multa.
AFP y La Vanguardia
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