25 de mayo: una revolución que empezó con todo y terminó con “diputruchos”

Absoluta igualdad de los indios “reformando los abusos introducidos en su perjuicio y propendiendo a su educación, ilustración y prosperidad”. Eso declaraba Juan José Castelli el 25 de mayo de de

1811, cuando se celebraba un año de la Revolución de Mayo. El documento se conoció como la “Proclama de Tiahuanaco” y Castelli lo firma con José Bernardo de Monteagudo. Era una muestra de la dirección de ese movimiento que empezaba a separar al Río de la Plata de la monarquía española. Seguían bajo la “máscara de Fernando VII” pero el rumbo era bien distinto.

Mirá también
Mirá también

¿Cómo sería la Revolución de Mayo por Zoom?

Esto se explica, con detalle, en el libro La revolución clausurada, de Christian Rath y Andrés Roldán. En ese momento, escriben se dio a conocer “un decreto planteando la igualdad absoluta de los indígenas y nacionales, el reparto de tierras, el establecimiento de escuelas en sus pueblos y la exención de cargas e imposiciones”.

Pero en toda revolución hay intereses encontrados.  Según explicaron los autores a Clarín en una entrevista publicada en 2013, “Moreno plantea una expropiación temporaria de las minas para desarrollar la industria nacional. Y envían una misión al Alto Perú, que comanda Castelli y produce un hecho notable: la proclama de Tiahuanaco. Allí se declara de liberación de los indígenas, la independencia respecto del clero y la supresión de los tributos y del trabajo servil. Esto genera una reacción contraria de las clases propietarias y comerciantes, que son los dueños de ese trabajo esclavo”.

En el libro, detallan: “Castelli, en una de sus acciones más osadas, proclamó la independencia del Estado respecto del clero e hizo fusilar a las cabezas de la masacre contra las rebeliones patriotas en Cochabamba y La Paz”. ¿Qué pasaba? “La aristocracia del Alto Perú nos era desafecta desde que Castelli, con poquísimo discernimiento, la ofendió provocando los furores de la democracia”, dice José María Paz. En lugares como Potosí, explican Rath y Roldán, el trabajo se fundaba en la mita, un sistema de trabajo obligatorio que redujo lo costos de producción.

A ambos lados de la revolución

En la colonia, explican los estudiosos, a algunos les convenía seguir ligados a España y a otros, liberarse.

En el siglo XVIII había crecido notablemente la demanda de cuero a nivel mundial: desde el Río de la Plata salieron unas 150.000 unidades al año en 1750 pero hacia fin de siglo el número llegaba a 1.400.000. La limitación del comercio que imponía España no resultaba: se conseguían precios muy superiores vendiendo a Francia e Inglaterra.

Del otro lado estaban los que vivían bien en el orden vigente: comerciantes españoles “que lucraban con el monopolio”, hacendados que se manejaban dentro de los dominios españoles y fabricantes del interior “que podían ser barridos por la producción extranjera en calidad y precio”.

Y llegaron los ingleses

La corona británica estaba al tanto de estas tensiones. En su breve ocupación de 1806, cuentan los autores, “resolvieron la libertad de comercio y establecieron derechos de exportación que afectaron, entre otros productos a los cueros”. ¿Qué pasó? Por ejemplo, “los ponchos ingleses invadieron Buenos Aires aun precio de tres pesos“. Los que se hacían en el interior costaban siete.

En la lucha contra los ingleses -que no propusieron la independencia sino que pidieron lealtad a su propio rey- se unieron españoles y criollos. Se armaron milicias que “elegían a sus oficiales mediante elecciones, un hecho inédito en la organización militar, que tiene algunos antecedentes en la Revolución Francesa”.

Ese paso fue abriendo el camino a la Revolución: una fuerza militar con cierta autonomia. La Corona trató de disolver esas milicias después pero ya no pudo hacerlo.

Un golpe de audacia

Al calor de la lucha contra los ingleses, en 1806 un Cabildo Abierto depuso al virrey Sobremonte y nombró a Liniers: “una decisión solo reservada a la Corona y que en otros circunstancias hubiera significado la pena de muerte para sus responsables”, escriben los autores.

En 1809 los peninsulares trataron de recuperar privilegios y desplazar a Liniers, pero tropas criollas, comandadas por Saavedra, los derrotaron. Esto los eliminó como factor de poder y “la milicia criolla apareció como la fuerza política dominante”.

Cuando asumió el último Virrey, en 1809, autorizó el comercio con Inglaterra.

Moreno, en su documento La representación de los hacendados, delineó una política proteccionista, que incluía una reglamentación similar a la que vimos en tiempo de otro Moreno, Guillermo: todo importador, decía, debía ser obligado a exportar la mitad del valor de lo que importaba en “frutos del país”. Pero el Virrey nunca puso esto en marcha.

¿Y qué pasó?

“La Asamblea del año XIII estaba en condiciones de declarar la Independencia y fundar la República y no lo hizo”, decía Rath -que murió hace dos años- en esa entrevista.

Christian Rath. Uno de los autores de” La Revolución Clausurada”. / Fernando de la Orden

“No se declaró la independencia porque así se había pactado con la diplomacia británica, que necesitaba comerciar libremente pero no podía enfrentarse a España, que era su aliada contra Napoleón. En sesión secreta, la Asamblea decidió oponerse a la incorporación de los diputados de la Banda Oriental, que venían a declarar la independencia, y establecer una confederación en la que cada provincia retuviera su soberanía. Y, lo que no es menor, a abrir los puertos, para frenar el poder de Buenos Aires. Además, querían proclamar la libertad civil y religiosa.

Y los diputruchos

Cuando hablan del Congreso de Tucumán, Rath y Roldán decían la palabra “diputruchos”. ¿Por qué?

“Hacia 1814 hay una segunda oleada revolucionaria, Se forma la Liga de los pueblos libres, con Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, la Provincia Oriental, Santa Fe y pueblos de Misiones, liderados por Artigas. Comienza el proceso que va a dar lugar a una revolución agraria en la Banda Oriental. La idea fue expropiar estancias y dividirlas en lotes de 7500 hectáreas. Aun estancias en manos de hacendados patriotas fueron pasibles de expropiación. Esto generó una conmoción, porque entre las familias expropiadas estaban los Mitre, los familiares de Belgrano, el suegro de San Martín. También se establecieron barreras arancelarias frente a las exportaciones y se permitió a Paraguay acceder a los puertos. Entonces se calificó al artiguismo de anarquismo. Se armó el Congreso de Tucumán y para él se eligieron diputados por el Alto Perú. Pero como el Alto Perú estaba ocupado por los españoles, se tomaron algunos emigrados que estaban en Buenos Aires y se los designó diputados. Ellos, más Buenos Aires, generaron una mayoría automática en el Congreso. Y se impidió que asistieran los diputados de las provincias agrupadas en el sistema de los Pueblos Libres. Allí mismo se pactó la invasión portuguesa a la Banda Oriental, que terminó con la política artiguista. Había caído Napoleón, ya no había opción: se declaró la Independencia para terminar con la Revolución.

PK

Mirá también
Mirá también

El documento olvidado de la Revolución de Mayo en el que los porteños pedían echar a Cisneros

Mirá también
Mirá también

Quién es la mujer afroamericana considerada la “Madre de la Patria”

Mirá también
Mirá también

Coronavirus en Argentina: para celebrar el 25 de Mayo, el Cabildo lanza actividades online

          

COMENTARIOS

TEMAS QUE APARECEN EN ESTA NOTA

COMENTARIOS CERRADOS POR PROBLEMAS TÉCNICOS.ESTAMOS TRABAJANDO PARA REACTIVARLOS EN BREVE.

CARGANDO COMENTARIOS

Clarín

Para comentar debés activar tu cuenta haciendo clic en el e-mail que te enviamos a la casilla ¿No encontraste el e-mail? Hace clic acá y te lo volvemos a enviar.

Ya la active
Cancelar
Clarín

Para comentar nuestras notas por favor completá los siguientes datos.

Exit mobile version