Escándalo en Italia con un “ejército” de miles de voluntarios para controlar a los jóvenes desbordados en medio del coronavirus

Tras los desbordes de la “locura colectiva” del fin de semana pasada en Nápoles y muchas ciudades italianas con miles de jóvenes que celebraron ruidosamente la movida hasta la madrugada del

domingo, violando todas las normas de seguridad, controlar a los revoltosos se ha convertido a una prioridad. De inmediato la movida se convirtió en un terremoto político porque un ministro decidió anunciar el reclutamiento de 60 mil voluntarios a fin de ayudar a impedir los desbordes. Este error grande hizo estallar la mayor polémica desde el comienzo de la epidemia, hace tres meses, mientras se acerca el próximo fin de semana.

Desde la oposición acusaron al gobierno de querer formar una “guardia cívica” de talante militar. La líder del segundo partido de centroderecha, Giorgia Meloni, denunció “una decisión autoritaria” y en el partido del ex primer ministro Silvio Berlusconi llamaron a los asistentes cívicos, “guardias rojos”, como en la China de Mao Tse Tung. El centrista Carlo Calenda, ex ministro de centroizquierda, dijo que era “una locura” y evocó los grupos violentos callejeros que manipula la dictadura venezolana.

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Los opositores a la medida, incluso dentro del gobierno, reclaman que se ponga fin al proyecto de crear el grupo de 60 mil asistentes cívicos en forma inmediata. Pero el gobierno hasta ahora no ha bloqueado el proyecto anunciado por el ministro Boccia.

En el gobierno se difundió la confusión y las ministras del Interior y de Trabajo pusieron el grito en el cielo por no haber sido avisadas por el colega de Asuntos Regionales, Francesco Boccia, del partido Democrático de Centro Izquierda, que controla el poder con el Movimiento 5 Estrellas, al que es vecino el premier Giuseppe Conte.

Boccia juró su inocencia y tras consultarse con el jefe de gobierno Conte, en llamas por el escándalo que le estalló en las manos, aseguró que los voluntarios “no tendrán nada que ver con la actividad que deben cumplir las fuerzas de policía”.

El ministro agregó que los voluntarios, que vestirán de azul, no harán de vigilantes sino que se encargarán de difundir las normas de seguridad en el comportamiento que impone la pandemia, “con la persuasión y sus sonrisas”. Boccia había dicho cuando hizo el anuncio que los voluntarios serían reclutados también entre desocupados y receptores de subsidios, lo que hizo deducir que serían pagados. Pero tras el estallido del escándalo dio media vuelta y afirmó que no cobrarán nada.

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Juntar 60 mil voluntarios y adiestrarlos es toda una tarea. Boccia aseguró que comenzarán a desplegarse a mediados de junio. Señaló que se había decidido recurrir a los asistentes cívicos por pedido de los alcaldes de los 8000 municipios italianos. Serán dedicados a las tareas sociales, como ayudar a la asistencia de pobres y ancianos solos, o a los necesitados de ayuda en caso de contagio, pero no a intervenir en función antimovida, aunque en sus primeras declaraciones había afirmado que si los revoltosos no hacían caso a los voluntarios “cívicos”, que vestirán de azul para identificarse, se llamaría a la policía.

El ex ministro Carlo Calenda protestó. “¿Como podemos pensar que 60 mil personas que nadie sabe como ni para que han sido entrenadas, van a comenzar a recorrer Italia diciéndoles a los italianos qué hacer sobre la base de reglas que nadie entiende?”.

El caso de la movida, nacido tras la apertura de la segunda fase a partir del lunes 18, pone en riesgo el firme descenso de las curva epidémicas que se registra en las últimas tres semanas. El gobierno teme que la violación masiva de las medidas de seguridad, como el aislamiento físico y el uso de los barbijos y la desinfección continua, pueda provocar brotes del coronavirus que obliguen a regresar al menos en parte a los tiempos de la cuarentena.

Los italianos han recibido con alivio la apertura, pero temen mucho, como demuestran los sondeos estadísticas, el regreso virulento de la pandemia, que a partir del 21 de febrero causó hasta ahora casi 33 mil muertos y 230 mil contagios.

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Una encuesta estableció que el 70% de los italianos no salió a la calle ni una vez durante la fase 1 que concluyó el 3 de mayo.

Este martes se inició una ulterior apertura gracias a que hasta ahora no hay ninguna señal de un rebrote de los contagios. Fueron reabiertas las piscinas, los gimnasios y los centros deportivos, que los especialistas sanitarios consideran con “un alto riesgo de contagio”.

En Lombardía, la región más castigada por la pandemia, las autoridades decidieron que piscinas, gimnasios y centros deportivos deberán esperar hasta comienzos de junio.

Para mediados del mes que viene está prevista la reapertura de cines, teatros y lugares nocturnos. La mayor expectativa popular se concentró en la reanudación de los campeonatos deportivos, especialmente del fútbol, que aún no tienen una fecha precisa.

Naturalmente la presencia del público estaría super regulada. Como en Alemania, donde se reanudó el fútbol profesional pero en los estadios pueden estar presentes no más de 300 personas, incluidos los jugadores. El gran público tiene que conformarse con las trasmisiones televisivas.

Roma, corresponsal

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