Una contracción de la economía del 8,1 % para este año y un rebote del 9,3 % para el que viene. Así de drásticos son los pronósticos de algunos grandes bancos
internacionales sobre esta Argentina extrema que hoy se debate entre la pandemia y el default.
Es el caso de Barclays. “Esperamos que el primer trimestre muestre una contracción de 5,4 % interanual. El efecto de la cuarentena se sentirá de lleno en el segundo trimestre con una caída cercana al 25% respecto del año pasado”, detalla el banco en un informe.
“Pero asumimos que si el contagio se mantiene bajo como ahora, la cuarentena se podrá levantar en el tercer trimestre derivando en un retroceso del PBI de 1,3 %, mientras que el último sería igual al año anterior”, agrega.
El rebote esperado, aclaran, se explica en gran medida a la base tan baja de la que se parte en 2020. Y está atado a varios supuestos. Fundamentalmente que se cierre este año el problema de la deuda pero la entidad también menciona el hecho de que la cuarentena no se extienda más de lo calculado, la emergencia de un creciente malestar social y un manejo de la “resaca” de financiamiento monetario que no derive en mayores presiones en el mercado paralelo.
JPMorgan, en una análisis detallado de las ofertas y contraofertas en danza, menciona justamente en su último informe que considera probable la incorporación de un instrumento ligado al PBI.
“El Exchange Bondholder Group lo incluyó en su propuesta, con umbrales atados a las estadísticas del FMI y ligado a crecimiento nominal en dólares de la Argentina, no a su PBI real. Creemos que es un instrumento que puede alinear los intereses de los acreedores y el Gobierno, aunque dependerá de cómo se estructure”.
En cuanto a las posibles mejoras de la oferta oficial inicial, JPMorgan apunta que precisamente las dos que tendrían un mayor impacto en términos del valor presente neto de la propuesta son las que, en su visión, poseen menos chances de ser incorporadas por el Gobierno. Esto es cupones de intereses más altos y pagos en efectivo.
Por último, cree que más allá del default, no hay por ahora incentivos para la “aceleración”, esto es que se reclame el pago de la totalidad de la deuda. “Litigar le aportaría poco a los acreedores aunque la amenaza no deja de ser relevante sobre todo por las implicancias adversas que tendría en la fase de recuperación de la economía la ausencia de una rápida resolución de la deuda”.
Para acelerar es necesario sólo una mayoría del 25 % de cualquier serie de bonos, algo factible en el caso de algunas emisiones pequeñas, señala. Desde entonces, de todos modos, el Gobierno cuenta con una ventana de 60 días para remediar la situación.
Otras entidades, aunque “constructivas” respecto al avance de las negociaciones, prefieren mirar de afuera cuando se trata de recomendar qué hacer con la plata. Es el caso del Citi que en un informe a clientes sugiere tomar ganancias “limitando la exposición al riesgo de que la negociación se corte”.
“Sin embargo, -aseguran en el Citi- somos optimistas. Creemos probable que los bonos que se ofrezcan en el canje tengan un Valor Presente Neto (VPN) superior al que se opera hoy en el mercado. El Gobierno está trabajando para endulzar el acuerdo, lo que puede resultar en subas respecto de los niveles actuales“.
“Pero en vista de los antecedentes de Argentina en reestructuraciones difíciles e interminables, el riesgo de que la negociación fracase no puede descartarse. Consideramos que la ganancia adicional que puede obtenerse si el arreglo prospera es mínima en comparación con el desplome que supondría una falta de acuerdo. Por eso, preferimos tomar ganancias y evitar ese escenario”.
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