El embajador argentino en Chile, Rafael Bielsa, perdió el juicio que le entabló al periodista Miguel Bonasso y a Editorial Sudamericana (Penguin Random House), por afirmaciones que hizo en
el libro “Todo lo que no dije en Recuerdos de la Muerte”. Allí Bonasso cuestionaba duramente a Bielsa y lo acusaba de haber colaborado con la dictadura, de tener nexos con los servicios de inteligencia de los Estados Unidos y de haber filtrado escuchas telefónicas ilegales de dirigentes opositores cuando fue funcionario público.
La Cámara de Apelaciones en lo Civil revocó un fallo de primera instancia, que había condenado a Bonasso por “calumnias e injurias” en abril del año pasado a pagar $60.000 y a reescribir su libro. Ahora lo condenaron a Bielsa a pagar las costas del juicio, que fijaron en $1.179.500.
Los jueces María Isabel Benavente y Gabriela Iturbide priorizaron la libertad de expresión de Bonasso y el derecho a la información de la sociedad, por sobre el derecho al honor de Bielsa. Se basaron en la doctrina de la “real malicia” y plantearon que Bielsa no logró demostrar que Bonasso haya mentido en sus escritos.
Además, sostuvieron que las afirmaciones de Bonasso “se encuentran amparadas por la garantía constitucional que protege la libre expresión de las ideas”.
Según Benavente e Iturbide, “la condena se transformaría en una restricción indebida a la libertad de pensamiento que desalienta el debate público sobre los temas que, sin duda, interesan a la opinión pública que reclama que todas las voces sean escuchadas”.
Es que “en una sociedad democrática los funcionarios están más expuestos a la crítica que los simples particulares. El control democrático, a través de la opinión pública, fomenta la transparencia de las actividades estatales y promueve la responsabilidad de los funcionarios sobre su gestión. De allí la mayor tolerancia frente a afirmaciones y apreciaciones vertidas por los ciudadanos en ejercicio de dicho control”, sostuvieron los camaristas.
Bonasso y Bielsa fueron dirigentes de la agrupación Montoneros y amigos en la década del ’70. Pero el vínculo se rompió y quedaron muy enfrentados.
Bonasso tiene 80 años y es un periodista de investigación de larga trayectoria. Fue jefe de prensa de la campaña electoral de Héctor Cámpora, en 1973; y director del diario Noticias, de Montoneros, que Isabel Perón clausuró en 1974. Tres años después partió al exilio. De regreso a la Argentina, fue diputado nacional entre 2003 y 2011. Sus primeros cinco años como legislador fue un aliado kirchnerista, pero a fines de 2008 rompió con este sector cuando Cristina Kirchner vetó la Ley de Glaciares, que él impulsó como presidente de la Comisión de Recursos Naturales. Es autor de libros de investigación, como “Recuerdos de la muerte”, sobre el terrorismo de Estado. Su último trabajo fue “El hombre que sabía morir”, una novela sobre David Graiver, publicada en 2017,
Bielsa, de 67, es abogado. Estuvo detenido dos meses por la dictadura en 1977 y marchó al exilio, de donde volvió en 1980, para trabajar durante la dictadura con el subsecretario de Justicia, Roberto Enrique Luqui. Tuvo varios cargos políticos en los gobiernos kirchneristas: canciller entre 2003 y 2005, diputado hasta 2007 y titular de la Sedronar entre 2011 y 2013. Ese año ingresó a la Corporación América, de Eduardo Eurnekian, donde fue presidente ejecutivo de Aeropuertos Argentina 2000 y presidente del holding, hasta que fue designado embajador argentino en Chile por el presidente Alberto Fernández. Escribió “Lawfare, guerra judicial-mediática. Desde el primer centenario hasta Cristina Fernández de Kirchner”, publicado en coautoría con Pedro Peretti a fines de 2019.
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