El Quijote, la novela de caballería más leída de la historia, se publicó por primera vez en 1605. Desde entonces, tuvo numerosas ediciones, pero hubo una muy especial, que se concretó
pasado el centenario de su publicación. En 1780, la Real Academia Española decidió encargar la mejor edición posible del clásico escrito por Miguel de Cervantes Saavedra. La idea era recuperar los grabados, que con las reimpresiones se veían cada vez más borrosos. Fue posible, porque tuvo la financiación de un rey: Carlos III fue el que costeó aquella valiosa edición, en la que cada página se componía a mano. Que un libro tuviera una tipografía especial era algo inédito.
“Don Quijote acomete contra los molinos creyéndoles gigantes”. Láminas calcográficas del “Quijote chico”. / RAE
Del texto, cuyo título original es El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, se eligieron 33 pasajes que serían especialmente ilustrados por artistas de renombre en la época, como Antonio Carnicero, José del Castillo, José Brunete y Gregorio Ferro. El resultado fue una exquisita edición, casi una obra de arte de cuatro tomos, que incluían la novela, una biografía, un análisis y una cronología de la historia.
“Don Quijote, en pañales, da dos zapatetas en el aire”. Láminas calcográficas del “Quijote chico”. / RAE
Pero no era una edición económicamente accesible. Así fue que dos años después, en 1782, la misma RAE preparó una nueva publicación más popular: achicó el tamaño de los libros y bajó la calidad del papel con el objetivo de hacer un ejemplar más barato y de mejor distribución. El resultado es lo que se conoce como el Quijote chico, un libro con la delicadeza de la edición de 1780 pero de mayor alcance, que incluye una serie de láminas calcográficas, procedentes de los mejores talleres de grabado.
“Sancho es manteado por los maleantes de la venta”. Láminas calcográficas del “Quijote chico”. / RAE
En épocas de confinamiento obligatorio por coronavirus, vale la pena recorrer las 23 láminas calcográficas de cobre, que se usaron para ilustrarlo y que se guardan, como un valioso tesoro, en el Archivo de la RAE. Las mismas fueron digitalizadas para su consulta en línea acá. En ellas, se representan escenas como “Don Quijote acomete contra los molinos creyéndoles gigantes” o “Sancho es manteado por los maleantes de la venta”.
En 1782 la RAE publicó el «Quijote chico», una edición popular de formato más pequeño que la editada en 1780. La colección de láminas calcográficas que se utilizaron para ilustrarlo se conserva en el Archivo de la RAE y ha sido digitalizada recientemente: https://t.co/RAzwqWDTsr. pic.twitter.com/C3pEIDdi1B
— RAE (@RAEinforma) June 7, 2020
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Clarín
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