El coronaviruscontinúa expandiéndose sin aparentes obstáculos por la Amazonía y ya es una amenaza real para los pueblos indígenas no contactados o en contacto inicial
tras detectarse los primeros casos de COVID-19 en la puerta de entrada a una de las reservas creadas en Perú especialmente para protegerlos.
La alarma saltó este fin de semana en Sepahua, un pequeño pueblo a orillas del río Bajo Urubamba, en la selvática región de Ucayali, al que solo se puede llegar por vía fluvial y que sirve de punto clave para adentrarse en la Reserva Territorial Kugapakori, Nahua, Nanti y otros, una de las cinco reservas indígenas que tiene Perú.
En ese municipio, que hasta el sábado era uno de los poquísimos distritos de Ucayali libres del coronavirus, se confirmaron los positivos para COVID-19 de un matrimonio que habita cerca del núcleo urbano, según informó la Microred de Salud en un comunicado.
Ambos pacientes quedaron aislados en el centro de salud del pueblo bajo tratamiento médico. La mujer, una indígena de etnia yine que sufre asma e hipertensión, presenta dificultad para respirar y un intenso dolor de cabeza.
La preocupación es grande porque a Sepahua suelen llegar periódicamente, para abastecerse de algunos productos, nativos de la etnia nahua procedentes de Santa Rosa de Serjalí, una aldea de indígenas en contacto inicial de unos 300 habitantes.
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Algunos de ellos han visitado el pueblo en los últimos días, por lo que eventualmente pueden haberse expuesto al virus, según reportó el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP).
“No queremos un genocidio en el pueblo nahua. El Gobierno tiene que actuar de inmediato y trasladar una brigada”, reclamó este lunes a Efe Lizardo Cauper, presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), la mayor organización indígena a nivel nacional.
“Si uno de ellos se contagia va a ser un desastre masivo porque no tienen vacunas”, remarcó Cauper, de la etnia shipibo-konibo, quien es uno de los indígenas peruanos que ha vencido a la enfermedad.
Casi el 80 % de los nahuas de Santa Rosa de Serjalí está además contaminado con mercurio, un metal pesado presente en sus organismos en niveles excesivos por causa aún desconocida, aunque puede deberse a la minería ilegal de oro practicada en los ríos de la Amazonía.
Esta aldea indígena se encuentra dentro de la Reserva Territorial Kugapakori, Nahua, Nanti y otros (RTKNN), un territorio de unas 456.000 hectáreas de selva prácticamente virgen protegido para salvaguardar a este conjunto de tribus con distintos niveles de contacto con la modernidad y la cultura occidental.
Desde esta reserva también se puede llegar a través del Parque Nacional del Manu a la Reserva Territorial de Madre de Dios, dispuesta para el libre tránsito de los indígenas mashco piro.
En estas reservas hay poblaciones sin contacto por voluntad propia y otras que están comenzando a establecer relaciones, como los nahuas de Santa Rosa de Serjalí. En todos los casos el grado de vulnerabilidad ante una enfermedad foránea es muy elevado.
Desde finales de marzo el Gobierno tiene suspendida la emisión de permisos extraordinarios para acceder a las reservas de los pueblos indígenas en aislamiento o contacto inicial (PIACI) a menos que sea para acciones preventivas de salud, con el objetivo de restringir al máximo el ingreso de personas extrañas a estos territorios.
Sin embargo, Cauper lamentó que “la desatención y el abandono del Gobierno hacia los pueblos indígenas es total”, lo que llevó a la Aidesep a denunciar al Estado peruano ante el sistema de las Naciones Unidaspor “peligro de etnocidio”.
“Ya van 80 días de emergencia y no hay ninguna acción de prevención y control de los pueblos indígenas. Hemos pedido un plan nacional diferenciado porque son las comunidades más vulnerables de la Amazonía. No hay infraestructura sanitaria. Hay algunos puestos de salud pero sin medicinas ni personal técnico”, añadió Cauper.
En una visita realizada el viernes pasado a la comunidad nativa El Pilar, en la región Madre de Dios, el presidente de Perú, Martín Vizcarra, admitió que su Gobierno no había actuado a tiempo ni de manera debida para proteger de la pandemia a los pueblos nativos.
Hasta ahora el Ejecutivo no incluye en sus estadísticas la variable étnica, por lo que el número de indígenas afectados y fallecidos por la COVID-19 en el país es indeterminado, mientras que las organizaciones indígenas tratan de llevar sus propios registros.
A pesar de haber sido la primera nación de Latinoamérica en decretar la cuarentena obligatoria cuando apenas tenía registrados 71 casos, Perú es el octavo país del mundo con más casos confirmados de COVID-19 al registrar hasta el momento casi 200.000, de los que más de 5.400 han fallecido.
Fernando Gimeno. Agencia EFE
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