“El mundo ya no será el mismo”. “Habrá un antes y un después”. “Esta es una oportunidad de cambios profundos”. “El cambio llegó para instalarse”. Estos son titulares frecuentes ante la
dolorosa y lamentable pandemia del coronavirus que ya ha causado miles de muertes. Estos titulares han sido aplicados una y otra vez en la historia ante hechos significativos y el tiempo se encarga de desmentirlos.
No cambiamos al haber sido expulsados del VIP del universo por Nicolás Copérnico, ni cuando fuimos reempadronados sin un origen celestial por Charles Darwin. Tampoco al presenciar el alunizaje del Apolo XI o al sobrevivir a la terrible The Lehman Brothers jazz band.
Tras la pandemia se esperan cambios de todo tipo en el planeta. Pero el lector cree que todo seguirá igual.
¿Tal vez a esos acontecimientos le faltaron víctimas para hacernos cambiar? Parece que tampoco lograron sensibilizarnos los 35 millones de muertos que se llevó el VIH, los casi dos millones por año que fallecen por accidentes de tránsito o los seis millones de niños que mueren de hambre y de situaciones evitables por año.
¿Y si contemplamos otras cifras ? Somos parte de una sociedad que generó a 1.300 millones de personas que viven debajo de la línea de pobreza, que tolera que la mitad de la población sobreviva con el equivalente a menos de dos dólares diarios y donde dos de cada tres adolescentes no terminan la secundaria. Un planeta donde el 1% de la población concentra el 82% de la riqueza global y una sociedad que tira el 30% de los alimentos. Estamos en el umbral del punto de no retorno con el calentamiento global.
Si no cambió la sociedad con estos embates, ¿en qué nos basamos para afirmar que estamos en un momento bisagra en la historia por la aparición del coronavirus? ¿Es creíble entonces que el cambio proclamado de una sociedad más justa, con igualdad de oportunidades y respeto por la dignidad humana finalmente vendrá?
Héctor Páez
ledesmainn@gmail.com
OTRAS CARTAS
Advierte que puede ocurrir una victoria pírrica
El lector aprueba la lucha contra el Covid-19, pero asegura que se dejaron de lado otras prioridades.
Buen comienzo del gobierno, allá por el 20 de marzo, concentrándose en el enemigo planetario: el Covid-19. Hoy, más de 80 días después, parece que el coronavirus, sus muertes e infectados, continúa siendo la variable principal a considerar (o la única). No creo que sea así. Nuestro presidente Alberto Fernández está manejando muy bien los números de la pandemia. Pero no nos dice qué parte de nuestra anatomía queda al descubierto con la eterna sábana corta.
Mientras tanto, cada cuál va obteniendo réditos de la tragedia. El gobernador bonaerense hace campaña, el Presidente alimenta su ego erigiéndose en el salvador de vidas (por coronavirus) y otros pescadores tratan de sacar sus ganancias aprovechando el río revuelto provocado por el virus.
Por otro lado, veo otra conferencia de prensa de los tres súper-héroes, en la que parece que no necesitan barbijos. ¿Ellos no se contagian? ¿Acaso no existe algún asesor que sugiera guardar las apariencias?
Necesitamos saber los costos de la estrategia y conocer en cuánto se incrementarán los muertos por infartos, ACV, cáncer, femicidios. Hoy, en muchos establecimientos sanitarios no atienden especialistas y parte de la población está dejando de controlarse. La detección temprana puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. ¿El gobierno también contabilizará estas muertes? ¿Los daños psicológicos? ¿Los desastres económicos?
Creo que el gobierno de Fernández logrará una gran victoria contra el coronavirus, pero tal vez suceda a lo Pirro.
Miguel Quinteros
bigu2004@hotmail.com
Le pide a Kicillof que hable menos de la Ciudad
Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires (Foto: Mauricio Nievas)
Estoy cansada de escuchar la palabra cuarentena hasta en boca del Presidente. Ya pasamos los 80 días de aislamiento social obligatorio.
No toda la ciudadanía está contagiada. Por lo tanto, no todos necesitan aislarse. Hagan más testeos y separen a los enfermos o posibles enfermos y a su núcleo cercano. El país necesita producir. En estos días vimos que no cumplimos con la deuda ni vamos a cumplir así. No tenemos plan económico. Nunca lo tuvimos y esto saltó a la luz con el confinamiento.
También estoy cansada de escuchar al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, hablar sobre la Ciudad de Buenos Aires. ¿Por qué no se dedica a su provincia? ¿Por qué no habla de Merlo, Moreno, Quilmes, la bien cuidada La Matanza por los intendentes peronistas y muchísimos más lugares?
Él reconoce que hay 1.800 asentamientos. Que hable de la situación en esos lugares, que dé cifras de contagio. Sería una gran ayuda al Presidente y para los bonaerenses que lo eligieron con su voto para los cuatro años de mandato.
Únicamente dando cifras ciertas atacaremos al coronavirus y a muchos otros males que sufrimos en la República.
Adriana Romano
literator08@gmail.com
Opina de las conferencias de prensa sobre la cuarentena
El presidente Alberto Fernández y el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.
La pandémica trinidad del eterno retorno aparece cada 15 días para borrarnos el horizonte. La “ochentena” prueba la orfandad de recursos del triunvirato que recurre a la autoridad de un monótono equipo de epidemiólogos.
Se le atribuye a Pericles haber sido el primero en decir la sabia sentencia: “Todo en su medida y armoniosamente”. Asesores monocordes, por calificados que sean, no son suficientes para salir adelante. Urge convocar un equipo interdisciplinario para programar armoniosamente una salida inteligente. Porque es evidente que los argentinos no tenemos un solo problema del cuál ocuparnos, sino muchos.
El triunvirato pandémico debe dejar paso a un genuino pluralismo para consensuar una salida que contemple todas las necesidades de los argentinos.
Salvador Dellutri
sdellutri@infovia.com.ar
Asegura que quieren obligarlo a no respetar el aislamiento
Trabajo en una empresa de mantenimiento y limpieza. Padezco una enfermedad inmunodeficiente y de por vida debo tomar medicación para cuidar mi salud.
El decreto presidencial 207/20 firmado por el gobierno nacional nos exime de trabajar durante la cuarentena y también en uno de sus artículos dice que se nos debe abonar el sueldo total sin ningún tipo de descuento.
Mi empleador puso en duda la autenticidad de los certificados médicos enviados por email y me intimó a presentar otros, con más detalles de mi padecimiento. Lo más descabellado, según creo, fue que pidió hacerlo de manera personal, poniendo en riesgo mi salud al salir del centro del gobierno de la Ciudad donde me encuentro. Allí estoy monitoreado constantemente y en situación de vulnerabilidad emocional debido a tantos días de encierro.
Quisiera que alguien del Ministerio de Trabajo se haga eco de esta situación que padecemos los pacientes de riesgo.
Matías Capillas Martín
matiaspablocapillas@gmail.com
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