Día 19 de marzo por la tarde. En plena punta de pandemia, los hospitales desbordados por la infección, y Gina y Víctor aislados en su domicilio de Amposta (Tarragona). Uno en cada
habitación, posiblemente infectados, y su pequeña Noa, de solo 14 meses de vida y una enfermedad genética que afecta a los pulmones (neumopatía intersticial), intubada con un cuadro grave de Covid-19 en la UCI pediátrica del Hospital del Vall d’Hebron de Barcelona, a casi 200 kilómetros de distancia. «Nunca olvidaré aquella sensación de angustia y desesperación. Fueron los peores momentos. Pensar que mi bebé estaba grave e intubada y no poder abrazar a mi marido y llorar juntos», dice la madre en una entrevista concedida a ABC. Prematuridad extrema Este matrimonio ampostino ha tenido pocos momentos de tranquilidad desde que nació su hija Noa. La pequeña asomó a la vida antes de tiempo, cuando se cumplía la semana 29 de gestación, y su extrema prematuridad le dejó un punto débil: los pulmones, uno de los órganos diana del SAR-CoV-2. En poco más de un año de existencia, Noa ha tenido que ingresar varias veces en el hospital por insuficiencia respiratoria y ha necesitado apoyo de oxígeno. Era pasto fácil para la Covid-19 y acabó infectándose. En diciembre de 2019, la pequeña tuvo que ingresar en la UCI del Hospital Joan XXIII de Tarragona por el VRS (Virus Respiratorio Sincitial). «Fueron días complicados pero le dieron el alta el día de Navidad y en febrero celebró su aniversario en casa con tranquilidad», explica Gina. El peor episodio estaba por llegar. La familia, al completoEl viernes 13 de marzo, día que se decretó el estado de alarma en España, Noa empezó a tener tos. Su estado empeoró durante el fin de semana y a las 02.00 de la madrugada del lunes 16 la ingresaron de urgencia en el hospital tarraconense. «Estaba muy tapada, respiraba con mucha dificultad», recuerda la madre. Está convencida de que su pequeña se contagió en el traslado en ambulacia al centro sanitario. «Creo que la pellizcó (aludiendo a la Covid-19) en la ambulancia», indica en declaraciones a este medio. Al llegar al hospital le hicieron una primera prueba para descartar que fuera infección por Covid-19 y salió negativa. Sin embargo, su estado empeoró y su madre empezó a tener síntomas compatibles con la enfermedad. Noa fue trasladada a la UCI y Gina tuvo que regresar a Amposta y aislarse en su casa. Su marido Víctor la reemplazó en el hospital, aunque por poco tiempo. Riesgo de miocarditis Noa dio positivo a Covid en una segunda prueba y a Victor le obligaron también a aislarse en Amposta. Llegaron los peores momentos. El día 19 de marzo, Víctor marchaba a su domicilio ampostino y a su pequeña la trasladaban al Hospital Vall d’Hebron al detectar riesgo de una posible miocarditis. «Ese día por la tarde estábamos los dos desolados en casa; uno en cada habitación. Necesitábamos abrazarnos y pasarlo juntos. Nuestra pequeña estaba intubada en Barcelona a muchos kilómetros de distancia. Fue desgarrador», explica la mujer. Noa llegó a la UCI pediátrica del Vall d’Hebron cuando faltaban minutos para la medianoche. Su estado era preocupante. Aunque descartaron afectación cardíaca, la infección pulmonar fue a más y llegó a un punto crítico. «Estuvo 11 días conectada a un respirador artificial. Tenía neumonía en los dos pulmones debido a la Covid-19 y desarrolló un cuadro grave poco frecuente en pacientes pediátricos», indica a ABC el doctor Joan Castells, responsable de la UCI pediátrica del Vall d’Hebron, quien admite que «su estado fue crítico durante dos o tres días». Neumólogos del centro consideran que Noa sufre una alteración congénita pulmonar. «Lo están mirando», apunta la madre. Tras permanecer dos semanas ingresada en estado grave en la UCI , finalmente el pasado 2 de abril fue dada de alta y trasladada al Hospital Joan XXIII, más cerca de su domicilio, donde el día 10 de abril fue dada de alta, una vez superada la COVID-19. «Tenía la cara llena de llagas de la mascarilla» Sus padres, que mantuvieron contacto diario con Vall d’Hebron para conocer la evolución de su hija, pudieron ir al hospital barcelonés el día de su traslado y conocer a una de las enfermeras que había estado junto a su pequeña en estos días críticos. «No olvidaré jamas su cara, llena de llagas y marcas de la mascarilla y las gafas protectoras. Fue un momento muy emotivo», dice Gina, que solo tiene palabras de agradecimiento para los profesionales del hospital. También le costará olvidar la primera imagen de su pequeña, con la mirada perdida y sin reaccionar. «Me dijeron que podía verla y tras tantos días corrimos a verla. Mi corazón se encogió cuando la vi con la mirada perdida, sin reconocerme. Médicamente estaba despierta pero no era mi Noa», dice la madre, que tardó aún unos días en volver a ver a su pequeña de siempre, una niña alegre, vital y llena de energía. El próximo lunes, un TAC que le realizarán en el hospital barcelonés determinará si la Covid-19 ha casado alguna afectación en sus pulmones. El doctor Joan Balcells confía en que no. «Es increíble la capacidad de recuperación que tienen los niños», indica. Durante la pandemia, en el Hospital Infantil Vall d’Hebron han sido atendidos 29 menores con Covid-19, de los cuales 23 han requerido ingreso hospitalario (con un promedio de ingreso de once días), 12 con apoyo respiratorio y 7 ingresos en la unidad de cuidados intensivos pediátricos, cuatro de ellos con ventilación mecánica; todos ellos han tenido una buena evolución clínica.
FUENTE DIARIO ABC: