Fuente de nutrición y placer, la acción de comer forma parte de nuestra rutina cotidiana como una necesidad primaria para vivir. Pero, arraigada a nuestras costumbres y nuestra
target=”_blank” href=”https://www.clarin.com/tema/cultura.html” alt=”cultura” title=”cultura”>cultura, también es una protagonista principal en la mayoría de las actividades sociales. Alrededor de un plato se cuecen reencuentros familiares, reuniones de amigos, salidas después del trabajo y cenas íntimas. Sin embargo, hay ciertos alimentos que, más allá de sus propiedades nutricionales y su exquisito sabor, para muchas personas pueden representar un problema para la salud, para el bienestar y en ocasiones pueden poner en riesgo la vida.
¿Cuándo la alimentación se convierte en una amenaza? Cuando está asociada a las alergias, un grupo de enfermedades que vienen cobrando más importancia debido a su drástico aumento en los últimos años. “Impactan en la calidad de vida del paciente y su familia, y en ocasiones poniéndola en riesgo por lo que la posiciona como un verdadero problema desalud pública“, advierten desde la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC).
En la Semana Argentina de las Alergias Alimentarias, un repaso por la definición, el alcance y el tratamiento de estas enfermedades las visibiliza en un contexto donde los sistemas sanitarios del mundo están con el ojo puesto en otra urgencia.
En ese sentido, en el contexto de la pandemia por coronavirus y de acuerdo a la información actual, no se ha demostrado que la alergia alimentaria sea un factor de riesgo para contraer Covid-19.
¿Cómo se define una alergia alimentaria? En palabras de la AAAeIC, “Se trata de una respuesta anormal del sistema inmunológico contra las proteínas de ciertos alimentos, que se repite cada vez que se ingiere el mismo”, resume el Dr. Claudio Parisi, médico especialista en Alergia e Inmunología y ex presidente de la AAAeIC. ¿Y por qué viene aumentando? Debido a los factores medioambientales y estilos de vida que influyen sobre la predisposición genética.
Entonces, ¿quiénes son los más predispuestos? Estos trastornos tienen mayor relevancia en los niños, considerándose “la segunda oleada” de la epidemia alérgica. A nivel mundial, afectan a 1 de cada 12 pequeños.
“Si bien esta es una enfermedad de base genética, y tener un familiar cercano alérgico aumenta el riesgo, también los nacimientos por cesárea con cambios en la microbiota, deficiencias de algunas vitaminas en la madre, uso temprano de antibióticos y falta de lactancia materna que lleva a la introducción temprana de fórmulas de leche de vaca, son factores que predisponen a su desarrollo”, detallan desde la entidad.
Síntomas y tratamiento
Las alergias, por su amplio espectro, no tienen una única forma de hacerse visibles. Por ello, para reconocerlas es importante saber que se pueden presentar dos grandes grupos de pacientes: los que inician sus síntomas de forma rápida, luego de la ingesta del alimento alérgeno (mediados por un anticuerpo denominado IgE) y los que lo hacen tardíamente.
Las alergias tienen mayor relevancia en los niños, más allá de que influye la predisposición genética.
Lo mismo sucede con los síntomas: “Las manifestaciones son variables: desde las leves como enrojecimiento alrededor de la boca, ronchas y/o hinchazón en labios y párpados, hasta el shock anafiláctico con riesgo para la vida. Hay niños que suelen debutar con síntomas gastrointestinales, tales como cólicos persistentes, vómitos, reflujo, diarreas y/o deposiciones con mucosidad y sangre”, enumera la Dra. Karina López, médica especialista en Alergia e Inmunología Infantil, y directora del Comité de Alergias Alimentarias y Anafilaxia de la AAAeIC. Y suman que el eccema también suele ser un indicio de alergia alimentaria.
Aunque es imposible evitar padecer estos malestares hasta tanto identificar qué los produce, estas enfermedades pueden mantenerse a raya. “Su tratamiento es la exclusión del alimento involucrado. En la alergia a las proteínas de la leche de vaca, en caso de no poder sostener la lactancia, se debe reemplazar por fórmulas lácteas especiales, indicadas por el especialista según el tipo de alergia. En cambio, no debe retrasarse la introducción de alimentos a los que el niño no es alérgico”, mencionan.
8 alimentos para ingerir con precaución
Una vez definida y manifestada, y cuando otros tipos de alergias se hayan descartado, resta identificar cuál es el alimento que la causa. Y en este punto, la lista de principales sospechosos, afortunadamente, es bastante acotada. En efecto, 8 alérgenos son los responsables de la mayoría de las reacciones alérgicas. A saber:
✔ Leche
✔ Huevo
✔ Soja
✔ Trigo
✔ Frutos secos
✔ Pescados
✔ Mariscos
✔ Maní
A nivel local, la leche de vaca y el huevo son los de mayor incidencia.
¿Prevención o cura?
Favorecer el parto natural y evitar antibióticos innecesarios, sobre todo los primeros meses de vida y fomentar en la madre una dieta variada y saludable sin restricción de alimentos alergénicos, durante el embarazo o la lactancia, son las medidas de prevención más relevantes para estas enfermedades. A su vez, la lactancia materna cumple un rol fundamental, por lo que se refuerza la premisa de mantenerla exclusiva los primeros cuatro a seis meses de vida del bebé.
¿Las alergias tienen cura? “En general, las alimentarias son una condición benigna y transitoria, un porcentaje menor no se cura. Trabajar en su inclusión debe ser una prioridad, ya que afecta la calidad de vida del niño y de su familia”, explican desde la Asociación. Sucede que algunos niños pueden requerir dietas estrictas que generan dificultades y hostigamientos a la hora de socializar y en la escolarización, por lo que un 20% de las reacciones graves pueden ocurrir en la escuela, produciendo ansiedad y estrés.
“El trabajo en equipo entre paciente, familia, comunidad, docentes y el personal de salud es fundamental para promover un ambiente seguro y mejorar la situación de los niños con alergias alimentarias”, define Parisi.
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