El lunes 25 de mayo era feriado, pero Ariel Augusto Sanz Segovia (36) igual trabajó, ya que la pandemia de coronavirus había complicado las finanzas. Esa noche,
volvía con el joven del delivery en su auto de entregar el último pedido de pizzas y empanadas, mientras su esposa limpiaba el local.
Estaba a 15 cuadras de su destino cuando vio un secarropas en tirado en la calle, en Roberto Payró al 3000, en el barrio Villa Jardín, de San Fernando. “Paremos, que si está más o menos bien te lo arreglo y te lo llevás para tu casa“, le dijo a su empleado, de 30 años.
Ariel se bajó de su Renault Symbol para revisar el artefacto, que estaba en desuso, pero un vecino salió armado con una escopeta.
“Dejá eso ahí“, lo amenazó al hombre. “Bueno, está bien, maestro“, fue la respuesta del rotisero, quien volvió a subir al auto para irse del lugar. Sin embargo, el vecino se acercó y le disparó a corta distancia. Las perdigonadas le hicieron perder el ojo derecho y le volaron un par de dientes. Además, le impactaron en las vías aéreas y los pulmones.
El rotisero Ariel Sanz Segovia (36) y su esposa, en el cumpleaños de 15 de su hija.
Sanz Segovia logró manejar hasta una posta policial, en Uruguay y Guatemala. Luego lo llevaron hasta el hospital de San Fernando, adonde quedó en coma inducido. Hasta esta mañana, a las 9, que murió.
El día anterior, a las 8, lo habían llevado al quirófano para hacerle una traqueotomía. Al mediodía se despertó por primera vez, delante de su esposa, Silvina Fernández (35). Primero le sonrió y le agarró la mano.
La esquina adonde atacaron a Ariel Sanz Segovia (36), en San Fernando.
Emocionada, ella le quiso dar ánimo: “Tenés que ser fuerte, el 14 es mi cumpleaños, tenés que estar conmigo“. Antes de irse de la sala, le dijo: “Mañana vengo“. Automáticamente, Ariel lloró, en silencio, quizás imaginando una despedida. Él no era de dejarse quebrar por la emoción, siempre cortaba esos momentos con algún chiste. “Calmate Ariel, que no me van a dejar entrar mañana, justo ahora que te pusiste bien“, lo “retó” su esposa.
Entonces, Silvina volvió esta mañana al hospital, esperanzada como toda la familia, en busca del parte médico. Ahí le dieron la inesperada noticia: su marido había sufrido un paro cardíaco. Había muerto.
El volante del auto que manejó, malherido, Ariel Sanz Segovia (36), tras ser atacado de un escopetazo en San Fernando.
Esta tarde, una de sus hermanas, Pamela, estaba haciendo los trámites en la comisaría para que les entreguen el cuerpo. “Queremos despedirlo, pero tienen que hacerle una autopsia”, le dijo a Clarín. “Había salido todo bien. Parecía que estaba empezando a respirar de a poco por sus propios medios. Ayer fue un día de agradecimiento y hoy pasa esto. No lo podemos creer“, añadió.
Ariel tenía dos hijos: el mayor, Gabriel (18), era de su esposa, pero lo criaron juntos. Iara (17) tuvo que ir a despedirlo este martes al hospital.
Tras el ataque, el empleado estaba haciendo la denuncia policial cuando apareció el agresor. “Es ese“, lo señaló. Se trata de Santos Lemos (58), quien quedó detenido y le secuestraron una escopeta Centauro calibre .14 que había arrojado a una casa lindera.
El caso es investigado por personal de la comisaría 4ta. de San Fernando y el fiscal Alejandro Musso. El acusado no tenía antecedentes penales previos. “Sus hijos habían estado en un tiroteo antes de esto. Primero pensamos: ‘andá a saber qué le pasó por la cabeza… pero ahora queremos que quede preso, no hay perdón que valga”, cierra Pamela.
EMJ
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