Uno de los ejes discursivos del Gobierno, una vez presentada en sociedad la decisión de intervenir Vicentín para luego -si el Congreso lo aprueba- expropiarla, se basó en la intención de
convertir al holding con fuerte presencia en el negocio de la exportación de cereales en una firma “testigo”, tanto en la provisión de materias primas como, sobre todo, en la liquidación de divisas.
Se sabe la obsesión del gobierno con el sector cerealero y es conocida la atención que se le pone a las divisas que genera el campo, tan necesarias en estos momentos para sostener la pérdida de dólares que se está observando en las reservas del Banco Central.
El lado “virtuoso” de ese rol testigo lo contó en diversas declaraciones el ministro de Producción, Matías Kulfas. “Es una empresa que pueda explicar entre el 10 y el 15% del mercado de granos. No es poco y no es mayoritario. Pero puede aportar cierta previsibilidad, sobre todo en momentos del año en que falta o sobra mercadería.
Kulfas también habló del mercado de cambios. “Sabemos que muchas veces el eslabón final del negocio cerealero es que llegan los dólares de las exportaciones y no se liquidan, y en esa maniobra especulativa a veces se terminan generando devaluaciones evitables”.
Este es el kid de la cuestión para el Gobierno: que el productor venda la soja y que las cerealeras liquiden todos los dólares del negocio. Lo antes posible, en ambos casos.
Un veterano trader de cereales consultado por Clarín, resaltaba cuál podría ser, a su juicio, el papel real que podría llegar a jugar Vicentín, como jugador estatal en el mercado granario.
“Tranquilamente podría mover los precios pagando por encima del precio de mercado al productor, y así quedarse con una parte de la soja que usualmente se repartiría entre los otros exportadores”. Ese mayor precio, naturalmente, se pagaría con los pesos ilimitados a los que podría acceder la compañía si realmente quisiera incrementar su presencia en el mercado. “Después de todo, lo que el Gobierno quiere con esta empresa es capturar soja para convertirla en divisas”. En el mercado se especula con que Vicentín podría obligar al resto de las cerealeras a trabajar “a contra margen” .
En la campaña 2018/2019, la última normal para Vicentín, la empresa exportó 8,9 millones de toneladas de granos y oleaginosas. Quedó sexta en el ranking de exportadoras, con el 8,6% de las 97 millones de toneladas exportadas ese año.
El punto es que se exporta la soja que los productores venden primero a las cerealeras. Y hoy lo que se ve es que hay mucha soja guardada en los campos. Sobre esa propiedad privada el Gobierno podría presionar con una amenaza concreta: avisar que cuanto más se tarde en vender la soja, mayores serán las retenciones. Es una posibilidad. A la vista de lo que está pasando con Vicentín, nadie la descarta. El mercado hoy se pregunta si se ingresó en el terreno del “vale todo”.
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