Ya era conocida la ruta Roma-Nápoles para los argentinos. Otra vez al San Paolo a jugarse nuevamente la supervivencia en el Mundial de Italia ’90. Había pasado la prueba de fuego
con Unión Soviética y llegaba Rumania, que también acumulaba un triunfo y una derrota. Iban a encontrarse en igualdad de condiciones.
Carlos Bilardo no quiso experimentos y repitió equipo, pero los jugadores ya habían acumulado 180 minutos. Oscar Ruggeri seguía afuera, Jorge Burruchaga estaba entre algodones y el tobillo de Diego Maradona era un hematoma ambulante, una maceta de sangre, digna de una película de Stephen King.
Fue un partido duro, de esos de “cuchillo entre los dientes” ante un rival que tenía buenos futbolistas y con antecedentes para los argentinos. Buena parte de ese plantel rumano era del Steaua de Bucarest que cuatro años antes había jugado la Intercontinental con River. Hagi era llamado “el Maradona de los Cárpatos” y tras el Mundial fue comprado por Real Madrid. Popescu por el Eindhoven y luego el Barcelona y Lacatus por Fiorentina. Eso daba idea del potencial.
Al cuarto de hora de la segunda parte Maradona puso un córner al vértice del área chica y Monzón se adelantó a todos para cambiar la trayectoria con un cabezazo. Ese gol aseguraba el pasaje pero la ventaja duró poco porque seis minutos después igualó Balint. Y entonces se jugó otro partido.
En esa época se daban 2 puntos por victoria y ambos llegaban con 3. Camerún había asegurado su pase con los dos triunfos y a la misma hora que jugaban Argentina y Rumania los africanos, con suplentes, eran vapuleados (4-0) en Bari por la ya eliminada Unión Soviética.
¿Qué hacer? ¿Buscar la victoria y asegurarse el segundo puesto o sostener el empate que clasificaba a la Selección como uno de los mejores terceros?
Pedro Monzón festeja su gol contra Rumania.
El segundo puesto ponía como rival en octavos al segundo del grupo F, que resultó Irlanda. Entrar como uno de los mejores terceros obligaba a un escalonamiento con los otros terceros para ver cuál sería el adversario de octavos. Rumania estaba parecido. Con 4 puntos entraba seguro y hasta le discutía el primer lugar a Camerún, pero si perdía no era seguro que entrara como mejor tercero. Entonces, en esos veinte minutos finales prefirieron cuidarse.
El 1-1 puso a Argentina con Brasil y a Rumania con Irlanda. Los otros terceros fueron Colombia, Holanda y Uruguay. Empezaba otra historia.
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