Iban de Puerto Madryn a radicarse a Uruguay, los agarró la cuarentena y están en Temperley, varados y sin trabajo

Año nuevo, nueva vida, nuevos objetivos, nuevas metas que cumplir. El 1 de enero se brinda por lo nuevo que se viene. Este año, la pandemia por el

coronavirus ​no estaba en los planes, claro.

Romina Quiroga (30), Lester Acuña (31) y sus hijos brindaron por la nueva vida que estaban por encarar dejando su casa en Puerto Madryn y radicándose en Uruguay.

Tenían todos los papeles, iban a viajar en su auto. Es más: salieron. Después, la cuarentena y el cierre de fronteras los dejaron varados en el camino. No estaba previsto. Ahora viven de manera precaria y temporal, en Temperley.

La idea de cruzar el chaco terminó de arraigar durante los primeros meses del año. Romina y Lester son mendocinos, los dos se dedican a la gastronomía y llevaban un tiempo viviendo en Madryn, pero buscaban un lugar para desarrollarse más, pensando en el futuro de Melody (9) y Lara (3).

Vendieron sus cosas y salieron rumbo a Montevideo con su auto, una mochila con ropa para cada uno, y $ 50 mil en efectivo. 

“Lo hacemos por nuestras dos hijas, queremos que tengan educación de calidad y un futuro próspero. Investigamos todo, hicimos los papeles y comenzamos a tramitar con el consulado uruguayo la posibilidad de conseguirles una escuela”, detalla Lester.

Romina Quiroga, Lester Acuña y sus hijas Lara y Melody.

Romina cuenta: “Con los 50 mil pesos nos alcanzaba para los dos primeros meses de alquiler de una casa. Y ni bien llegáramos íbamos a empezar a trabajar, en principio en gastronomía mientras no encontráramos algo más estable”.

Después de vender sus últimos muebles, el 1º de marzo salieron de Puerto Madryn hacia Mendoza. Pasaron unos días allí, despidiéndose de su familia, y el 16 de marzo llegaron a la Ciudad de Buenos Aires, donde debían hacer los últimos trámites previos a cruzar la frontera.

El primer cambio de planes lo dispusieron ellos mismos: el cruce en Buquebús les costaba casi $ 20 mil ($ 3 mil por cada pasaje más $ 6 mil por el auto). Calcularon que gastarían menos de la tercera parte en nafta y decidieron que irían por ruta.

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Igual no podían salir tan rápido, ya que antes tenían que validar las partidas de nacimiento de los chicos en el consulado, un trámite que recién iba a estar listo el 27.

Entonces cambiaron todos los planes. El 20 comenzó el aislamiento social, preventivo y obligatorio en la Argentina, con lo cual se frenaron los trámites consulares. Cuatro días más tarde, Uruguay decretó el cierre de fronteras para todos los extranjeros sin radicación en el país.

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“Cuando comenzó la cuarentena nos asustamos mucho. No sabíamos adónde ir. Los primeros días tuvimos que dormir en el auto, con el riesgo de que nos agarraran sin los permisos, o que nos secuestren el auto. Por suerte tenemos una carpa. Nos hospedó una familia en el patio de su casa”, recuerda Romina.

Hoteles no había. Los pocos con los que cuenta Lomas fueron obligados a cerrar por la cuarentena. La desesperación los llevó a buscar cualquier tipo de alojamiento o asilo. Fueron al Club Atlético Temperley, que había armado en su gimnasio un refugio para gente sin hogar. Comieron ahí pero no pudieron quedarse a dormir porque estaba lleno. Después, el “angel de la guarda” apareció.

Romina Quiroga, Lester Acuña y sus hijas Lara y Melody.

Paola Sanchez, presidenta de la Mutual 9 Vecinal de Julio de Temperley que estaba colaborando con la movida del Celeste, les ofreció hospedarse en las instalaciones de esa institución hasta que todo se normalizara. Pensaban en unos días. Ya llevan casi tres meses.

“Realmente, Paola y la gente de la Mutual nos salvaron. Estamos en un lugar cómodo y sin riesgos de enfermarnos”, comenta Lester.

“Nos comprometimos a trabajar para colaborar con todo. Ahora los fines de semana hacemos empanadas, la gente de la mutual toma pedidos y las vendemos para recaudar dinero y pagar los gastos fijos, además de cubrir nuestras necesidades básicas”, agrega el mendocino.

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Las nenas “están felices”, dicen sus papás, “tienen un patio enorme”. Y Melody, además, cursa la escuela a distancia.  No obstante, para la familia, los sueños no están rotos.

“Nosotros lo que más queremos es seguir con el objetivo -continúa Lester-. Tomamos este período como parte de un proceso de aceptación y de desafío. Pero el objetivo de instalarnos en Uruguay sigue firme. Es nuestro sueño y esto no va a detenernos”.

JT

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