El caso “M”: cinco hermanas “desparramadas” y una historia de maltratos en la que todos miraron para otro lado

Pidió ayuda en la escuela. Contó lo que sufría a sus amigas y a sus vecinos. Con el último golpe se asustó tanto que decidió escapar. La adolescente tiene 16 años

y desapareció durante 14 días. Ahora, mientras se recupera y espera el reencuentro con sus hermanas, confirmaron la detención de Beatriz Irene López, acusada maltrato infantil y por esclavizarla para trabajar y servirla. La Justicia también investiga a la madre adoptiva y a la madrina, que debían cuidarla y la entregaron para ser explotada. Todos sabían de los maltratos.

La adolescente de 16 años desapareció hace dos semanas. Fue después de que la mujer la golpeara por negarse a limpiar la casa. Su nombre, su foto, circularon en redes sociales apenas sus hermanas, en Entre Ríos, empezaran a difundir la búsqueda desesperadas tratando de encontrarla.

M. escapó corriendo y pidió ayuda a un vecino, al que le contó lo que ocurría. Esa persona la mandó a la comisaría y entonces la nena escapó. Dice que durmió en la calle, dio vueltas en transporte público y comió lo que consiguió. Una mujer la vio perdida y la reconoció, así fue como la encontraron.

Pero detrás de la historia de su desaparición apareció otra. Por eso detuvieron a Beatriz Irene López y podría pasar hasta 12 años en la cárcel. Los testimonios coinciden porque todo el mundo sabía lo que ocurría en esa casa de Lanús. “Ella contó en varias oportunidades y a varias personas qué estaba pasando pero los adultos a los que acudió no dieron intervención a la justicia ni denunciaron la situación”, confiaron fuentes del caso.

Ahora está en aislamiento y contenida por un equipo de la Subsecretaría de Género Integración y Niñez del municipio de Lanús.

Los testimonios coinciden y prueban el contexto de violencia y explotación que vivía la adolescente. En un ojo, M. tiene una cicatriz por un golpe que recibió: Beatriz le pegó con una pala porque no limpió la casa. 

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M. había contado a sus maestras del Colegio del Sur, en Lanús, lo que sufría. La respuesta fue llamar a la cuidadora para preguntarle si la maltrataba. No dieron intervención a ningún organismo de niñez ni del ministerio de Educación.

Verónica Farías, la madre adoptiva de M., viajó este miércoles desde Pinamar a Buenos Aires cuando la desaparición de su hija se difundió en los canales de televisión. Según su versión, había dejado a M. a cargo de su madrina pero hace dos años que no la veía ni tenía comunicación con ella. Pagaba el colegio y enviaba dinero que la chica no recibía. Incluso, la detenida la obligaba a trabajar vendiendo comida que ella cocinaba. Le sacaba hasta las propinas.

“Cuando cumplió 15 años sus amigos del colegio juntaron plata para regalarle pero Beatriz se enteró y se la quitó”, declararon. 

“Siempre tuve miedo de que me llamaran y me dijeran que le había pasado algo. Cuando me vi en esa situación, pensando que le podía haber pasado cualquier cosa, casi me muero. Hubo un momento en el que no aguantaba más, sufría mucho por ella, porque no tenía una madre, por estar lejos de mis hermanas”, le contó Alejandra Farías a Clarín, la hermana mayor de M.

Está entre feliz y desesperada por ver a su hermana, con la que perdió contacto hace unos cuatro años. “Beatriz no la dejaba tener celular ni redes sociales. Yo ni siquiera sabía cómo estaba ella ahora, pero siempre la busqué y quise saber cómo estaba, verla”, insiste la joven que ahora tiene 23 años y estudia para ser maestra de primaria.

A M. le habían dicho que sus hermanas no la querían, que no había lugar adónde ir más que a esa casa y el sometimiento. Ahora la Justicia apunta contra la madre adoptiva no sólo por el abandono, sino también por “delitos más graves”. 

Alejandra atiende el teléfono en Entre Ríos mientras espera que la gobernación la ayude a trasladarse a Buenos Aires para buscar a su hermanita. La fiscalía ya les dio autorización para viajar pero por la cuarentena no tiene cómo. El conductor debe hacer 14 días de aislamiento al regresar, por lo que no consiguen quién lo haga. 

La historia de las hermanas es compleja. “Desparramadas”, es el término que usan para definir la situación. 

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Son cinco hermanas que estaban en un hogar de abrigo en Entre Ríos y que fueron adoptadas por dos familias. Dos por una mujer de Paraná que crió a las chicas y las acompaña hasta hoy. Las otras tres cayeron en manos de Verónica Farías, una médica obstetra que las dejó al cuidado de su madre, Margarita.

Cuando la abuela de las chicas falleció, Verónica las separó. Alejandra fue enviada a un internado y después se fue a vivir a la casa de una amiga del colegio, a los 17 años. A Nancy la llevó a vivir a Ostende y a Pinamar, después la echó. Y a M. la llevó a vivir con su madrina. A su vez, su madrina, la mandó a la casa de su hermana Beatriz.

López es la única detenida -al momento- pero la situación de las tres es “complicada” ante la Justicia que las acusará por la situación a la que sometieron a las niñas.

Hubo un momento en que de la angustia de Alejandra no pudo más. “Yo sufría mucho, porque no tenía madre, por estar lejos de mis hermanas, me sentía mal. No podía más. Cuando Verónica echó a Nancy, ella le dijo que se iba pero que le de la plata para volver a Paraná. Así que estuvo un tiempo con mis dos hermanas pero después me la traje a vivir conmigo. Ahora la quiero traer a ella (por M.). Si tengo que dejar todo para ayudarla, lo hago. Lo que sea, pero que estemos las tres juntas”, se desespera Alejandra, que no tiene contacto con su hermana menor desde que ella tenía 9 años. 

Alejandra dice que quiere a su mamá, a pesar de todo. “No sé qué sentir, no quiero estar enojada. Me duele, pero es mi madre, no le guardo rencor. Para mí ella siempre va a ser mi madre. Si todo este sufrimiento valió para que ella (por M.) esté con nosotras, lo acepto. Ahora quiero salir adelante, porque me merezco ser feliz, estoy cansada de sufrir, he pasado tantas cosas…”

GL

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