La final de la segunda temporada de Bake Off Argentina debería repetirse. Y hay un motivo más que claro: es lo que quieren, piden y necesitan sus televidentes.
En
tiempos de encierro y coronavirus, el programa de pastelería de Telefe es uno de los pocos respiros de una televisión cargada de drama, lavandina y alcohol en gel.
Y no es que esté mal hablar de la pandemia: todo lo contrario. Es lo correcto, lo que debe ser. De hecho, los programas de entretenimiento con invitados deberían dejar de salir al aire o cambiar su formato, adaptarse con videollamadas.
Pero una finalísima de Bake Off Argentina podría ser realizada. Los pasteleros podrían hornear con barbijos, en habitaciones separadas o a varios metros de distancia, tras estar -por precaución- dos semanas en aislamiento. Y eso no representaría un riesgo.
Los jurados (Christophe Krywonis, Damián Betular y Pamela Villar) podrían estar en estaciones diferentes, saboreando, puntuando y eligiendo sin problemas. Todo en vivo, en tiempo real. Y sin contacto.
Ahora bien, ustedes se preguntarán por qué la final de un programa que fue grabado en 2019 debería volver a realizarse. Y, por si algún despistado está leyendo esta columna, aquí va un brevísimo resumen…
Se descubrió que Samanta Casais, una de las participantes que llegó hasta el momento cúlmine del ciclo, trabajó profesionalmente en cocinas durante varios años, algo que está prohibido por reglamento.
Samanta Casais, la participante que fue acusada de fraude.
Ante esta noticia, el indignómetro estalló en las redes, sobre todo en los últimos dos domingos. A Samanta la apodaron Sachanta, y hasta se viralizó una lista de locales gastronómicos en los que ella habría trabajado.
Y aquí es donde diré, contra todos los pronósticos, algo que podría ser tomado como polémico o como una locura, pero que a su vez considero que sería muy televisivo y un gran acierto de la producción.
Para mí Samanta debería estar en la final. Pero no como participante, ya que no puede: Samanta debería ser parte del jurado.
Paula Chaves junto al jurado de “Bake Off”. Samanta Casais podría sumarse a ese trío.
Ese pequeño detalle le daría un condimento extra a una final que, de hacerse de nuevo, haría estallar al rating por las nubes. Algo que le permitiría a Telefe recaudar una abultada suma de dinero en publicidad y entregar un nuevo premio de 600 mil pesos. Es que el que participante que ganó antes, debería cobrarlo igual. Y si triunfa el mismo, llevarse el doble.
Hay más: también, a mi juicio, Telefe debería transmitir una previa de al menos una hora. Un preprograma al estilo de los ciclo de debate y clima de cancha que se hacen, por ejemplo, antes de un Superclásico.
Podrían todos los eliminados ser parte de este especial, dando testimonios por Zoom, vaticinando un posible resultado, y recordando los mejores momentos del programa.
Damián Pier Basile, otro de los finalistas del programa.
Bake Off Argentina debería darle este gusto a los televidentes. Satisfacer las ansias de “pensar en otra cosa”, al menos por unas horas, y demostrar una vez más que la televisión bien hecha, pensada y producida aún está viva.
Sin ir más lejos, el ciclo conducido por Paula Chaves, en materia de entretenimiento, fue el mejor programa del año. Y merece un final a su altura. Uno nuevo. Una finalísima.
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Clarín
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