El resultado de los tactos en las empresas ganaderas que trabajan con tecnología de punta en el NOA ronda el 85 por ciento, una cifra muy buena teniendo en cuenta
la inestabilidad climática del año. No es casualidad, los productores han logrado estabilizar esa cifra a fuerza de manejo reproductivo.
El destete precoz y destete anticipado en las categorías que lo ameriten -vacas de primera o segunda cría-, y las suplementaciones estratégicas con silajes de maíz o sorgo, o con subproductos agrícolas de la zona como la pulpa de limón, la semilla de algodón, y hasta megafardos de despunte de caña ya son parte del abecé. “Esas suplementaciones son cada vez más estratégicas y ayudan a trabajar con la condición corporal de los vientres para alcanzar un buen porcentaje de preñez”, explica Salvador Vitriu, ingeniero zootecnista y asesor del CREA Los Algarrobos.
Salvador Vitriu, asesor ganadero en el NOA.
Su socio Cuqui Frank agrega que la inseminación artificial se usa en todas las categorías de vaquillonas y en vacas de segundo servicio que vienen de algún servicio anticipado a los 15 meses. “Ese servicio anticipado se está usando mucho en campos mixtos que permiten una suplementación de la madre y un creep feeding para la alimentación del ternero a los 60 días de nacido”, explica.
Otra herramienta muy utilizada en el NEA y que crece en el NOA son los tactos de anestro con enlatados de 14 días para que el ternero deje de mamar y la vaca empiece a ciclar.
Cuqui Franck, ingeniero zootecnista, asesor del CREA Los Algarrobos
Los asesores afirman que son herramientas que se vienen incorporando y permiten lograr estabilidad entre años en el porcentaje de preñez, algo importante para planificar económica y financieramente la empresa. Pero lo que más preocupa a los ganaderos de la región son las mermas entre la tasa de preñez y la tasa de destete.
“Tenemos que acostumbrarnos a mirar el porcentaje de destete, que es el número que realmente impacta en la empresa. Se nos hace muy difícil estabilizar mermas por debajo del 10 por ciento. La merma global de la zona ronda el 12 por ciento”, advierte Vitriu.
Lo más importante, aclaran, es el factor humano para el seguimiento de las pariciones. “Se necesita personal idóneo, capacitado y comprometido. En los campos que tienen eso, las mermas son menores -en el orden del 8 por ciento-. Además debe haber una muy buena planificación en la cadena forrajera, en el lugar en el que las vacas van a parir, con detalles que hacen a que la eficiencia mejore. El registro de los eventos -nacimientos y problemas- es clave para saber dónde está el problema y dónde están las posibles soluciones”, detallan.
Entre los problemas que explican esa merma fatídica, según los asesores, se anota la diarrea neonatal y, en algunos casos, neospora. Además, dicen que por más precauciones que se tomen siempre hay presencia de garrapatas y tábanos, y surgen brotes de tristeza, anaplasmosis o piroplasmosis que también juegan en contra.
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