Nadie hubiera imaginado ni en sus peores pesadillas que todo el planeta iba a ser asolado por un virus de tal magnitud como el del coronavirus en el siglo XXI. No
hay duda: la pandemia por el coronavirus se ha extendido sin piedad. Y lo más terrible a la vez es que no hay todavía un antídoto. Los contagios y las muertes se suman aún en todos los continentes .
Durante la cuarentena se multiplicaron los controles sobre la población. (Foto: Juano Tesone)
También es cierto que una de las medidas más eficaces para prevenir su avance es el aislamiento social. Así lo han determinado instituciones y hombres de ciencia que en todo el mundo asesoran a los gobernantes. Algunos países apelaron a la responsabilidad ciudadana para lograr ese aislamiento mediante métodos de higiene y prevención.
La mayoría de los gobiernos dispusieron cuarentenas consistentes en confinamientos domiciliarios de la población, metodología tan antigua como las mismas pestes de la antigüedad. Todo comprensible sobre todo cuando aún no hay vacuna. Pero aquí comienza el tránsito por la delgada línea que limita el campo sanitario y epidemiológico con el de los derechos ciudadanos.
El gobernante puede y debe cuidar la salud de sus gobernados. Pero ¿cuál es el tope hasta el que puede llegar? La cuarentena refiere etimológicamente a un período de 40 días. Cuando la cifra se triplica y se superar esa magnitud entramos en campo minado.
¿Hasta cuándo se puede estirar el hilo sin que se corte? La economía del planeta está en grave peligro. En nuestro país, ya maltrecho antes de la pandemia, los resultados son catastróficos. Comercios y empresas quebrados, desocupación, pobreza que superará el 50%. Lo económico arrastra hacia lo social. Y esa alquimia lleva inexorablemente al plano político. Ojalá los gobernantes sepan dosificar la crisis y dar el golpe de timón que la ciudadanía aguarda, antes de que sea tarde.
Jorge Norberto Butera
jorgebutera@sion.com
OTRAS CARTAS
Nicolás Trotta, ministro de Educación de la Nación.
Un jardín de 60 años que puede cerrar por la crisis
Hace 60 años abría un jardín de infantes en Haedo: Mi nidito. Fue uno de los primeros en la región. Y desde entonces hasta hoy sigue recibiendo a muchos niños del barrio y alrededores.
De tener solo una sala llegamos a 16 y hoy, por tantas crisis, son 11 las salitas. La de Maternal la abrimos en 1986, cuando nadie lo tenía en cuenta, para ayudar a las madres que salen a trabajar cada día.
Después de muchas tramitaciones logramos la subvención en 12 cargos. Sin embargo, hay 17 cargos más que no tienen aporte. Son los Maternales, los profesores especiales, dos salas de jardín, las preceptoras, maestranza y el personal a cargo de comedor y talleres contraturno. Estos fueron propuestos por la comunidad para contener a los niños mientras su familia trabaja.
Y nunca llegó la ayuda del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). ¿Cómo es posible que no tengan en cuenta a la educación? Recién en mayo entraron los jardines como posibles a considerar. La AFIP dice que está en análisis. ¿Qué deben analizar? Las familias no pagan las cuotas, especialmente de los Maternales. Otros redujeron el monto de envío. Otros, nada. Si el jardín cierra, ¿adónde irán esos 210 niños?
Siempre solos. Luchando por la educación de la primera infancia. Con una mínima ayuda parcial del Estado y nosotros sosteniendo grandes espacios y personal.
Dicen que están acompañando. ¿A quiénes? ¿Tienen un equipo de gente que analice cada situación y para que sea justo en las ayudas? ¿Quién decide quién sí y quién no puede recibir el subsidio?
Los docentes ponen lo mejor de sí en la continuidad pedagógica. Ellos merecen su sueldo, como todos. ¿A quiénes les llega el ATP? Esa es la gran pregunta.
Elba Ratti
Propietaria y ex directora del jardin Mi nidito
elbaratti@gmail.com
Lamentos de un empresario textil ante la cuarentena
La cuarentena provocada por el coronavirus produjo una crisis económica en amplios sectores. (Foto: Germán García Adrasti)
Quiero exteriorizar mi más profundo descontento e indignación por el manejo económico de este gobierno. Casi 45 años de trabajo se evaporan en cuatro meses y ocurre lo que no pudieron hacer hiperinflaciones, desagios, subas abismales del dólar, quitas de ceros, congelamiento de cuentas, bonex, caídas de ventas.
Siempre encontré la manera de salir a flote expandiéndome y no cerrándome o achicándome.
Pero el gobierno quiere y obliga a tener a mi empresa textil de indumentaria cerrada. Los locales al público que mantienen a mi empresa, también cerrados.
Pero, al mismo tiempo, quieren que pague: sueldos (no me otorgaron la ATP), aguinaldos, alquileres, el 931, ganancias, ingresos brutos, anticipos, cargas sociales, ABL y tasa de seguridad e higiene.
También me tiran un salvavidas de plomo: créditos. Es imposible de soportar más perdida por sobre los gastos y más deuda a lo ya atrasado. Estoy resignado y sin fuerzas para seguir luchando.
Víctor Abas
victorabas@hotmail.com
Relaciona la destrucción de silobolsas con la 125
Silobolsa roto con 50 tonelada de cebada en Gobernador Gálvez.
La evidente inercia de las autoridades ante la ola de destrucción en los campos de silobolsas que contienen granos, que podrían aportar divisas para el país, sólo se comprende si es por odio a los productores agropecuarios.
Creo que este odio se acrecentó desde la derrota sufrida en el Senado en 2008 gracias al voto no positivo del entonces vicepresidente Julio Cobos, que no aprobó la resolución 125. Este proyecto, impulsado por el gobierno de la presidenta Cristina Kirchner, estaba relacionado con las llamadas retenciones agropecuarias.
José Deym
deymjose@gmail.com
Sobre las negociaciones por la deuda externa
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, y el ministro de Economía, Martín Guzmán.
Para los que carecen de memoria, o no quieren ejercerla, y más allá de cualquier pensamiento político, hay que pensar que el desmadre que se viene vislumbrando en el plano de la economía seguramente se acrecentará pasada esta cuarentena.
Hay que recordar que este Gobierno nunca tuvo un plan económico. A poco de asumir las indicaciones del presidente Alberto Fernández hacia el ministro de Economía Martín Guzmán fueron las de conseguir cuatro años de gracia para las obligaciones del país. Con la intención de luego comenzar a abonar.
Planteado de esta manera, cualquiera puede gobernar, es la realidad. Pese a esto, la falta de resultados en las negociaciones y profundizando el default, Guzmán continúa insistiendo ante los acreedores y Fernández avalándolo.
Existe un descreimiento general hacia nuestro país, con un panorama oscuro , para no llamarlo negro.
Carlos Alberto Ferrer
carlosferrer4010@hotmail.com
Una sensación personal sobre los tiempos que corren
Resistir es la única palabra que encuentro para definir la incertidumbre en la cual estamos viviendo.
Hay hastío, encierro y vulnerabilidad. ¿Hasta cuándo? Por el momento no hay ninguna luz al final del túnel.
María Burroni Zubeldía
beatrizburroni@hotmail.com
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