Del espionaje al «fair play» más radical: Bielsa aterriza en la Premier

A Marcelo Bielsa le persigue la sombra del predicador plasta, del filósofo en tierra hostil, del teórico en un campo donde la masa sólo tiene ojos para el ahora. Quizá por ello

convenga aprovechar este momento, cuando el aplauso es unánime después de que se haya consumado el regreso de su Leeds a la Premier League, nada menos que 16 años después de la última vez, para recordar los ladrillos sobre los que se sustenta su forma de ver el fútbol, la vida y todo lo demás. «Hay gente exitosa que no es feliz y gente feliz que no necesita del éxito para hacerlo. La obligación que tiene todo ser humano es rentabilizar sus opciones para ser feliz. Entonces nosotros deberíamos aclararle a la mayoría que el éxito es una excepción, no un continuo». La reflexión tiene ya sus años. Pocos para Bielsa, quien a sus 64 primaveras se convertirá en la enésima figura en los banquillos de la Premier, consumado ya sin discusión el trasvase de purpurina desde la Liga española. La culpa la tiene una temporada fantástica, campeón de la Championship sin necesidad de jugar la última jornada y felices los hinchas por recuperar su estatus —hablamos de un semifinalista de la Champions de este siglo, 2001 frente al Valencia— después de caer hasta la tercera división, en riesgo incluso la supervivencia del club después de una época convulsa donde las deudas fueron la norma. Sirvan los doce técnicos que entre 2012 y 2017 pasaron por el banquillo que hoy ocupa Bielsa para entender la magnitud de su logro. Entendida su estatura, cuesta encontrar similitudes entre el de Rosario y los Klopp, Guardiola, Mourinho o Ancelotti —a los que poco a poco se suman exjugadores que son patrimonio del campeonato como Lampard o Solskjaer o figuras emergentes como Hasenhüttl o Arteta—. Apenas el reconocimiento unánime de sus colegas como un referente en la profesión engarza con los grandes nombres de los banquillos contemporáneos, si bien en el caso del «Loco» existe una unanimidad total, que traspasa generaciones y lega un poso casi familiar allá por donde pisa. Ocurrió en el Athletic de Bilbao y la selección de Chile, también en la de Argentina, los tres equipos que alimentaron el mito. Claro que a ese misticismo hay que añadirle los aderezos correspondientes para terminar de configurar a un hombre que por sí mismo podría constituir una especie. No le tembló el pulso cuando decidió dejar el Olympique de Marsella, con el que había competido la Ligue 1 al PSG, tras el primer partido de la temporada siguiente porque la directiva no había fichado lo que habían acordado. Lo mismo hizo en el Lille, con algún partido más. La Lazio ni la pisó: se bajó del barco antes de ponerse el inconfundible chándal con el que recorre algún que otro kilómetro por su área técnica en cada encuentro. Espionaje y honor Dos acontecimientos perfilan el periplo del argentino en Leeds, ambos del curso pasado, cuando se quedó a las puertas del ascenso. Lo hizo tras caer ante el Derby County en el playoff. Fue este el equipo que lo denunció por espionaje después de cazar a un dron sobrevolando su campo de entrenamiento. En la otra cara de la moneda está el gol que se dejó anotar en un decisivo partido ante el Aston Villa, después de que los suyos marcasen con un rival en el suelo. Un año después, con el talentoso Pablo Hernández como puntal, con Kiko Casilla en la portería y bajo el amparo de Víctor Orta, director deportivo, —además de Gaby Ruiz, ojeador—, Bielsa, pese a no ser capaz de pronunciar tres palabras seguidas en inglés, ha dejado su particular huella en Leeds, que, por el momento, pondrá su nombre a una calle.

Fuente La Razon:

https://www.abc.es/deportes/futbol/abci-espionaje-fair-play-mas-radical-bielsa-aterriza-premier-202007190203_noticia.html

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