Me opongo

En verano me resulta ajena la política. Leo periódicos, escucho declaraciones y me parece que las hicieran tipos sin nada mejor que hacer que joder un país, sin otra profesión que crear

discordias, a los que convendría buscarles un hobby. Es que el ego de esta gente no conoce las tardes de los sábados: esas donde hay sandía fría en triángulos o tal vez helado de tres sabores entre dos galletas como cuando era pequeño. En verano, con este calor que hace a la hora de la siesta, preferiría escribir una novela que un artículo. Y más aún leerla. Proust encontró la vocación una tarde así, estoy seguro. En la novela cabe un jardín entero o varios, en la columna cada vez la prosa se hace más pequeña y los politólogos se van deshaciendo como la brea de algunas carreteras en agosto. La columna política no es para el verano, ni siquiera en tiempos de pandemia. El lector se merece un algo frío: un negroni o lo que usted quiera, pero un lugar en el que refugiarse a mitad de periódico. Algo más allá de una glosa –aunque sea Emilianense– de las tripas del poder. Porque el poder es un festín constante y seguirá ahí gordo y voraz cuando llegue septiembre desde Bruselas y nosotros, sí, nos quedemos en los huesos. Pero de momento es julio y a esta hora de Castilla sólo hay un arrullo de grillos y de chicharras. Castilla es una novela sosegada de mi mundo. Y cada vez la política ocupa más espacio y nuestro mundo ocupa menos, los pueblos, los nuestros, el melón, una sobremesa sin que se hable de política, las voces de los niños jugando al anochecer, un río con renacuajos y a esto es a lo que me opongo vehementemente. Me opongo a la extinción de todos estos instantes, de los reductos de libertad en los que todavía no ha interferido la política. A La Sexta de Ferreras, a los escarches –que son igual de incivilizados cuando se los hacían los perroflautas de Podemos a Soraya y a Cifuentes que cuando se los hacen ahora en Toledo a una ministra de Podemos–. Me opongo a las cloacas del Estado que son del tamaño de una tarjeta sim y tan largas como una coleta que necesita anudarse como sea en el poder. Me opongo a que al Rey se le quiera encamar con las amantes de su padre. Y a Pedro Sánchez exigiendo que le aplaudan, que es como si Nerón exigiera una ovación por haber quemado Roma. Me opongo, como postura vital a todo o casi todo; me opongo unamunianamente. Me opongo a septiembre que volverá con los políticos y su berrea mediática y dejará atrás los pueblos. Pero por ahora mi mundo es civilizado y se ha quedado quieto el verano aquí. Cuando se mueva la luz será irremediablemente otoño, pero exactamente ahora, en esta esquina precisa del jardín, está la eternidad abierta con sus luces y yo en una hamaca a la sombra de unos aligustres en flor… Y no puedo oponerme a nada.

FUENTE DIARIO ABC:

https://www.abc.es/espana/castilla-leon/abci-guillermo-garabito-opongo-202007252152_noticia.html

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