En Mendoza, el agua le marca los límites al rodeo bovino

Por Soledad González/Los Andes

Mucho se habla de la ganadería bovina en Mendoza y cómo esta actividad puede traer desarrollo a zonas en donde las oportunidades escasean.

El Sur es un claro ejemplo de cómo se puede crecer y generar negocios. También ahora se ve cómo un puñado de productores se ha desarrollado en parte de la zona Este y crece con diferentes esquemas. Con ese ejemplo, algunos aventurados incluso se animan a decir que ésta podría ser una salida de reconversión productiva para los viticultores que tienen uvas con bajo poder comercial o que ya no son demandadas por el mercado. Pero vale la aclaración: hacer de un fruticultor un productor ganadero, es un gran cambio, que no todos pueden abrazar, ya que requiere de mucha inversión, conocimiento, y hasta un cambio cultural.

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Desde 2011 a esta parte, Mendoza viene promediando las 520 mil cabezas. Si bien ha mejorado la cantidad de kilos, lo cierto es que esa plaza se mantiene en el promedio. De hecho, los primeros datos oficiales de la campaña de vacunación ya estarían indicando que este año la cantidad de cabezas se redujo en un 10%, como mínimo 50 mil menos.

¿Qué nos sucede? Como siempre, en Mendoza, la restricción viene de la mano del agua. No han sido gratis para el sector estos largos períodos de seca. Si bien 2020 parece traer un respiro, lo cierto es que el desarrollo de ganadería bajo riego tiene que ser central.

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