“¿Cuándo dejará de ir a caballo la educación en la Argentina?”

A fines de mayo se hizo viral en las redes sociales la imagen de Jeremías, un niño de siete años que vive en una zona rural de La Pampa. El chico

estaba a caballo, con un cuaderno y buscaba la loma en el campo donde hubiera señal de teléfono y poder enviarle así las tareas a su seño de segundo grado. A muchos, esas imágenes los llenan de orgullo.¿Por qué? ¡Porque así se hace Patria, con sacrificio!

Jeremías, el nene de 7 años que viaja a caballo para poder tener señal y mandar la tarea.

Otro análisis es más crudo, nos interpela y pone a la luz la situación educativa, más aun en pandemia. Jeremías es una realidad, pero no solo en esta cuarentena.

La otra parte de esta historia es Sonia, su maestra, que es mamá de cuatro hijos también en edad escolar. Ella, como todos los docentes sostenemos, como podemos, el sistema educativo todos los días, incluidos fines de semana, y feriados.

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La realidad de Jeremías y Sonia tiene matices únicos, pero no es tan distinta a la de miles de comunidades educativas rurales o urbanas.

La Encuesta Provincial de Trabajo Docente en contexto de Aislamiento Obligatorio realizada por el Suteba y el Instituto IDESBA de la CTA relevó, en la segunda quincena de mayo, la opinión de 5.038 docentes.

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Los datos sirven, aunque para algunos genere suspicacia la fuente, para conocer y dimensionar el esfuerzo de cada trabajador del sistema educativo. Y para diseñar políticas públicas con bases más sólidas.

Según la encuesta, el 74,4% de los consultados tuvo que aprender a manejar los recursos virtuales a partir del inicio de la cuarentena. Y el 66,3% no recibió formación sobre el uso de tecnología. Sí, en pleno siglo XXI. Además, en este contexto de trabajo, los docentes somos los que ponemos nuestros dispositivos: celulares, computadoras, internet, deficientes en muchos casos, para realizar las tareas.

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El relevamiento indica que el 79,2% de los docentes envía materiales por WhatsApp o por e-mail, como Sonia. Este es un dato que debe leer el gobierno, entre el 70 y 80% no utilizamos los recursos que proponen (cuadernillos, audiovisuales). Además, el 91,4% de los docentes aumentó su carga horaria de trabajo en más de cuatro horas semanales, superando las seis horas en la mayoría de las situaciones. Algo así como “horas extra” de trabajo, pero por el mismo salario.

Esto se complejiza si sumamos las tareas de cuidado que los docentes realizamos mientras planificamos, buscamos recursos, preparamos clases, intentamos mantener una comunicación con los estudiantes, corregimos. Sólo el 17% se siente valorado por el trabajo realizado.

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A mediados del siglo pasado mi papá con sus dos hermanas también iba en ancas de Selva, la yegua de la familia, a la escuela en Exaltación de la Cruz. ¿Cuándo dejará de ir a caballo la educación en Argentina?

Manuel Jardón
Profesor de Historia

jardonmanuel@yahoo.com.ar

OTRAS CARTAS

“Estamos cada vez más polarizados”

Congreso Nacional, sede del poder legislativo y donde la polarización se muestra cara a cara.(Foto Germán García Adrasti)

No hemos crecido como sociedad en 204 años. Por diferencias ideológicas estamos cada vez más polarizados y esto nos hace cada vez más vulnerables frente al resto del mundo.

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Las sociedades cambiaron, los países se reconstruyeron y lograron reinventarse luego de terribles guerras. Muchos de ellos, y en el mismo lapso, tuvieron varios presidentes con mandatos cumplidos. Nosotros vivimos empantanados y fuera del concierto mundial.

Roberto Rubén Sánchez

sanchezroberto03@yahoo.com.ar

Propone avanzar en la soberanía espacial argentina

El satélite argentino Saocom 1B. (Foto:Télam)

Con el advenimiento de la carrera espacial surgieron grandes avances en la física, en los procesos industriales y en la medicina, entre otros campos. De este modo aparecieron, como consecuencia de las investigaciones, combustibles criogénicos, el auto a hidrógeno y nuevos materiales como el berilio (antichispa), entre otros hallazgos.

La Argentina, como fabricante de satélites, debería tener su propio cohete lanzador para la puesta en órbita. De este modo evitaría gastos de fletes extranjeros y así podría reforzar su soberanía espacial.

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Simplemente se requiere de un vector o vehículo de menos de tres toneladas, cuyo mayor peso sería su propelente,o propulsante, de 2.800 kilos de combustible más oxidante, por ejemplo oxígeno líquido y metano líquido. Debería ser capaz de lograr un empuje que permita realizar dos etapas sucesivas: la primera para salir de la atmósfera y la siguiente para ponerlo en órbita.

Por ello sería conveniente impulsar el proyecto relacionado entre la Universidad Nacional de La Plata y CONAE para avanzar en el espacio. La ciencia multiplica conocimiento.

Juan José de Celis

juanjose3800@aol.com

Una reflexión sobre la clase política

El presidente electo Alberto Fernández, recibe el bastón de mando de manos de Mauricio Macri. Fue hace menos de ocho meses. (Foto: EFE/ Matias G Napoli)

La clase política argentina, en su totalidad, me avergüenza. Ni siquiera en una circunstancia tan dramática como la que estamos atravesando hace más de 100 días debido a la pandemia, logran ponerse de acuerdo y aunar esfuerzos y voluntades.

Protagonizan una patética lucha de egos, de no dar el brazo a torcer, de vanidades mezquinas. Es una clara muestra de ausencia de patriotismo, de falta de vocación de servicio, de cero sentido común.

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Nosotros, la ciudadanía, hemos dada clara muestra de paciencia, sensatez, resiliencia. Aún a costa de las enormes pérdidas padecidas desde hace décadas.

Los observamos atónitos, incrédulos, hartos de sus infantiles enfrentamientos, de su proverbial ineficacia, de la artillería verbal con la que se agreden “vía Twitter”. Y muchos de nosotros nos preguntamos, ¿cómo hemos generado semejante clase dirigente, tan mediocre, tan inmadura, que no hace más que chocar el país contra si mismo?

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Hacen gala de una falta de autocrítica inconmensurable, prometen y no cumplen, no tienen en cuenta al pueblo, el verdadero soberano, tan castigado, sumido en la pobreza, postergado, burlado. No creo que mi opinión le importe a ninguno de ellos, insisto, del bando que sean.

Sólo deseo expresar mi decepción, que tal vez coincida con la de muchos otros argentinos, indefensos pasajeros de este barco sin rumbo y siempre al borde del naufragio.

Irene Bianchi

irenebeatrizbianchi@hotmail.com

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