La cuarentena por coronavirus nos dejó a todos encerrados de golpe y sin aviso. Al principio lo tomamos como vacaciones, jugaba, me divertía… no entendía lo que pasaba. Disfrutaba mucho de
estar con mi familia, me escribía con mis amigos. Me costó mucho adaptarme a hacer la tarea por Gmail y ver a mis maestras por Zoom. Todavía me da vergüenza participar de las clases y hablar frente a todos.
El confinamiento también tiene impacto en los niños.
Sigo esperando cada 15 días que el Presidente diga que se terminó todo y que vamos a volver de la normalidad.
La cuarentena me robó mi 7mo grado. Me dejó sin disfrutar de mi último año de primaria, no me dejó sentirme el más grande del cole y me quedé con el buzo y la remera de egresados que la uso para estar en casa. Y también me quedo sin el viaje de egresados. Porque sin vacuna no hay viaje. En esta cuarentena me sentí mal porque estoy lejos de mis amigos, de mis abuelas, abuelo y tías.
Pero no todo es negativo. La cuarentena también me enseñó que el pan casero es más rico, que las pastas también se pueden hacer en casa, que las películas en familia y comiendo pochoclos son más divertidas.
Que había más juguetes además de la play, que los libros son para leerlos y no para que estén en la biblioteca. Y que no nos damos cuenta, pero la libertad es importante y hay que disfrutarla. Y por sobre todo aprendí que lo más importante es la familia, que estar sano es un privilegio y que cuando todo esto termine les voy a decir a todos que los quiero mucho.
Guadalupe Améndola y Lisandro Meneguzzi
Estudiojuridico@amendolara.com.ar/nicolas@zsystem.com.ar
Carta escrita por Nicolás (12), alumno de 7° grado del Instituto Corazón de María de Palermo, con autorización de sus padres.
OTRAS CARTAS
Habla de similitudes entre la pandemia y la deuda externa
El presidente de la Argentina, Alberto Fernández, y el ministro de Economía, Martín Guzmán. (Foto: Presidencia)
El hecho de no entrar en default nos puso contentos a los argentinos. Sentimos una sensación de alivio al resolver un tema que nos preocupaba desde hace tiempo. Pero luego, cuando se enfría la mente, nos encontramos con un cierto parecido a la pandemia que nos acosa.
Cuando se van liberando ciertas actividades, tenemos la impresión de que el virus está desapareciendo o que no es tan letal como creíamos. El virus existe y está presente como desde que empezó. Lo bueno es que fuimos superando el pánico que teníamos y comenzamos a ver cómo cuidarnos para que ese mal pueda enfrentarse y no nos anule totalmente.
Pasa algo similar con el default. El default se superó, pero la deuda que teníamos y que lo originó, la seguimos teniendo. De alguna forma la tendremos que pagar. Hay que cumplir los compromisos contraídos para que nos respeten y ayuden en el futuro.
Tal como en el coronavirus, veremos cuál es la forma, en este caso económica, que nos permita superar nuestros déficits y afrontar con éxito las deudas futuras.
Hay mucho para hacer y corregir en nuestro país. Esperemos que los gobernantes, los empresarios, los sindicalistas, y el pueblo en general, se pongan los pantalones largos para poder lograrlo.
Aldo Graziadei
aldogra38@gmail.com
Propone que el Estado gaste menos de lo que recauda
Ministerio de Economia. (Foto: Marcelo Carroll)
Pienso que el fracaso de la economía Argentina se podría explicar a la población en términos muy sencillos: Usted, lector, (la mayoría de nosotros, ricos, pobres, clase media, K y no K) ¿Acaso gasta más plata en su casa o empresa que la que le ingresa todo el tiempo? No, no lo hace. No puede hacerlo salvo por un tiempito a costa de endeudarse o empobrecerse.
Algo tan obvio y fácil de explicar, aplica a toda la gente. Resulta que el Estado lo hace, el Estado gasta más de lo que recauda, todo el tiempo. ¿Hay alguna explicación más irrefutable? Con esa realidad como base se pueden hacer dos cosas: 1) Tratar de corregirlo (no gastar más de lo que entra). 2) Hacerse el distraído, decir que el problema es otro, embarrar la discusión y seguir gastando de más.
Si se opta por la primera opción, usted no conseguirá que la mayoría lo vote. Buena parte de esa mayoría vive del gasto del Estado. Si elige la segunda posibilidad, conseguirá que lo voten, pero a costa de mentir sobre los problemas. Y seguirá viviendo del enorme gasto del Estado haciendo que el país se quiebre cada tanto y siga siendo un mamarracho en vías de desarrollo, un país inviable.
Mariano González Calderón
marianomotocare@gmail.com
“La Argentina necesita reconstruir el tejido cultural”
Motín en la cárcel de Devoto en abril. Fue porque un guardia cárcel y cuatro presos dieron coronavirus positivo. (Foto: Lucía Merle)
Es cierto que sin más Justicia, menos corrupción y más empleo es imposible desandar el camino de la inseguridad. Pero ello por sí solo no resolverá todo. Las causas del delito son mucho más complejas y se entrelazan irremediablemente con la ruptura de códigos de convivencia, de educación, de confianza, de ideales, de familia y de solidaridad.
No son conceptos abstractos, surgen de estudios conocidos internacionalmente de autores como Sheldon y Eleanor Glueck. Francis Fukuyama lo llama “capital social” y le atribuye hasta un valor económico. La Argentina necesita empezar a reconstruir rápidamente ese tejido cultural que hoy está roto.
De lo contrario, por sus agujeros de desprotección se seguirán filtrando diariamente miles de niños y jóvenes que terminarán matando y muriendo. Mientras tanto, los dirigentes y la sociedad nos seguiremos preguntando qué se podrá hacer.
Carlos Alberto Ferrer
carlosferrer4010@hotmail.com
“Sin ustedes no estaríamos contando esta historia”
Sanatorio Güemes. (Foto: Luciano Thieberger)
A todo el equipo de UTI Sanatorio Güemes: gracias, gracias y más gracias. Las historias pueden tener varios finales. Hay veces que el final ya está está escrito, otras que el final es abierto y otras donde hay que poner todo, demasiado, para dejar ese final tan temido y poco deseado atrás. Este último es el caso de Gonzalo, o Roni Jaim, o el paciente Mozes. Sin ustedes no estaríamos contando esta historia. Fueron tantos días y fue tan difícil para todos.
Sesenta días en los que cada día lo único que ansiábamos era ese parte que nos devolviera la fe en que se podía lograr. Ahí estuvieron ustedes: doctores Néstor Morgulis, Fernando Palizas, Ezequiel Luna, Carla Garay, Mariana Canale, y todo el resto del maravillo equipo, siendo nuestro sostén en cada uno de los días de terapia intensiva. Sin ustedes ese grupo de gente maravillosa, que hace honor a esta profesión con su entrega y su dignidad, no estaríamos celebrando junto a los nuestros este ansiado camino hacia la recuperación.
En toda historia de salvación siempre hay un héroe que te tiende la mano. No tengan dudas que ustedes son los héroes de esta historia. Con lágrimas de felicidad, hoy les decimos “adiós” y ojalá este pequeño mensaje los envalentone a seguir adelante en la hermosa y ardua tarea de salvar vidas. Con eterno respeto y agradecimiento los abraza la familia de Gonzalo Mozes.
Lidia Grichener
lidiagrichener@gmail.com
Su hija necesita que la obra social le autorice medicación
Debido a la pandemia y a la cuarentena a la hija del lector se le hace muy difícil trasladarse para poder atenderse. (Foto: Télam)
Mi hija hace más de 20 años fue diagnosticada con lupus eritematoso sistémico. En estos momentos se complicó su situación con hipertensión arterial pulmonar. El tratamiento que requiere para que no colapse su vida incluye una medicación muy cara que no está a nuestro alcance.
Ella vive en Santiago del Estero y su obra social Incluir-Salud no le proporciona la medicación regularmente aduciendo que desde Buenos Aires no la autorizan por falta de estudios. Por otro lado, con el problema del Covid-19 ella no se puede hacer atender como siempre en Tucumán, donde lo hace desde hace años.
No sé que esperan para resolver el problema ya que corre peligro su vida.
Mario Alberto Lopes
lopmario55@hotmail.com.ar
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