La temporada exprés de Fórmula 1 se encamina sin remedio hacia un monólogo de Lewis Hamilton, autor en Barcelona de su cuarta victoria del curso (la 88 de su vida). Plácido paseo
en Montmeló del inglés, que necesita un rival con urgencia al margen de Verstappen para que la F1 no sea un muermo. El inglés dobló a diecisiete adversarios y puso al cuarto, el Racing Point de Stroll y Sergio Pérez, a más de un minuto y medio. Compite en otro hemisferio, ausente Ferrari con un coche calamitoso. Carlos Sainz fue brillante sexto en su categoría. Sin problemas esta vez, el madrileño completó un buen fin de semana en el Gran Premio de España. La Fórmula 1 necesita al mejor Fernando Alonso en un coche a su altura. Lewis Hamilton necesita a Alonso al volante de un automóvil competente para que sus éxitos se midan en otra dimensión. Solo el asturiano, y Verstappen, tal vez Leclerc en un futuro, ofrece un nivel de pilotaje al nivel del ya veterano británico. En Barcelona, un circuito emblemático pero tostón desde el punto de vista de la emoción, donde casi nunca pasa casi nada especial en pista, Hamilton no se enteró que estaba en la última vuelta y que había ganado la carrera. Nadie le importunaba, ni siquiera su ingeniero de pista. ¿Qué necesidad había? Verstappen nunca lo incomodó y mucho menos el lánguido compañero que tiene Hamilton en Mercedes. Es un desperdicio de talento para la ingeniería que Bottas conduzca ese coche volador. El finlandés salió fatal y, obvio, no inquietó el triunfo de Hamilton cuando es el único que puede hacerlo, por material y prestaciones de su coche. «Estoy decepcionado», decía Bottas, tan decepcionante él. «Cuídense, tenemos que llevar las mascarillas para protegernos y proteger a los demás». Hacia ese terreno derivó la conversación con Hamilton nada más bajarse del coche, en sus primeras palabras. Nada que contar de una carrera sin historia. Otra desolación para Ferrari, al que 2020 se le va a hacer interminable con un coche lastimoso que no se impone en la zona media. Avería de Leclerc, retirado, y séptimo puesto de Vettel, acertado en la estrategia. Sabido es que Racing Point es el animador del curso, Stroll y Sergio Pérez encendidos con un bólido que corre una barbaridad y encumbra a dos pilotos tan diversos. El siempre fogoso aunque cuidadoso con los neumáticos Pérez, y el incipiente Stroll, hijo del jefe de la escudería. Carlos Sainz pudo disfrutar al fin de un domingo sin incidencias. Salió bien, como casi siempre, y llevó a cabo una carrera quirúrgica, ejecutando en cada momento lo que requería cada situación. La pelea con Albon, el adelantamiento a Vettel, las paradas sin problemas en el garaje. Y un sexto puesto como recompensa: «Ha sido una carrera limpia, sin problemas, con estrategias diferentes, merecíamos un resultado así, y más en casa. Ojalá nos sirva para coger confianza», dijo al terminar.
Fuente La Razon: