Los bloques minoritarios aprovechan y a la vez padecen su rol de “terceros”

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Los bloques que no pertenecen al oficialismo ni a Juntos por el Cambio suelen definir algunas votaciones.

Los 22 legisladores que componen el conglomerado de bloques e interbloques opositores de la Cámara de Diputados que se mueven entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio han jugado un papel clave en los ochos meses del actual período parlamentario, con sus variados matices y perfiles internos y con marcadas diferencias en la relación con el oficialismo y con la principal bancada de la oposición.

Los 11 miembros del interbloque Federal, integrado por cuatro peronistas cordobeses, dos socialistas santafesinos, tres lavagnistas bonaerenses y un salteño, además de los ocho de Unidad para el Desarrollo -con tres representantes del Gobierno de Misiones, uno de Río Negro, tres exmacristas y un activista de los derechos del consumidor-, son las dos bancadas que arbitran cuando no se da el consenso entre el Frente de Todos (119 miembros) y Juntos por el Cambio (116).

La representante del Movimiento Popular Neuquino, Alma Sapag, actúa como una aliada habitual; en tanto los dos diputados de la izquierda mantienen sus históricas posiciones, alejados de ambos protagonistas principales.

En los ocho meses que transcurrieron desde la asunción del nuevo Gobierno, tanto el interbloque Federal como Unidad para el Desarrollo acompañaron la mayoría de las iniciativas del Frente de Todos, aunque hicieron escuchar sus propuestas para sumar variantes a los textos definitivos en casos como el proyecto de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, el de Quiebras o el de Moratoria Previsional, entre otros.

El interbloque Unidad para el Desarrollo, liderado por el mendocino José Ramón, fue el que más apoyo dio a los proyectos del Gobierno, aunque en las últimos meses la tucumana Beatriz Ávila, esposa del intendente de San Miguel de Tucumán, y Antonio Carambia, hermano del intendente de la ciudad santacruceña de Las Heras, comenzaron a marcar algunas diferencias hacia adentro del espacio.

Los matices internos tampoco son ajenos al interbloque Federal: “Los cuatro cordobeses por ahí encaran las negociaciones de otra manera porque tienen la responsabilidad de defender a un gobierno provincial”, señaló una fuente parlamentaria.

Las votaciones que más dejaron en evidencia la pluralidad de posiciones en el interbloque fueron un capítulo sobre retenciones de la ley de Solidaridad Social; un intento de Juntos por el Cambio de alterar el temario de una sesión para incluir el tratamiento de un DNU y un artículo sobre los alcances de la moratoria previsional.

Más allá de las cuestiones de fondo, los integrantes de Unidad para el Desarrollo siempre se expresaron en sintonía con el oficialismo en relación a la modalidad para llevar adelante las sesiones, un debate que en lo que va del año parlamentario compitió de igual a igual con las discusiones sobre proyectos de ley.

De cara al inminente debate de la reforma judicial este interbloque ya dio su apoyo a las sesiones virtuales, rechazadas por Juntos por el Cambio, que se niega a debatir temas sin consenso.

“El Congreso no puede depender de si un bloque ‘estrellita’ quiera funcionar o no”, sentenció esta semana Ramón, expresando el resquemor que aún mantiene su bancada con la de JxC, luego de que estos últimos lograran desdoblar una videoconferencia del Presidente de la Nación con la oposición de Diputados.

Promediando julio, desde Juntos por el Cambio amenazaron con no participar de esa reunión con bloques de “menor representación parlamentaria”, y finalmente lograron que Alberto Fernández dividiera su agenda para atenderlos por separado. El hecho aún no cicatrizó entre la veintena de opositores en cuestión.

Sin embargo, en el interbloque Federal algunos de sus integrantes aclaran ante consultas periodísticas que “el destrato de Juntos por el Cambio está a la vista, pero no hay que dejar pasar que la relación con el oficialismo tampoco es fluida”.

En ese sentido, voceros destacan que “una cosa es la relación a nivel gobierno del Presidente con Roberto Lavagna, que es buena. Pero acá en Diputados las cosas son distintas, no nos tienen muy en cuenta, aunque hay que destacar que en los últimos meses hemos tenido una buena receptividad por parte de Máximo Kirchner”.

En los interbloques Federal y Unidad para el Desarrollo recuerdan al unísono “el desplante” que sufrieron en una de las primeras sesiones del año, el 29 de enero, cuando el Frente de Todos y Juntos por el Cambio terminaron sellando un acuerdo para conformar una comisión de trabajo sobre la sostenibilidad de la deuda, que los dejaba afuera.

“Señor Presidente, solamente quiero que quede en claro que nuestro bloque considera que esto es un atropello. Esta no es la última sesión y muchos acuerdos harán falta en esta Cámara. Estas cosas no se hacen”, le dijo ese día, premonitoriamente, el lavagnista Jorge Sarghini a su ex jefe político y titular de la Cámara, Sergio Massa.

En una salida superadora, el ex candidato presidencial respondió: “Quiero transmitir a los diputados representantes de las provincias de Río Negro, Neuquén, Misiones y Córdoba que, bajo mi responsabilidad como presidente de la Cámara de Diputados, se garantizará la participación de dichas provincias en el proceso de renegociación de la deuda”.

Es que Río Negro, Neuquén, Misiones y Córdoba suman hoy nueve diputados nacionales y son la llave necesaria para habilitar el quórum para sesionar o para el tratamiento de proyectos controvertidos; máxime cuando Juntos por el Cambio aún no termina de definir su debate interno entre dialoguistas y confrontativos.

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