Los movimientos populares deben “hacer que lo importante se convierta en lo urgente”

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“Siempre en las crisis puede haber oportunidades”, afirma Grabos. “Me gusta como dice el Papa:,

El dirigente social Juan Grabois propuso mayor protagonismo de los sectores populares en el diseño de un programa integral para los próximos cuatro años,y, aunque resaltó que siente “propia” la gestión del presidente Alberto Fernández, remarcó que el aporte de las organizaciones sociales es hacer que “lo importante se convierta en lo urgente”.

En una entrevista con Télam, Grabois señaló la necesidad de un “órgano rector” que coordine las políticas públicas, pidió que los movimientos populares sean verdaderos “protagonistas” y no “partícipes auxiliares” en pos de un “contrato social”, y destacó los canales de “mucho diálogo” con el poder central.

Referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), adepto al pensamiento del Papa Francisco y admirador de Cristina Fernández de Kirchner, Grabois llevará el mes próximo al Gobierno las propuestas finales del Plan de Desarrollo Humano Integral o Plan San Martín, cuyo boceto ya había presentado en mayo pasado, pero ahora sumará las miradas regionales de organizaciones y sindicatos con peso en la reactivación económica del país.

Grabois se pregunta: “Por qu tarda tanto el impuesto a la riqueza?”

-Grabois, ¿en qué se diferencia la iniciativa de ustedes de las propuestas del Gobierno, como el Potenciar Trabajo, Argentina Construye, Recuperar, Renatep, microcréditos, entre otras?

-El Potenciar es el mejor diseñado y el que, junto con el Renatep, está funcionando y lo hace bien. Aborda los mismos conceptos que el nuestro. Pero entre el Potenciar y los demás programas del Gobierno, que por ahora son sólo anuncios, no hay integralidad, ni metas reconocibles que puedan transmitirse al pueblo. ¿Cuántas viviendas se van a construir? ¿Cuántos lotes con servicios? ¿Cuántas plantas de reciclado?

-¿Piensa que el resto de las políticas públicas anunciadas son de difícil implementación entonces?

-Se pueden implementar, pero lo que nosotros hacemos es interpelar al Gobierno. Un Gobierno que es nuestro y en el que creemos. Pero los sectores populares tenemos algo que aportar y tiene que ver con la experiencia práctica de muchos años de desarrollar actividades en sectores enmarcados en esos proyectos. Los sindicatos de la construcción, de la producción y del transporte son fundamentales. Ellos tienen algo para decir sobre qué se necesita, por ejemplo, para llevar una producción desde Catamarca al puerto y nosotros tenemos algo para decir sobre cómo es la necesidad de un lote con servicios o de cómo participar en la obra pública. Nuestra forma de interpelar al Gobierno es pedirle que haya un contrato social para saber cuáles son los plazos y los montos de las realizaciones. Acordar ese contrato y ampliar el nivel del debate en un país arrasado por una globalización salvaje, una pandemia inesperada y cuatro años de saqueo macrista.

-¿La pandemia es una oportunidad para construir un país más justo, como dice el Presidente?

-Sí, comparto. Siempre en las crisis puede haber oportunidades. Es una de las frases más trilladas en la historia de la humanidad. Me gusta más como lo dice el Papa, que es, “O salimos mejores o peores, pero iguales no”. O vamos hacia un camino de reconstrucción, de regeneración de un proyecto nacional o vamos a un camino feo. Es linda la idea de que se hace camino al andar, pero es mejor si tenemos una hoja de ruta para compartir la orientación y que no sea solo un conjunto de medidas sin planificación. Esta es una crítica constructiva. Se necesita un órgano rector que coordine los planes, con una participación protagónica de las organizaciones populares y con una orientación clara para que las políticas públicas no sean el botín de los funcionarios ni objeto de reparto, sino objeto de una planificación orientada al bien común.

Nuestra forma de interpelar al Gobierno es pedirle que haya un contrato social para saber cuáles son los plazos y los montos de las realizaciones

-¿Cree que las organizaciones populares deben tener un protagonismo mayor en esta gestión?

-Tienen una participación auxiliar. Es un reconocimiento político: el Presidente nos recibe y hablamos. Tenemos una relación excelente, pero eso no se tradujo en un acuerdo de un plan de trabajo de cuatro años que beneficie al conjunto. No es un problema de falta de voluntad. Tuvimos meses bravos con la pandemia y la negociación de la deuda. Entonces cuando lo urgente tapa lo importante, el rol de los movimientos populares es hacer que lo importante se convierta en lo urgente. No perder de vista que el proyecto tiene que generar 4 millones de puestos de trabajo. ¿Sabemos exactamente cuánto se va a lograr con las políticas anunciadas? No. Decimos que mejor que anunciar es inaugurar, pero esto no es una crítica, es una propuesta a un Presidente en quien confiamos. Una propuesta apoyada en una nueva demografía productiva, con empresas y trabajadores jóvenes dispuestos a reubicarse para descomprimir las ciudades. Un plan de transporte multimodal. Un “Plan Marshall Criollo”, con inversión pública planificada. No estamos reclamando diálogo, hay mucho diálogo. Estamos muy agradecidos de dialogar con el Gobierno. Reclamamos que se aceleren las definiciones y que los procesos impliquen, no medidas que emparchan las necesidades, sino una planificación más seria. El poder económico concentrado, los que más se enriquecieron, incluso en pandemia… ¿Por qué tarda tanto el impuesto a la riqueza?

Tenemos que ir por impuestos que respeten la manda constitucional de la progresividad: que el 10% más rico pague más para aportar a una fuerte inversión pública que reactive el trabajo

-¿No cree necesario avanzar en acuerdos políticos antes de llevar ese proyecto al Congreso?

-No hay un proceso de acumulación de poder que necesite el Gobierno para eso. El tablero político expresa disputas constantes entre sectores económicos. Es decir, hay representaciones políticas de intereses económicos y algunas figuras de equilibrio. Pero si sólo mueven las blancas y nunca mueven las negras, retrocedemos y perdemos derechos. En la disputa por el modelo de país, tenemos que ir por impuestos que respeten la manda constitucional de la progresividad: que el 10% más rico pague más para aportar a una fuerte inversión pública que reactive el trabajo.
Vicentin es un ejemplo. Para nosotros fue una gran noticia, pero nos enteramos por la tele. No habíamos preparado una estrategia de defensa de esa definición del Gobierno. Fue una decisión de arriba para abajo, pero se necesita participación popular para implementar esas medidas. Porque, si no, efectivamente son derrotas, aunque con las derrotas también se aprende.

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