Tristana, ¿adaptación o recreación e injerto?

Inevitable y triste que un miserable, pero al parecer todopoderoso, virus anule o al menos reste protagonismo a las cosas que, en verdad, importan. Por ejemplo, las efemérides coincidentes y cruzadas del

centenario de Benito Pérez Galdós, ferviente apasionado de Toledo y de la actual Castilla-La Mancha, y del cincuentenario de Tristana, la película rodada por ese otro gran fan de Toledo, Luis Buñuel, que era adaptación de una novela galdosiana y se convirtió en top recurrente en el ranking de las mejores películas de la historia de nuestro cine. Mi pasión por el séptimo arte tiene dos momentos estelares: la proyección en 16 mm (ese formato cuadrado y casi táctil tan añorado) en el salón de actos del Instituto Alfonso VIII de Cuenca de Los jueves milagro de Luis García Berlanga y el estreno de Tristana en el Teatro Cine Xúcar. Tristana, que es una novela menor de Galdós, se localiza básicamente en Madrid, con una parte epistolar desde un lugar de la costa mediterránea. Trasladando la acción íntegramente a Toledo, Buñuel consigue transformarla en una de las mejores películas de su extensa e intensa filmografía y en obra maestra absoluta del cine español. Casa de don LopeTópicamente, se alude a que el genio maño insufló su lado surrealista y transgresor (el lado onírico de la cabeza/badajo de don Lope, las fijaciones sexuales, el cojo de Calanda proyectado en el erotismo frío de la Deneuve, etc.) al realismo costumbrista de Galdós. Tras una relectura de Ángel Guerra y una revisión a fondo de la recepción galdosiana por parte de la cultura española en general y de las vanguardias del primer tercio del siglo XX en particular, creo estar en disposición de asegurar que la cuestión es bastante más compleja. Para empezar, el realismo galdosiano es innovador y renovador permanente de sí mismo. Lo fantástico, lo anormal, lo onírico forman parte de él. El mundo de los sueños, los delirios psiquiátricos, los desdoblamientos, las premoniciones, los deseos, el terror, todo eso está enGaldós, pues siendo efectivamente realista, todo ello forma parte de la realidad. En el último tercio de esa monumental novela que es Ángel Guerra, Galdós se inclina del lado del experimentalismo (alternancia del estilo narrativo en tercera persona con el directo, diálogos parateatrales con acotaciones de acción; verdaderos monólogos interiores de algunos personajes, anticipándose a Joyce y a la novela del siglo XX). La ciudad de Tristana, novela, está difuminada, consabida, apenas se ve: es el Madrid un poco excéntrico, que no arrabalero, de más allá de Chamberí, donde ahora está toda la parte de Canal y Vallehermoso. Sin embargo, en la película las localizaciones toledanas son clamorosas, indelebles y remiten en un elevado porcentaje a Ángel Guerra: la calle de San Marcos, de la Portería (junto a San Salvador y en alusión al desparecido convento de Trinitarios), el paseo del Tránsito (próximo al convento de Leré, la monja a la que ama Ángel), todo el entorno de cafés y posadas de Zocodover (recreación primorosa por Enrique Alarcón del café Español, recepción del Hostal Lino), la calle de Santo Tomé con su célebre obrador de mazapán, el cigarral veraniego, la iglesia de Capuchinos donde se casan finalmente Tristana y don Lope, etc… La casa de Tristana no es, por cierto, la de San Bernardino (que es la que comparte con el viejo hidalgo libertino), sino la del adarve al final de la calle Ciudad, frente al ábside de Santa Úrsula, un enclave de tránsito constante hacia San Cristóbal y la Judería en la novela toledana de don Benito. Max Aub, Alcoriza y otros varios amigos y colaboradores de Buñuel inciden en que su gran sueño cinematográfico era adaptar al cine el Ángel Guerra. Viendo que eso no iba a serleposible, por la gran longitud de la trama y quizá también por tema y presupuesto, hizo un genial injerto, insuflando el “esprit” y los lugares de esa magna novela a la interesante, aunque desubicada, trama de Tristana. Cartel de TristanaUn personaje que crece en la adaptación buñueliana es el del sordomudo Saturno, que pasa de ser un mero hospiciano sin impacto en el desarrollo de la acción a un elemento clave en la compleja red de relaciones eróticas que plantea Tristana: criado y crecido en paralelo a Tristana en tanto que hijo de la criada de don Lope, pasa luego a ser una especie de Lazarillo suyo cuando ella sufre la amputación de una pierna. Ya desde el principio, es percibido por don Lope como un posible rival erótico, estableciéndose en un momento dado un cuadrilátero deseante: Tristana, el pintor encarnado por Franco Nero, don Lope (insuperable Fernando Rey) y el propio Saturno. Con el elemento adicional de un doble incesto sugerido: la posible paternidad por don Lope tanto de Tristanica (llega a decir que él puede elegir hacer de padre o de amante a su antojo) como de Saturno, que pudo ser fruto de un desliz pasado con la leal Saturna. De manera que, finalmente, podría ser incestuosa también la relación Tristana-Saturno. Jesús Fernández, el actor y escritor castellano-manchego que encarna a Saturno, ha declarado que el suyo es un personaje mimado por don Luis, porque para él metaforizaba al pueblo español, silenciado por siglos de opresión y tiranía. El influjo de Galdós sobre Buñuel fue enorme, el mayor que impactara sobre él y su obra, según reconoció tardíamente el cineasta aragonés. Y absolutamente decisivo en cuanto a la fascinación y fervor hacia Toledo, cuya transmisión le viene a don Luis no tanto de Bécquer cuanto del gran novelista canario. Basta recordar la afición al «travestismo» fotográfico de Buñuel, disfrazándose de monja (la maravillosa protagonista femenina de Ángel Guerra) y de cura (Ángel inicia por amor su ordenación sacerdotal).

FUENTE DIARIO ABC:

https://www.abc.es/espana/castilla-la-mancha/toledo/ciudad/abci-tristana-adaptacion-o-recreacion-injerto-202008162111_noticia.html

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