Mire bien la fotografía que ilustrn hoy la columna de El Paseante en Cortes y analícela. No, no es una ciudad de Hispanoamérica, ni de Estados Unidos. Tampoco de Japón, de Corea
del Sur o de otro país asiático. ¡Es la calle Serrano, de Madrid! Sí, la céntrica y señorial Serrano, inicialmente y hasta la revolución de 1868 (la Gloriosa) denominada Bulevar Narváez, en su tramo entre la Plaza de la República Argentina y el cruce con María de Molina. En este recorrido de poco más de 500 metros, el tendido telefónico es aéreo desde que lo inventó Antonio Meucci y los postes de madera soportan, junto al viejo par de cobre, la moderna fibra óptica. En 2003, nada más tomar posesión de regidor Alberto Ruiz-Gallardón Jiménez (2003-2011), el Paseante en Cortes tuvo ocasión de informarle de esa anomalía urbanística en el transcurso de una comida. El nuevo alcalde puso cara de marciano, tomó nota, prometió que se ocuparía del asunto y que lo solucionaría. Pero no. Han pasado diecisiete años, cinco corregidores –uno de ellos interino- y está peor. Y eso que entre las muchas obras capitalinas de Ruiz-Gallardón está, precisamente, la que el 25 de septiembre de 2010 dotó de nueva cara a la calle Serrano, en su sector comercial entre María de Molina y Plaza de la Independencia (Puerta de Alcalá): diseño del mobiliario urbano, ensanche de aceras, dos amplios estacionamientos subterráneos para residentes y ocasionales, carril bici por el andén de los pares (poco práctico y demasiado efectista y peligroso para el peatón) y asfalto con material que amortigua la rodadura. Se ve que olvidó la promesa ó que salió derrotado del empeño porque, quizás, ésta instalación aérea goza de protección especial. O tal vez es un innominado museo de las telecomunicaciones al aire libre; una zona olvidada en los planos de la antigua Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), o un tendido de alta seguridad del Estado. Me inclino por esto último porque dota de servicio telefónico y tecnologías de la información a la residencia del embajador de Francia, a la embajada de Japón, al Archivo Histórico Nacional, a instalaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), al Instituto Ramiro de Maeztu, a la Iglesia del Espíritu Santo, a la Universidad Internacional Schiller, al IE Business School Executive Education y a moradas de importantes empresarios y mecenas cuyo nombre me reservo, y que se distribuyen entre ese tramo de Serrano y sus apacibles y recoletas calles trasversales hasta Velázquez: Castellón de la Plana, Pedro de Valdivia, Oquendo, Pablo Aranda, Juan de la Cierva, Jorge Manrique…Nombres prominentes como ilustres fueron personalidades de la vida política y cultural española que, como señala Eduardo Valero en Historia Urbana de Madrid, tuvieron su domicilio en ellas: Manuel de Falla y Matheu, Francisco Silvela y de Le Vielleuze, Antonio de los Ríos y Rosas, José Fernández de la Hoz, Antonio Romero Ortiz, Manuel Alonso Martínez, Emilio Castelar y Ripoll, Francisco Navarro Ledesma,… Es incomprensible que en pleno centro de Madrid, en una de sus arterias más emblemáticas y que homenajea al prestigioso militar y político español Francisco Serrano y Domínguez (regente, presidente del Consejo de Ministros y último presidente de la Primera República Española), siga siendo aérea la instalación telefónica sin que el Ayuntamiento, el competente y llamado a andana, haya ordenado a las compañías que han tendido su fibra en ese tramo y utilizado los postes embreados de Telefónica, nuestra gran multinacional del sector de la que todo buen español debe sentirse orgulloso, a soterrar la instalación y acabar con el esperpento. Adefesio que en invierno es clamoroso; en primavera, con hojas en los árboles y gorriones saltimbanquis en las ramas, se disimula a duras penas, y en cualquier época del año llama la atención al viandante y le suscita pasmo. Alcalde, presidente de Telefónica, el Paseante en Cortes y millones de amantes de la estética y la armonía se lo agradecerán.
FUENTE DIARIO ABC: