Veinticuatro horas después de su mejor tarde en la Fórmula 1, no había quien le sacase de la cabeza a Carlos Sainz la sensación de oportunidad perdida en el Gran Premio de
Italia. Ni su padre, el piloto de rallys, ni su primo y mano derecha, Carlos Oñoro, ni el staff de McLaren con su ingeniero de pista Tom Stallard, el que le pedía calma y en realidad le quería decir «¡vamos, vamos!». El domingo se marchó de Monza con un espíritu agridulce -«la victoria, tan cerca y tan lejos»-, mantra que el lunes repetía en sus redes sociales. El grupo de trabajo de Carlos Sainz organizó una rueda de prensa telemática con la prensa escrita española y al piloto casi había que animarlo para que se percatase de su impacto con el segundo puesto. Pero Sainz es pertinaz y ambicioso. «Estoy en la F1 para ganar», aseguró. Y, mucho más maduro que en años anteriores, su mensaje es ahora más contundente. «Hay gente que duda que algún día pueda ser capaz de ganar, pero yo confío en mí, en mis habilidades y cuando vienen oportunidades como esta, pues si no gano me cabreo». Ese espíritu contagia porque Sainz demostró con hechos en la pista su voluntad decidida de luchar por el triunfo. «Se nos escapó por poquito y por detalles fuera de nuestro control. Era una oportunidad para recordarle a todo el mundo que mi objetivo en la F1 es ganar algún día». Su ánimo ayer, en tránsito hacia el fin de semana en Mugello, no había cambiado. «Tan cerca pero tan lejos… ¡Vivimos para luchar otro día!».
Fuente La Razon: