Temor, esperanza y ansiedad: la experiencia de entrar al quirófano en pandemia contada por una paciente oncológica

“La vida te sorprende de una y mil maneras, fue un golpazo para la familia, por suerte mi hija Ayelén es una pequeña gran guerrera, que cada día me enseña y

me inyecta fuerzas. Ella pasó de tener una vida absolutamente normal a estar en terapia intensiva con un pronóstico grave. Cada día era insoportablemente angustiante, La vida nos cambió pero estamos más fuertes que nunca esperando esa cirugía tan esperada, que me tiene ansiosa y nerviosa”.

Ruth es la mamá de María Ayelén García Allende (32), una verdadera guerrera, como grafica. En enero de este año, cuando el coronavirus aún era una amenaza muy lejana, le diagnosticaron cáncer de ovario y un tromboembolismo pulmonar le afectó hasta el corazón. Necesitó atención de urgencia y la contuvieron en el Hospital Argerich, adonde inició toda su etapa de recuperación y Aye -como la llaman- llegó a decir que ese centro asistencial “es como mi segunda casa por la calidez y humanismo con que me atendieron”.

Ayelén empezó a tener dolores de estómago en diciembre y en enero se hizo una tomografía. Pensaba que era una gastritis, pero tenía líquido en el peritoneo. “En un mes tenía una panza que parecía una embarazada a punto de parir”.Estuvo 40 días internada, de los cuales 22 fueron en estado reservado y en coma. “Cuando salí del hospital me encontré con el coronavirus, con la noticia de mi cáncer, la quimio y no entendía nada”.

En las últimas semanas Ayelén pasó un buen tiempo en la cama “porque me falta hemoglobina, por lo que me canso mucho. De todas maneras, en los últimos días estuve moviéndome por mi casa bastante”.

La vida de Ayelén no sólo pegó un volantazo inesperado, sino que, sin defensas, tuvo que adaptarse a una pandemia que la afectó en todo. “En la movilidad, en el trato con los médicos, en los trámites para recibir drogas y en la dinámica de los hospitales, que nada tienen que ver con lo que eran. No es lo mismo estar enfermo de cáncer en un mundo que conocemos, que en esta realidad que nos plantea el Covid-19″.

Desde febrero Ayelén fue cumpliendo cada tratamiento de quimioterapia, recibió transfusiones de sangre (glóbulos rojos y plaquetas) y muy lentamente su cuadro clínico fue mejorando. Hasta que los médicos cirujanos entendieron que llegaba el momento de la tan anhelada intervención, que finalmente se confirmó para el martes 8 de septiembre en el Hospital Durand. “Estoy temblando, todavía no lo puedo creer, me acaban de comunicar que se adelantaba la operación del viernes a este martes”.

Mezcla de felicidad, ansiedad y nervios, Ayelén le cuenta a Clarín que acaba de hablar con Magaly Kiesner, una de las profesionales que estará al frente de la operación junto a doctor Claudio Storino. “Me llamó la médica, que fue súper cálida y amable, y me dijo que íbamos a adelantar unos días la operación, que esté tranquila, que confíe, que va a salir todo bien. Me cuesta caer, estoy en una nube, muy esperanzada aunque sé que será una operación importante”.

“Maga”, así firma sus pinturas. “Esta ‘budita’ representa el momento que atravieso hoy, de tranquilidad y confianza”, cuenta.

Un crisol de sensaciones la invaden a esta joven que estudia para ser counselor y también está abocada a la carrera de artes visuales, la cual dice que la ayuda a sanar.“Tengo la ansiedad de saber cómo será el Hospital Durand, que no conozco, ya que durante todos estos meses me traté en el Argerich y conocía todos sus pasillos, médicos y enfermeras. Acá es todo nuevo. Me da angustia saber que mi mamá no me podrá acompañar debido al protocolo del Covidy eso me genera incertidumbre. Pero también tengo esperanzas de una vida mejor, siento que algo bueno está por comenzar“.

A su lado, inseparable, Ruth se emociona escuchando a su hija. “Fueron meses muy difíciles, pero soy una agradecida porque la tengo a mi guerrera acá conmigo, charlando, viendo películas, leyendo, escuchando música, estudiando tejiendo, haciendo mandalas, nos reímos y lloramos juntas. Hacemos de todo, no nos aburrimos nunca y nos permitimos soñar programando viajes, todo lo que nos vincule y nos conecte con la vida, porque de eso se trata”.

Ayelén y su hermano Santiago (junto a Coco), que siempre la lleva al hospital y la espera ansioso de buenas noticias.

Ayelén es de esas pacientes que lo pregunta todo. Quier saber cómo será todo el procedimiento y pide que le canten la justa. “Necesito que me digan la verdad, que no me oculten nada y siempre me fue bien con esta forma de ser. Me explicaron que la intervención no demorará más de dos horas pero que sí será un esfuerzo físico ya que del quirófano me enviarán a terapia intensiva y luego a una habitación para recuperarme”.

Cuenta Ayelén que está muy contenida por Ruth, por su hermana Vicky (que espera el nacimiento de su hija India) y de Antonio, su novio español que decidió seguir en Buenos Aires para acompañarla en este recorrido que cambió el eje de la relación. “La tranquilidad que a veces tengo es que todo el esfuerzo de la quimioterapia, que fueron complicadas y hasta a veces es más brava que la cirugía, que me provocaron dolores y falta de energía, fueron para llegar a este momento, a la instancia de la cirugía. Y me siento privilegiada“.

Detalla la paciente que la operación de cáncer de ovario “consiste en hacer una limpieza, de sacar todo lo que esté afectado por el tumor para luego seguir con un tratamiento oncológico posterior en base a los análisis que se hagan. Si bien para mí pasó una eternidad desde que empecé con la enfermedad, sé que son tiempos rápidos y poco usuales para llegar a la ansiada operación. Superé la quimio, toleré los medicamentos, y estoy fuerte dar este paso espero que definitivo“.

Ayelen, siempre con el sostén de la familia. Aquí junto a su sobrina Sofía (a la izquierda) y su hermana embarazada Vicky, que el 21 de septiembre tendrá a India.

Precavida, Ayelén tiene la concentración puesta ciento por ciento en la intervención que se realizará en menos de 24 horas, prefiere no ver más allá. “Hasta ahora me fue bien cumpliendo cada paso, aunque reconozco que no dejo de pensar en el día después, en cómo será el verano, después del anterior que fue una pesadilla. Soy consciente de que creo que pasó lo peor y se viene una etapa distinta de la enfermedad. Sueño con tener una salud estable para poder proyectar una vida normal, ni más ni menos”.

Los proyectos de Ayelén, junto a su novio Antonio, pasan por volver a soñar con viajar por la Patagonia y poder echar raíces “cerca de Bariloche, un deseo que tenemos hace mucho. También quiero recibirme como counselor para poder ayudar a gente que pueda llegar a tener los problemas de salud que yo tuve. Pero para eso tengo que estar bien de salud, lograr una estabilidad… sin salud no tenés nada, mi vida tomó una perspectiva diametralmente opuesta a la que solía tener”.

Dice que estudiar pintura y escultura le ha servido durante estos meses para “ayudarme a sanar, me conectó con la enfermedad de otra manera, la carrera de artes visuales es como una meditación para mí, un cable a tierra, y estoy muy entusiasmada con poder participar de una muestra digital que organizan algunos hospitales. Ojalá pueda trabajar combinando el arte con el counseling, algo similar a arteterapia pero poniéndole mi estilo, mi personalidad, haciendo énfasis en la ayuda al prójimo”, desea esta mujer que se dedica a pintar al óleo y acuarela y firma sus trabajos como MAGA (sus obras están en @maga_allende_art), sus iniciales.

Ayudar el prójimo es una costumbre de Ayelén. que aún estando convaleciente, tuvo la frescura y generosidad para impulsar “DonAcción”, una iniciativa para fomentar la donación de sangre en tiempos de coronavirus, en los que ha bajado mucho el porcentaje de donantes (había llegado a una caída del 80 por ciento). “Podemos construirnos como una sociedad más solidaria, empática e inclusiva. La sangre no se fabrica. Por favor, donemos, todos podemos llegar a necesitar sangre o alguno de sus componentes”.

“Estoy haciendo todo el esfuerzo posible para que la gente no pierda ese gesto tan loable. No es sencillo, más bien todo lo contrario, porque hay miedo al contagio, entonces los que donan, en su mayoría, lo hacen por un pariente, amigo o conocido. Cuando pase la operación y me recupere, le destinaré toda la energía necesaria para ir a fondo con este tema. La vida de muchos, como la mía, depende de la solidaridad de los demás”.

Ayelén describe que en los últimas semanas pasó un buen tiempo en la cama “porque tengo muy poca hemoglobina, una proteína que se encarga de transportar oxígeno. Entonces me canso muchísimo, pero tiene que ver con los efectos de la quimioterapia. A medida que me vaya alejando de estos tratamientos recuperaré fuerzas y oxígeno, Tengo entendido que el mínimo normal es de 12 (gramos por decilitro de sangre) y yo tengo 8″.

“Esta acuarela es el proceso en el que primero uno es dominado por su mente, hasta que luego de transitar el padecimiento de estar limitados a la mente podemos ponerla a nuestro servicio”, explica Ayelén.

Ruth abraza a su hija y habla con este medio mirándola a los ojos. “Tengo las esperanzas de poder soñar con el bienestar de Ayelén, verla sana y que pueda multiplicar todo lo que ha recibido. La veo y la admiro cómo ha enfrentado la enfermedad, con paciencia, hidalguía, agallas y coraje. Ahora me tiene inquieta el no poder estar con ella en la previa a la operación y las horas posteriores, pero sé que la vida provee y que algún médico por algún huequito me permitirá verla”.

Alegría, mucha, y nervios, un poco“, describe ya desde una habitación del Hospital Durand, adonde está internada desde la mañana de este lunes esperando que la lleven a quirófano el martes. “A las 8 me llevan a quirófano y espero poder empezar, oficialmente -sonríe- el camino de sanación”. Anhela con que todo “este proceso pase rápido para poder tener en mis brazos a India, mi sobrina que nacerá el 21 de septiembre“.

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