Mendoza y la dolorosa brecha entre lo necesario y lo suficiente

Una dura postal de la educación en pandemia se presenta en Malargüe, a casi 400 kilómetros de la Ciudad de Mendoza. Aunque podría caber a cientos de escuelas rurales del país.

Un joven cruza el Río Grande a bordo de una “jaula” sobre el río, para llegar a la escuela. Su familia desde hace tres generaciones es criadora de cabras. La heroica travesía pretende buscar las cartillas que sus maestros han preparado para estudiar en pandemia. Qué ironía. Agustín tiene celular. Anhela seguir estudiando, pero no tiene conectividad. Falta una antena. Sólo eso necesitan las más de 300 familias de “puesteros” del sur malargüino. Claro ejemplo de algo incompleto.

Disminuir la brecha socioeducativa es una obligación del Estado y debe ser el primer objetivo de gestión de toda administración. El problema, en muchos casos, es que estamos invirtiendo y discutiendo en cómo poner de pie la exitosa escuela del siglo XIX, y no contemplamos que el esfuerzo debe estar focalizado en la educación del siglo XXI.

El Covid le abrió la puerta, como nunca antes, a las tecnologías en la educación. También a pedagogías ya conocidas pero innovadoras dentro del aula, donde el alumno es quien construye su conocimiento, mientras el docente lo guía en el proceso.

La no presencialidad nos mostró que “la tecnología escuela” como elemento igualador es implacable. Que la educación desde la casa es tremendamente desigual, pero también que lo que ocurre dentro de la escuela debe “aggiornarse” a los tiempos que corren, y que la bimodalidad es algo que debe ocurrir como la consecuencia natural de los tiempos que vivimos.

Con estas pedagogías, en las que se destaca la individualidad de los alumnos es primordial el acompañamiento de cada uno. Construir redes de sostén de las trayectorias educativas, coordinadas a través de sistemas digitales nominales que permitan tomar decisiones de política pública basadas en evidencia y fuertemente dirigidas a disminuir la brecha educativa. En Mendoza, gracias a una clara política de gestión con datos, desde hace 4 años se viene implementando el GEM – Gestión Educativa Mendoza. Una plataforma que permite el seguimiento de las trayectorias de cada alumno. Sin presencialidad, podemos identificar el camino que realiza cada uno, y acompañarlos con distintos planes apuntando a sus necesidades puntuales. Esto nos posibilitó además, entregar tecnología en forma eficiente y progresiva, empezando siempre por quienes más lo necesitan. En definitiva, nos permite hacer foco en quienes generalmente menos reciben porque no se ven. 

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