Muere Jacinto de Sosa, un rebelde contra la cúpula arbitral

No fueron jamás las federaciones deportivas, y en especial la de fútbol, un dechado de virtudes democráticas. Pero aún menos a finales de los 70, cuando el colegiado Jacinto de Sosa ascendió

a Primera división después de dos décadas curtiéndose en esos campos de Dios, muchos de ellos pastos para el ganado o directamente infames barrizales. El presidente del Comité de Árbitros se llamaba José Plaza y gobernaba con mano de hierro a los hombres encargados de impartir justicia en los terrenos de juego. Nadie se atrevía a plantarle cara, porque nunca fue más cierto ese principio de que el que se mueve no sale en la foto. El árbitro que discrepaba se quedaba sin arbitrar. Todos se alinearon con el poderoso Plaza. Solo un valiente, un espontáneo sin miedo llamado Jacinto de Sosa osó batallar, una y otra vez, contra aquel corralito de caciquismo y opacidad que había articulado Plaza bajo el paraguas del entonces presidente de la Federación, Pablo Porta. Y bien que lo pagó. No solo perdió en 1981 las primeras elecciones a las que se presentó, sino que meses después fue «premiado» con la pérdida de categoría, y cuando recurrió fue sancionado bajo el pretexto de que Jacinto de Sosa, que unió su vocación de árbitro a la de periodista, escribía una colaboración en el diario «Pueblo». Lejos de arredrarse, De Sosa siguió recurriendo y enfrentándose a Plaza en cuantas votaciones tuvo oportunidad. Pero, como cabía adivinar, no ganó ninguna, y para colmo, no volvió a arbitrar en Primera división. En esa guerra contra Porta y Plaza, encontró un aliado en el periodista más famoso y poderoso de aquella época (y de muchas otras), nada menos que José María García, quien lo erigió en árbitro de cabecera, una figura ahora habitual en los programas radiofónicos, pero que en aquella época apenas Jacinto de Sosa y algún otro valiente quiso ejercer, pues no todos los excolegiados estaban dispuestos a enmendar la plana en público a sus antiguos compañeros. Junto a García, llevó la cuenta durante muchos años de «La otra liga», una especie de clasificación paralela en la que se sumaban y restaban puntos después de cotejar los errores de los árbitros. En cierto modo, un precedente del VAR. Ahí alcanzó la cima de su popularidad. En un ámbito menos conocido para el gran público, Jacinto de Sosa formó como profesor de Redacción Periodística a varias generaciones de plumillas. Cuando alguno de sus alumnos le preguntaba por su etapa de colegiado, él solía presumir de haber sido el único que había expulsado a Enrique Castro Quini. Fue en un San Andreu-Sporting de 1976. Lejos de provocar aquello un enfrentamiento con el mítico delantero, se convirtió en el principio de una buena relación, hasta el punto de que «El brujo» le defendió años después cuando el público de El Molinón la tomó con el colegiado madrileño. En el terreno de juego el código de honor siempre fue distinto al de los despachos.

Fuente La Razon:

https://www.abc.es/deportes/futbol/abci-muere-jacinto-sosa-rebelde-contra-cupula-arbitral-202010190045_noticia.html

Exit mobile version