Los piedrazos a la camioneta que trasladaba al presidente Alberto Fernández el sábado en Chubut siguen generando tensiones y preocupación en el Gobierno nacional y en la provincia. Aunque la Justicia busca
determinar quiénes fueron los responsables de la violencia que puso en riesgo al mandatario, hay detrás del episodio una trama que revela intrigas políticas y peleas dentro del peronismo tradicional y La Cámpora.
En la provincia, las tensiones empezaron a crecer con vistas a las elecciones de medio término que tendrán lugar este año. Y no es difícil determinar quienes son sus actores. Los K tienen un único referente fuerte: el diputado nacional Santiago Igón, con línea directa con el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro y Máximo Kirchner. Alineado con La Cámpora, no llegó hace mucho tiempo a la provincia. Es oriundo de Mercedes, como de Pedro, y llegó a Chubut para manejar la Anses de Esquel y después convertirse en candidato con el dedo de Cristina de por medio. Igón no reconoce ningún referente local. Con apoyo kirchneristas, quiere dar un paso adelante en su carrera y convertirse en senador nacional este año.
Las palabras de De Pedro en las que apuntó contra Arcioni por el ataque al Presidente y dijo que no había sido invitado porque podían aparecer incidentes, fue leído en Chubut como un respaldo a Igón, tras la versiones de que La Cámpora podría haber estado detrás del ataque.
El peronismo K en la provincia empieza a resquebrajarse y por eso crece Igón. Está conducido a tientas por un cristinista puro como Carlos Linares (fue íntimo amigo de Néstor y exintendente de Comodoro Rivadavia) quien no movió un pelo cuando se enteró que Fernández visitaría la provincia para traerle un poco de alivio a las 300 familias a las que el fuego dejó sin nada.
Linares se hace el distraído con el Presidente, fogonea la “anti minería” y busca desplazar a Igón en la lista de candidatos a senadores nacionales. Linares gana más enemigos que amigos dentro del justicialismo y su endeble conducción, surgida de una asamblea cuestionada, va debilitándose. Linares dejó solo a Alberto F. el sábado. “No mandó ni un bombo”, dicen los dirigentes.Y lo que es más: nunca le dio públicamente su apoyo para la presidencia del PJ.
Santiago Igón, el referente K en Chubut. Fue señalado por el gobierno como responsable de los incidentes.
A pesar de las críticas oficiales a Arcioni, en su entorno lo defienden. “Arcioni había estado un día antes muy cerca del lugar de los incidentes, en El Maitén donde tiene un intendente amigo. Y no pasó nada”.
Arcioni tiene serios problemas de gestión. A poco más de un año de mandato ya se le fue medio bloque de la Legislatura y estuvo más de un año sin clases porque no podía pagarle a los docentes además de a los estatales y judiciales. Aún no logró domar esas crisis.
Las versiones sobre los incidentes del sábado cambian según quien las cuente y revelan las internas en Chubut. Según el gobierno provincial, todo vino de la mano de Igón y del intendente de Lago Puelo, Augusto Sánchez, otro K de la primera hora. Los acusan de desviar la comitiva.Y de llevar al Presidente y al gobernador “a la boca del lobo”. Hasta ahora, y salvo los tuits de “Wado” de Pedro ni Igón ni Sánchez salieron a contestar las duras acusaciones del ministro de Seguridad Federico Massoni, hombre fuerte del gobierno de Arcioni y seguro candidato a senador nacional.
Un símbolo del desatino. Asi quedó la camioneta que transportaba al presidente Fernández y su comitiva.
De manera violenta, los anti mineros lograron hacerse visibles a nivel nacional. Cristina no quiere que el proyecto de zonificación que envió Arcioni se trate antes de las elecciones para no perder senadores nacionales. Hoy tiene los tres a su favor (los puros Nancy González y Mario País y Alfredo Luenzo, senador gracias a Das Neves pero que tras el fallecimiento del exgobernador cruzó la vereda sin mirar). Si el Frente de Todos no gana las elecciones de este año, perdería dos bancas. Y eso preocupa a la vicepresidenta.
La interna sobre quien debería haber evitado los desmanes del sábado crece día a día. Aunque el Presidente anunció que no habrá cambios en su seguridad (manejada por la Casa Militar) es evidente que varias cosas fallaron el sábado. Y que pudo ser peor. Si los anti mineros, una mezcla de la izquierda sin posibilidades electorales y autoconvocados, no fueron más allá de las piedras fue porque no quisieron. Gozaron de una inusitada libertad para ejercer violencia sobre el Presidente.
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