Cuando se cumple este miércoles el 45 aniversario del último golpe militar en Argentina, el Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos publicó documentos desclasificados que revelan más detalles de lo
que sabía el gobierno estadounidense en ese momento y semanas antes del derrocamiento del gobierno de Isabel Perón.
La nueva tanda de documentos desclasificados, a los que accedió Clarín, aporta pruebas de múltiples contactos entre los golpistas y los funcionarios estadounidenses y muestran que Estados Unidos los apoyó tácitamente, ya que Washington compartía la posición de los militares de que el golpe era “inevitable”.
Los documentos indican, además, que los funcionarios estadounidenses sabían que la dictadura permanecería por un período prolongado, durante el cual habría una represión sin precedentes, señalan desde el organismo que analizó los registros.
Carlos Osorio, director del Proyecto de Documentación del Archivo de Seguridad Nacional del Cono Sur, que analizó minuciosamente el inmenso paquete de información desclasificada, señaló a Clarín la importancia de esta tanda de documentos. “No hay evidencia de que Estados Unidos instigara el golpe”, dijo Osorio. Sin embargo, afirmó, “lo apoyaron tácitamente, ya que Washington compartía la posición de los militares de que el golpe era inevitable, la única alternativa al caos en Argentina”.
Los documentos, señaló Osorio, “indican que los funcionarios estadounidenses sabían que la dictadura permanecería por un período prolongado durante el cual habría una represión sin precedentes”. Además, revelan que “Estados Unidos comunicó “discretamente” a los militares, más de un mes antes del golpe, que Washington reconocería al nuevo régimen. “Querían convencerse de que el general Videla, el líder golpista, era moderado”, dijo.
El material fue desclasificado por el gobierno de Estados Unidos en 2019, incluye más de 43.000 páginas, y es la entrega más grande de información que la Casa Blanca ha hecho a cualquier país. Osorio y su equipo van analizado de a poco esa marea de datos históricos, fruto de una iniciativa enmarcada en la llamada “diplomacia de desclasificación” iniciada por el gobierno de Barack Obama y continuada por el presidente Donald Trump.
En total, son 6 discos compactos con decenas de miles de documentos de 16 agencias estadounidenses sobre la dictadura y del período anterior y posterior, porque abarcan desde el 1 de enero de 1975 hasta el 31 de diciembre de 1984. Los documentos incluyen información del Departamento de Estado, el Departamento de Justicia, el Departamento de Defensa, el FBI y la CIA, entre otras agencias.
Uno de los documentos publicados este martes señala que el almirante “Massera buscó la oportunidad de hablar en privado conmigo”, según reportó el entonces embajador de Estados Unidos en Argentina, Robert Hill, en un cable enviado una semana antes del golpe, después de reunirse con un líder golpista. “[Él]dijo que no era un secreto que los militares podrían tener que intervenir en el vacío político muy pronto”.
En otro reporte, el primer informe al Secretario de Estado Henry Kissinger sobre un “posible golpe de Estado en Argentina”, a mediados de febrero de 1976, el Subsecretario de Estado, William Rogers, señaló la posibilidad de que se produjeran violaciones de los derechos humanos tras una toma de posesión militar. “Esperaríamos que [el gobierno militar] sea amistoso con los Estados Unidos”, le informó a Kissinger. “Sin embargo, al intensificar la lucha contra la guerrilla, un gobierno militar argentino casi seguramente incurrirá en violaciones de los derechos humanos como para generar críticas internacionales. Esto podría dar lugar a presiones de la opinión pública estadounidense y del Congreso que complicarían nuestras relaciones con el nuevo régimen“, dijo el funcionario.
Los documentos muestran también que los militares argentinos trataron de reunirse con Kissinger antes del golpe, una idea desalentada por el embajador de EE.UU. en Buenos Aires, Robert Hill. El 13 de febrero de 1976, el embajador Hill se reunió con un estadounidense de origen argentino llamado “Sr. Carnicero“, quien le informó que “varios oficiales militares de alto rango le han pedido que organice una reunión entre un representante militar apropiado y el Secretario Kissinger” para que pudieran explicar por qué necesitaban tomar el poder y buscar garantías de un rápido reconocimiento. El embajador Hill rechazó esa idea, con el argumento de que “una reunión de este tipo, si trascendiera ante la opinión pública, podría ser malinterpretada en detrimento de los de los propios oficiales, así como del Secretario Kissinger”.
En una parte clave del mensaje, Hill le recordó al emisario que “la embajada ha indicado discretamente y a través de terceros a los militares que el USG (el Gobierno de Estados Unidos) reconocerá un nuevo gobierno en Argentina….” A medida que se acercaba el día del golpe, los militares argentinos buscaban acercarse a otros actores políticos influyentes. En una misteriosa misión, los cables del FBI y del Departamento de Estado revelaron que el director retirado de la Agencia de Inteligencia de Defensa, el teniente general Daniel O. Graham, llegó a Buenos Aires sólo 12 días antes del golpe, acompañado por el ultraconservador senador estadounidense Jesse Helms y sus colaboradores.
Temiendo que la presencia de Graham (que había servido como subdirector de la CIA) desatara rumores de la participación de Estados Unidos en los preparativos del golpe, el embajador Hill le pidió que abandonara rápidamente el país. “Espero que este problema se haya dejado atrás”, dijo Hill en un cable que envió a Washington. “Sin embargo, podría haber sido extremadamente embarazoso, como mínimo, y como máximo muy perjudicial para nuestras relaciones”.
Fuentes del FBI informaron que el general Jorge Rafael Videla, esperaba que un emisario se reuniera con Graham “para explorar en detalle las recomendaciones del general sobre el aspecto de las relaciones públicas del golpe de Estado proyectado por las Fuerzas Armadas argentinas contra el gobierno….”
Justo un día antes de que se produjera el golpe, el embajador Hill informó al Consejo de Seguridad Nacional que Washington debía estar preparado para para enfrentarse a los militares argentinos. “Mientras [este documento] se está escribiendo, Argentina se encuentra en un estado de cambio”, aconsejó Hill al NSC.
“Argentina ha sido uno de nuestros principales interlocutores y no es probable que esto cambie de un nuevo gobierno… ya que, independientemente de quién sustituya a la Sra. Perón (si es que es reemplazada), el hecho es que Argentina necesita a los Estados Unidos, ciertamente tanto como nosotros a ella… [eventualmente] probablemente volverá a la normalidad política en desesperada necesidad de inversión. Los Estados Unidos pueden esperar ser el primer país al que recurrirán los argentinos”, dijo el funcionario.